El responsable alemán para la lucha contra el antisemitismo ha pedido una ley que prohíba consignas propalestinas como “Del río al mar”, lo que reavivó un debate complejo sobre la histórica vinculación del país con Israel y los límites de la libertad de expresión.
La iniciativa de Felix Klein contempla prohibir proclamas que se puedan interpretar como un llamamiento a la destrucción de Israel. Según explicó a Haaretz el miércoles, su propuesta cuenta con el respaldo del ministro del Interior, Alexander Dobrindt, y se encuentra en revisión en el Ministerio de Justicia.
“Antes del 7 de octubre se podía sostener que ‘Del río al mar’ no implicaba necesariamente expulsar a los israelíes de su tierra, y yo podía admitirlo”, afirmó Klein. “Pero desde entonces Israel afronta amenazas existenciales, y por desgracia se ha vuelto necesario limitar la libertad de expresión en este aspecto”.
Klein, primer titular desde 2018 del cargo denominado “Comisionado del Gobierno Federal para la Vida Judía en Alemania y la Lucha contra el Antisemitismo”, añadió que considera indispensable aprobar la ley aun cuando pueda ser impugnada por vulnerar la libertad de expresión.
El ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la posterior guerra en Gaza han puesto a prueba los fundamentos doctrinales de Alemania. En este contexto, el país ha registrado un notable aumento de incidentes antisemitas e islamófobos. la guerra también expuso cuestiones sensibles acerca de cuándo Alemania prioriza su responsabilidad histórica hacia el Estado judío, un elemento central de su identidad nacional tras el Holocausto, y cuándo antepone sus principios democráticos.
Los límites jurídicos del discurso propalestino siguen lejos de ser nítidos. En la actualidad, los tribunales deben determinar si una persona que corea “Del río al mar, Palestina será libre” expresa un respaldo a la liberación pacífica de los palestinos o una adhesión al terrorismo. En agosto de 2024, la activista germano-iraní Ava Moayeri fue condenada por apología del delito por liderar esa consigna en una protesta celebrada en Berlín el 11 de octubre de 2023.
Poco después del ataque del 7 de octubre, las autoridades locales de distintos estados federados impusieron amplias prohibiciones a las manifestaciones propalestinas. En Berlín, los funcionarios permitieron a los centros educativos vetar el uso del kefia, símbolo de solidaridad palestina, junto con consignas como “Palestina libre”.
Activistas judíos e israelíes también se vieron afectados por estas restricciones. En octubre de 2023, una mujer fue detenida por sostener un cartel con el mensaje: “Como judía e israelí: detengan el genocidio en Gaza”. La policía prohibió asimismo una manifestación convocada por un grupo denominado “Judíos berlineses contra la violencia en Oriente Medio”, alegando riesgo de disturbios y posibles “exclamaciones incendiarias y antisemitas”.
A comienzos de este año, las autoridades migratorias ordenaron la expulsión de tres ciudadanos europeos y un ciudadano estadounidense por su presunta participación en protestas propalestinas. Tres de las resoluciones invocaron la “Staatsräson”, o “razón de Estado”, el principio que consagra la defensa de Israel como un elemento justificativo de la existencia misma de la Alemania posterior al Holocausto.
No obstante, ese principio no se aplica en el ámbito legal, según explicó Alexander Gorski, abogado de los manifestantes sujetos a deportación. “La Staatsräson no constituye un concepto jurídico”, declaró a la Agencia Telegráfica Judía en abril. “Carece por completo de relevancia. No figura en la Ley Fundamental ni en la Constitución”.
Líderes judíos como Charlotte Knobloch, superviviente del Holocausto y presidenta de la Comunidad Judía de Múnich y la Alta Baviera, han sostenido que la hostilidad contra Israel se ha convertido en un “pretexto” para el antisemitismo. “Basta por sí sola para alimentar el odio”, afirmó Knobloch a Deutsche Welle en septiembre.
En los últimos meses, dos establecimientos alemanes generaron titulares al negar la entrada a judíos e israelíes. Una tienda de Flensburg, que exhibió un cartel con la frase “Aquí no se permite la entrada a judíos”, podría enfrentarse a la legislación alemana contra la discriminación.
No ocurre lo mismo con un restaurante de Fürth cuyo rótulo decía: “En este establecimiento ya no aceptamos a ciudadanos israelíes”. Según la comisionada contra la discriminación, Ferda Ataman, la normativa no cubre los casos de discriminación por nacionalidad.
Klein señaló que también ha impulsado una reforma legislativa para ampliar esa protección a ciudadanos israelíes y a otras nacionalidades.
Ha mantenido una relación duradera con las comunidades judías de Alemania desde su designación en el Ministerio de Asuntos Exteriores como enlace especial con organizaciones judías internacionales. En ese cargo contribuyó en 2016 a elaborar una “definición de trabajo” de antisemitismo para la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto. Esa definición ha sido objeto de intensos debates, ya que sus críticos sostienen que confunde determinadas críticas a Israel con antisemitismo.
Klein considera que el antisionismo coincide en gran medida con el antisemitismo. “Creo que en la mayoría de los casos es así; se trata de una forma disfrazada de antisemitismo”, afirmó a Haaretz. “Cuando las personas dicen que son antiisraelíes, lo que en realidad pretenden decir es que se oponen a los judíos”.
