Los fieles de la sinagoga de Heaton Park, en el norte de Manchester, se reunieron en la madrugada del jueves para Yom Kipur, el día más sagrado del calendario judío, en lo que se suponía que sería un día de solemne reflexión y oración. Sin embargo, la sinagoga resultó blanco de un mortífero atentado terrorista que duró minutos, pero que dejó una profunda huella en una de las comunidades judías más grandes de Gran Bretaña.
A las 9:31 a. m., el líder de la congregación, el rabino Daniel Walker, oficiaba el servicio matutino, vestido con túnicas blancas. Minutos después, sus túnicas quedaron manchadas de sangre. Afuera, se desató el caos cuando un pequeño automóvil negro se estrelló contra las puertas de la sinagoga. Algunos creyeron inicialmente que el conductor podría sufrir una emergencia médica, pero la verdad se reveló de manera rápida y violenta.
“Fue un caos”, dijo un testigo al periódico británico The Guardian.
El atacante, a quien la policía identificó posteriormente como Yihad Al-Shamie, de 35 años y ciudadano británico de ascendencia siria, salió del vehículo vestido de negro y comenzó a apuñalar a las personas cerca de la entrada. Dentro de la sinagoga, los feligreses oyeron la conmoción y actuaron de inmediato para protegerse mutuamente.
“¡Cierren las puertas!”, gritaron, según el testimonio de testigos que relató el New York Times.
Ivan Telzer, quien se encontraba entre los presentes en el interior, recordó que oyó golpes al otro lado de la puerta de la sinagoga cuando Shamie intentó entrar por la fuerza. Los feligreses y el rabino usaron sus cuerpos para bloquear la entrada.
El terrorista intentaba entrar cuando la policía armada llegó en cuestión de minutos y abrió fuego. En el caos, dos fieles recibieron impactos de balas policiales. Uno resultó herido y el otro, Adrian Daulby, murió en el lugar.
“¡Dispárenle!”, gritó alguien, según los informes. “¡Tiene una bomba!”.
Desde el interior de la sinagoga, los fieles aterrorizados observaban al atacante, que yacía boca abajo con lo que parecían explosivos atados a la cintura. Cuando intentó incorporarse, se oyó de nuevo el grito: “¡Dispárenle!”.
La policía disparó entonces un último tiro fatal.
El ataque terminó en menos de siete minutos. Dos hombres —Daulby, de 53 años, y Melvin Cravitz, de 66— murieron. Otros cuatro resultaron gravemente heridos.
“Oh, Dios mío, sé que ese es el sonido de los disparos”. Cravitz “no tenía un solo hueso malo en su cuerpo”, dijo el feligrés Avrom Baker al Times. “No merecía que lo mataran”.
Los servicios de emergencia declararon un incidente grave y activaron la Operación Platón, el protocolo de respuesta ante ataques terroristas activos. Los equipos de desactivación de bombas realizaron explosiones controladas en el coche del sospechoso y en otros objetos sospechosos. Helicópteros policiales sobrevolaron el lugar y agentes con chalecos amarillos brillantes se apostaron frente a escuelas judías, sinagogas y centros comunitarios de Manchester.
En la calle, frente a la sinagoga, se congregaron feligreses y residentes aturdidos que intentaban comprender lo sucedido. Voluntarios repartieron mantas y botellas de agua. Entre quienes recibían consuelo había niños. Algunos, como Josh Aronson, un periodista residente en la zona, reconocieron los disparos de inmediato.
“He estado en países en guerra y conozco el sonido de los disparos”, declaró a The Guardian. “Dije: ‘Dios mío, sé que son disparos’. Entonces oí demasiadas sirenas y pensé: ‘Dios mío, algo ocurre’”.
Aronson dijo que más tarde vio al rabino afuera. “Vi sangre en la larga túnica blanca”.
Aunque conmocionado, declaró al medio que considera el ataque parte de un patrón más amplio de odio creciente: “Hay mucho odio entre judíos y no judíos en este momento. Debe haber diálogo. No todo lo que ocurre en Israel tiene que ver con la fe judía”.
“Fue impactante”, declaró al Times la sobreviviente Anne Goldstone, de 67 años. “Pero.. era casi inevitable. Sabes.. siempre estábamos preocupados”.
Nati Azar, residente cerca de la sinagoga, explicó al periódico que la guerra de Gaza ha aumentado los temores. “Todos están asustados y preocupados”, dijo. “No nos quieren por la guerra en Oriente Medio. No sabemos cuándo ocurrirá el próximo ataque”.
“Tengo miedo de ir a la sinagoga”, declaró Telzer al medio estadounidense. “Simplemente tengo miedo”.
Mientras los investigadores reconstruyen el ataque, la policía ha arrestado a otras tres personas en relación con el incidente, incluidos dos hombres de unos 30 años y una mujer de unos 60 años, todos detenidos bajo sospecha de delitos relacionados con el terrorismo.
Fuera de las calles acordonadas de Crumpsall, los residentes quedaron atónitos por la brutalidad del día.
“Esto no se hace en una sociedad civilizada”, declaró Fran Barrie, de 75 años y residente de Crumpsall, a The Guardian. “No ayuda en ningún caso. Me siento triste”.
“Estoy conmocionada. Aquí nunca hemos tenido animosidad”, dijo Joyce Goldstone, vecina de Barrie desde hace mucho tiempo. “Siempre que había disturbios por todas partes, la policía no era nada de eso aquí. Nací católica y mi esposo es judío; todos tenemos los mismos Diez Mandamientos, así que ¿por qué no podemos llevarnos bien?”.