Dos destacados hermanos enterrados en una tumba de la Edad del Bronce en Israel estaban gravemente enfermos, pero parece que tuvieron acceso a terapias de vanguardia, entre ellas la trepanación, que consiste en crear un orificio circular en el cráneo.
El artículo “Cranial trephination and infectious disease in the Eastern Mediterranean: The evidence from two elite brothers from Late Bronze Megiddo, Israel”, que acaba de aparecer en 19 páginas en la revista de acceso abierto PLOS ONE, informa sobre esta “terapia médica”.
El estudio fue realizado por Rachel Kalisher, bioarqueóloga de la Universidad Brown de Rhode Island, que también cursa un máster en ecología y biología evolutiva.
La época comprendida entre el 3.300 y el 1.200 a.C. se conoce como Edad del Bronce, durante la cual se utilizaron artefactos de bronce. La Edad del Bronce y la Edad del Hierro juntas se conocen comúnmente como el “periodo bíblico” porque numerosos científicos han relacionado la historia del Levante a partir de la Edad del Bronce con acontecimientos mencionados en la Biblia.
El yacimiento arqueológico, de gran importancia histórica, geográfica y teológica, se encuentra en el norte de Israel, cerca del kibutz Megiddo, a unos 30 kilómetros al sureste de Haifa. Megido alcanzó su máximo tamaño, población y prosperidad durante esta época gracias a las inversiones en edificios monumentales, como palacios, templos, fortalezas y puertas. Las Cartas reales de Amarna de la Edad del Bronce Tardío, una colección de correspondencia diplomática entre Egipto y sus vasallos del siglo XIV a.C., contienen documentación sobre Megido como prueba de su rango.
La trepanación, también conocida como trepanación, es un proceso quirúrgico en el que se perfora y extrae una porción circular de hueso, con mayor frecuencia del cráneo humano. Es una de las primeras técnicas quirúrgicas conocidas por el hombre y data de hace entre 7.000 y 10.000 años.
En el pasado, a las personas que actuaban de forma aberrante se les practicaban orificios en el cráneo para dar salida a lo que consideraban malos espíritus. Los prehistóricos conservaban el hueso extraído, que podían llevar como amuleto para protegerse de los malos espíritus. Posiblemente se utilizaba para limpiar la sangre que se acumula bajo el cráneo tras un golpe en la cabeza por caídas, accidentes de caza, ataques de animales o golpes con garrotes o lanzas.
Las pruebas genéticas realizadas a los hermanos de los hombres enterrados sugieren que estaban emparentados. La presencia de enfermedades en ambos esqueletos ofrece la oportunidad de investigar cómo se gestionaban en la época las enfermedades crónicas incapacitantes. El avanzado estado de las lesiones de los hermanos indicaba que habían sobrevivido muchos años a pesar de padecer una enfermedad grave, quizá como consecuencia de su lujo de riqueza y rango.
La trepanación se realizó aparentemente para tratar el estado del paciente, pero la ausencia de reparación ósea indica que el paciente falleció durante la intervención o justo después.
La tumba de los hermanos estaba adornada con una vajilla excelente y alimentos de alta calidad, iguales a los de las tumbas de alto rango de los alrededores. Esto demuestra que, a pesar de su mala salud, estas personas no estaban “marginadas” ni excluidas de las costumbres funerarias. Según los científicos, se trata de un caso crucial para seguir investigando cómo se entrecruzan el estatus, la enfermedad y el tratamiento en las comunidades a lo largo del tiempo.
“Entre otros muchos resultados del estudio, destacamos el tipo único de trepanación craneal, la primera de este tipo en la zona. Especulamos que esta operación pudo ser una intervención ante una salud deficiente, ya que se practicó a un individuo de élite que presentaba tanto anomalías de desarrollo como enfermedades infecciosas”, afirman.
El Instituto Recanati de Estudios Marítimos, la Escuela de Arqueología y Culturas Marítimas de la Universidad de Haifa, el Instituto de Historia Antigua y Estudios del Próximo Oriente Antiguo de la Universidad de Innsbruck (Austria) y el Instituto W.F. Albright de Investigación Arqueológica de Jerusalén participaron también en el estudio.