Arqueólogos hallan un foso de 9×30 metros en la Ciudad de David, datado en el siglo IX a.C., que confirma fortificaciones de la era de David.
Foso de la Ciudad de David revela defensas de la era bíblica
En 2024, un equipo de arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel y la Universidad de Tel Aviv descubrió un foso monumental en la Ciudad de David, en Jerusalén, que resuelve un enigma arqueológico de 150 años sobre las fortificaciones de la ciudad. El foso, de 9 metros de profundidad y 30 metros de ancho, fue excavado en el Givati Parking Lot, dentro del Parque Nacional de las Murallas de Jerusalén. Dirigido por el Prof. Yuval Gadot y el Dr. Yiftah Shalev, el hallazgo confirma la existencia de una línea defensiva que protegía la ciudad durante el período del Reino de Judá, en el siglo IX a.C., alineándose con descripciones bíblicas en 2 Samuel 5:6-8, que relatan la conquista de Jerusalén por el Rey David. La datación por carbono-14 sitúa su uso en la época de la Primera Monarquía, evidenciando un proyecto de ingeniería masivo que requirió mover cerca de 13,000 metros cúbicos de roca.
El foso, tallado en la roca madre, dividía la Ciudad de David en dos sectores: la zona residencial al sur y la acrópolis al norte, donde se ubicaban el palacio y el Templo de Salomón. Sus acantilados perpendiculares, imposibles de escalar, protegían el flanco norte, el único punto vulnerable de la ciudad. Según el Prof. Gadot, “este descubrimiento redefine nuestra comprensión de la topografía de Jerusalén y sugiere una discusión renovada sobre términos bíblicos como el Ophel y el Millo”. La referencia al Millo en 2 Samuel 5:9, donde se menciona que David fortificó la ciudad “desde el Millo hacia adentro”, podría vincularse a esta estructura defensiva. La excavación conectó este foso con un segmento identificado en los años 60 por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon, quien lo confundió con un valle natural.
La construcción del foso, probablemente iniciada en la Edad del Bronce Medio hace unos 3,800 años, refleja el poder y la capacidad técnica de los gobernantes de Jerusalén. Eli Escusido, director de la Autoridad de Antigüedades, destacó: “Es imposible no maravillarse ante quienes, hace casi 4,000 años, movieron montañas y colinas”. La excavación, financiada por la Fundación Ciudad de David, expuso un tramo de al menos 70 metros de largo de este a oeste, revelando una obra que alteró la topografía natural para proyectar autoridad. Los investigadores descartaron que fuera una cantera, ya que la roca en el fondo está pulida y no muestra marcas de extracción.
El hallazgo se suma a estudios recientes que refuerzan la importancia de Jerusalén en los siglos X y IX a.C. Una investigación conjunta con el Instituto Weizmann de Ciencia, publicada en 2024, utilizó más de 100 dataciones por carbono-14 para confirmar que la ciudad ya era un centro urbano significativo en la época de David y Salomón. Este estudio también indica que la expansión hacia el Monte Sión ocurrió en el siglo IX a.C., durante el reinado de Joás o incluso antes, desafiando la idea de que Jerusalén creció solo tras el exilio asirio.
Datos clave sobre el foso de la Ciudad de David
- Dimensiones: 9 metros de profundidad, 30 metros de ancho, al menos 70 metros de largo.
- Datación: Usado en el siglo IX a.C., posiblemente construido hace 3,800 años (Edad del Bronce Medio).
- Propósito: Proteger el flanco norte y separar la zona residencial del acrópolis con el palacio y el templo.
- Vínculo bíblico: Relacionado con fortificaciones descritas en 2 Samuel 5:6-8 y el término “Millo” en 2 Samuel 5:9.
- Excavación: Realizada en el Givati Parking Lot por la Autoridad de Antigüedades de Israel y la Universidad de Tel Aviv.
Excavaciones en el Givati Parking Lot confirman fortificaciones antiguas
Las excavaciones en el Givati Parking Lot, iniciadas en 2007, han sido cruciales para entender la Ciudad de David como el núcleo original de Jerusalén. El foso, identificado tras remover capas de restos bizantinos, romanos y helenísticos, sorprendió a los arqueólogos por su escala. Dr. Yiftah Shalev explicó: “No se trata de una simple zanja, sino de una barrera deliberada que dividía la ciudad y protegía la acrópolis”. La conexión con las excavaciones de Kathleen Kenyon permitió trazar su extensión, confirmando que el foso cortaba la cresta sureste de Jerusalén, desde el Valle de Kidrón hasta el Valle de Tyropoeon.
El foso no solo servía como defensa, sino que también proyectaba el poder de los reyes de Judá. Según los investigadores, su construcción requería una organización sofisticada y recursos significativos, lo que sugiere que Jerusalén era una capital poderosa mucho antes de lo que algunos estudios previos asumían. Yosef Garfinkel, profesor de la Universidad Hebrea, afirmó: “Este hallazgo demuestra que en el siglo IX a.C., Jerusalén ya era una ciudad importante”. La evidencia desafía teorías minimalistas que reducían la ciudad a un asentamiento menor en la época de David.
El descubrimiento también arroja luz sobre estructuras asociadas, como canales tallados en la roca al fondo del foso, posiblemente usados para procesar líquidos, aunque su propósito exacto sigue siendo un misterio. Estos canales, datados en el siglo IX a.C., sugieren actividades económicas vinculadas al palacio o al templo. La Autoridad de Antigüedades señaló que tales instalaciones indican una economía centralizada en la Primera Monarquía. Los hallazgos serán presentados en la conferencia “Innovaciones en la Arqueología de Jerusalén” en agosto de 2024, organizada por la Autoridad de Antigüedades, la Universidad de Tel Aviv y la Universidad Hebrea.
La investigación en la Ciudad de David continúa revelando capas de la historia de Jerusalén. El foso, junto con estructuras como la Estructura de Piedra Escalonada y la Torre de la Fuente del Gihón, refuerza la idea de una ciudad fortificada y bien organizada en los siglos X y IX a.C. Los datos de carbono-14 han permitido correlacionar estos hallazgos con eventos bíblicos, como la construcción del Millo por Salomón mencionada en 1 Reyes 11:27. Esta evidencia fortalece la conexión entre la arqueología y las narrativas del Tanaj.
Contexto histórico de las fortificaciones de Jerusalén
La Ciudad de David, situada en la cresta este de Jerusalén, fue el núcleo original de la ciudad conquistada por David de los jebuseos, según 2 Samuel 5:6-8. Su ubicación, rodeada por el Valle de Kidrón al este y el Valle de Tyropoeon al oeste, ofrecía defensas naturales, pero el flanco norte era vulnerable. El foso recién descubierto abordaba esta debilidad, creando una barrera que aislaba el Templo y el palacio de posibles invasores. La Edad del Hierro IIA (siglos X-IX a.C.) marcó un período de consolidación para el Reino de Judá, con Jerusalén como su capital.
Estudios previos, como los de Eilat Mazar, identificaron estructuras monumentales, como la Estructura de Piedra Grande, posiblemente del siglo X a.C., que sugieren una capital centralizada. Sin embargo, arqueólogos como Israel Finkelstein han cuestionado estas dataciones, proponiendo que algunas estructuras son posteriores. El foso, con su datación confirmada por carbono-14, aporta evidencia sólida de una Jerusalén fortificada en la época de David y Salomón, respaldando la narrativa bíblica de una ciudad poderosa.
La excavación también destaca la continuidad de las defensas de Jerusalén a lo largo de los siglos. El foso permaneció en uso hasta el siglo II a.C., cuando fue rellenado para permitir nueva construcción. Durante el Período Persa y Helénico, la ciudad mantuvo esta división entre la acrópolis y la zona residencial. La Autoridad de Antigüedades subraya que estas excavaciones no solo iluminan el pasado bíblico, sino que también muestran la destreza técnica de los antiguos habitantes de Jerusalén.
El proyecto en el Givati Parking Lot forma parte de un esfuerzo más amplio para datar con precisión la historia de Jerusalén. La colaboración entre la Universidad de Tel Aviv, la Autoridad de Antigüedades y el Instituto Weizmann ha permitido superar limitaciones previas en la datación, que dependían principalmente de estilos de cerámica. Los resultados, publicados en la revista TEL AVIV, establecen un marco cronológico más sólido para la Primera Monarquía, confirmando que Jerusalén era un centro político y económico significativo en los siglos X y IX a.C.