Machu Picchu es uno de los yacimientos arqueológicos más reconocidos del mundo, pero es posible que todos estos años lo hayamos estado llamando por el nombre equivocado.
Así lo afirma un estudio publicado recientemente en Ñawpa Pacha: Journal of Andean Archaeology por el historiador Dr. Donato Amado Gonzales del Ministerio de Cultura de Perú (Cusco) y el arqueólogo Brian S. Bauer de la Universidad de Illinois Chicago.
Según ellos, este error de denominación del yacimiento puede deberse a un malentendido inicial de los topónimos locales.
“Revisar la información conocida puede revelar nuevos aspectos de Machu Picchu y su descubrimiento, así como sobre sus constructores y el papel del sitio en el Imperio Inca”, dijeron los investigadores.
Amado Gonzales está especializado en la historia colonial temprana de Cuzco y, como arqueólogo, Bauer se especializa en el crecimiento y la expansión de los incas. A lo largo de los años, los dos encontraron de forma independiente pruebas de que Machu Picchu se llamaba originalmente Huayna Picchu. Al darse cuenta de que estaban trabajando en el mismo tema, decidieron trabajar juntos y combinar su base de datos.
“Este tipo de errores de denominación son muy frecuentes”, señala Bauer. “No sugerimos que se cambie el nombre, ya que Machu Picchu es conocido en todo el mundo. Sin embargo, esta investigación aporta nueva información sobre los incas y sobre el descubrimiento del sitio”.
“Una rosa con cualquier otro nombre…” puede seguir siendo una rosa, “pero conocer el nombre original es importante para quienes estudian el sitio, los incas y el período colonial temprano en Perú”.
Su estudio sigue a la investigación realizada en 1990 por el erudito andino John Rowe, que fue el primero en utilizar documentos de archivo para argumentar que “Machu Picchu” era un nombre erróneo.
Los investigadores revisaron las notas de campo originales del explorador estadounidense Hiram Bingham -que en 1911 fue el primero en dar a conocer la existencia de la ciudad fortaleza inca en las montañas de Perú-, así como mapas de la región de principios del siglo XX y documentos terrestres españoles de hace siglos procedentes de distintos archivos.
Llegaron a la conclusión de que el nombre original de los incas para la ciudad era probablemente Huayna Picchu (montaña joven), por la cumbre rocosa más cercana al lugar, y no Machu Picchu (montaña vieja), que es el nombre del pico más alto cerca de la antigua ciudad. Los nombres son quechuas, la principal familia lingüística utilizada en la época de los incas y que aún hablan millones de personas en los Andes peruanos.
“Los resultados sugieren de manera uniforme que la ciudad inca se llamaba originalmente Picchu, o más probablemente Huayna Picchu, y que el nombre Machu Picchu se asoció a las ruinas a partir de 1911 con las publicaciones de Bingham”, dijeron en su documento.
Bingham llegó a Cusco a principios de julio de 1911, con la esperanza de identificar la ubicación de dos ciudades, Vitcos y Vilcabamba, desde las que los incas dirigieron una guerra de resistencia de casi 40 años contra los españoles.
El explorador llegó a las ruinas de la ciudad, que estaban cubiertas de maleza, de la mano de campesinos indígenas locales que le habían hablado de su existencia.
Los investigadores señalan que está bien documentado que la gente conocía las ruinas antes que Bingham. Dos familias de agricultores vivían junto a las ruinas en el momento de su primera visita y Bingham fue guiado al lugar por Melchor Arteaga, un agricultor arrendatario que vivía en el fondo del valle y que había estado en las ruinas al menos una vez antes. Además, los exploradores locales Enrique Palma, Agustín Lizárraga y Gavino Sánchez dejaron constancia de su visita al yacimiento en 1902.
Los investigadores dedujeron de las notas de campo de Bingham que éste decidió llamar a las ruinas Machu Picchu basándose en la información proporcionada por su guía, Arteaga, pero esto pudo deberse a un malentendido entre ellos sobre la toponimia.
Anteriormente, antes de que Bingham dejara Cusco para buscar los restos, el terrateniente Adolfo Quevedo le había hablado de unas ruinas llamadas Huayna Picchu a lo largo del río Urubamba. Según los documentos revisados por los investigadores, el hijo de Quevedo también le dijo a Bingham en 1912 que las ruinas se llamaban Huayna Picchu.
Los investigadores también señalaron que un atlas de 1904, publicado siete años antes de que Bingham llegara a Perú, también menciona la existencia de ruinas de una ciudad inca llamada Huayna Picchu.
Según Bauer, las conexiones más definitivas con el nombre original de la ciudad inca se conservan en los relatos escritos por los españoles relativamente poco después de que la región quedara bajo su control a finales del siglo XVI, cuando los indígenas de la región se planteaban volver a ocupar el lugar que llamaban Huayna Picchu.
“Aunque las pruebas negativas nunca son tan satisfactorias, es intrigante que no conozcamos ninguna referencia a una ciudad inca llamada Machu Picchu antes de que la noticia de la visita de Bingham estallara en todo el mundo en 1912”, escribieron los investigadores en su informe.
“En resumen, si bien Bingham sugirió que el nombre de las fantásticas ruinas que dio a conocer al mundo estaba “perdido en las sombras del pasado”, resulta reconfortante que las continuas investigaciones empiecen a traspasar esas sombras y proporcionen información sobre el nombre y la historia de esa ciudad”.