Los Incas, una civilización que gobernó vastas extensiones de la región andina de Sudamérica en los siglos XV y XVI, construyeron intensamente Machu Picchu en un lugar donde las fallas tectónicas se encuentran, sugiere la investigación.
Una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo, la majestuosa ciudadela incaica se encuentra a unos 8.000 pies sobre el nivel del mar en la cima de una estrecha cordillera de los Andes. Pero las razones por las que los Incas eligieron este lugar remoto e inaccesible han sido durante mucho tiempo un misterio para los expertos.
Ahora, la investigación presentada por Rualdo Menegat, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en Brasil, en la Reunión Anual de la Sociedad Geológica de América, indica que la decisión puede haber tenido algo que ver con la ubicación de zonas de fractura de fallas tectónicas entre dos bloques de roca en la corteza terrestre, que pueden variar en longitud desde unos pocos milímetros hasta miles de millas.
Para su investigación, Menegat utilizó imágenes satelitales y mediciones de campo para mapear la red de fallas, algunas de las cuales miden hasta 110 millas de largo en el área debajo de Machu Picchu.
Este análisis mostró que el Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO se encuentra justo encima de la intersección de tres direcciones principales de la falla y dos direcciones secundarias que corren de norte a sur y de este a oeste.
Además, Menegat encontró que los principales sectores, edificios y escaleras de Machu Picchu parecen estar orientados a lo largo de las direcciones de estas fallas.
“El diseño refleja claramente la matriz de fractura subyacente al sitio”, dijo Menegat en una declaración.
Este hallazgo se hace eco de investigaciones anteriores que han demostrado que algunos asentamientos incas -como Ollantaytambo, Pisac y Cusco- también están construidos encima de las intersecciones de las fallas.
“Cada una es precisamente la expresión de las principales direcciones de las fallas geológicas del sitio”, dijo Menegat.
A la luz de los resultados, argumenta que los Incas -que eran maestros canteros- eligieron deliberadamente sitios como éste en la intersección de las fallas, en parte porque ofrecían abundantes materiales de construcción en forma de rocas fracturadas.
“La ubicación de Machu Picchu no es una coincidencia”, dijo Menegat. “La intensa fractura allí predispuso a las rocas a romperse a lo largo de estos mismos planos de debilidad, lo que redujo en gran medida la energía necesaria para tallarlas. Sería imposible construir tal sitio en las altas montañas si el sustrato no estuviera fracturado”.
Los Incas usaban estas rocas para crear estructuras sin mortero, con piedras que encajaban tan bien entre sí que casi no había huecos visibles.
Además, el área en la intersección de las fallas puede haber proporcionado otras ventajas. Por ejemplo, las fallas podrían haber actuado como una fuente de agua, canalizando la lluvia y el hielo que se derrite directamente en el sitio. Por el contrario, también podrían haber ayudado a drenar el sitio después de intensas tormentas que frecuentemente afectan a la región.
“Alrededor de dos tercios de los esfuerzos para construir el santuario implicaron la construcción de drenajes subterráneos”, dijo Menegat. “Las fracturas preexistentes ayudaron a este proceso y ayudan a explicar su notable preservación. Machu Picchu nos muestra claramente que la civilización inca era un imperio de rocas fracturadas”.
El consenso general es que los Incas construyeron Machu Picchu alrededor del 1450, sin embargo, el sitio fue abandonado más tarde durante la conquista española.