Hace cientos de miles de años, los primeros humanos que vivían en la zona del actual Estado de Israel eran conscientes de que lo que comían los animales influía en el sabor de su carne o en la calidad de su piel, y elegían sus zonas de caza en función de sus preferencias culinarias y sus necesidades de abastecimiento, según sugiere una nueva investigación basada en los restos descubiertos en el yacimiento de la cueva de Qesem.
Un grupo de expertos israelíes y españoles analizó cientos de restos de animales descubiertos en la cueva, sobre todo dientes, y comprendió que distintas zonas del yacimiento se dedicaban a diferentes actividades, como la carnicería, la extracción de médula ósea o el tratamiento de las pieles. Además, se sorprendieron al descubrir que los animales procesados en estas zonas, a pesar de pertenecer a la misma especie, se caracterizaban por tener dietas diferentes, según el profesor de arqueología prehistórica de la Universidad de Tel Aviv, Ran Barkai.
“La cueva de Qesem fue visitada por los primeros humanos a partir de hace unos 400.000 años y hasta hace 200.000 años”, dijo. “Fue un periodo muy interesante en cuanto a la evolución cultural y biológica del ser humano, porque estamos hablando de un tipo humano que llegó justo después del Homo Erectus, el ancestro común de Sapiens y Neanderthal, y justo antes de ellos”.
“Este periodo se caracterizó por muchas innovaciones tecnológicas, entre ellas el inicio del uso del fuego”, dijo.
Situada en las colinas de Samaria, la cueva permaneció sellada y no se pudo acceder a ella hasta el año 2000, cuando fue descubierta por casualidad. Por ello, ofrece una serie de artefactos muy bien conservados y rastros de la vida paleolítica distribuidos a lo largo de 11 metros de capas arqueológicas.
Se han encontrado miles de restos de animales, sobre todo de gamos y caballos, entre ellos muchos cráneos y dientes.
“Los dientes son especialmente interesantes porque a partir de su desgaste es posible entender qué tipo de alimento consumía el animal y, en algunos casos, también durante qué estación del año era cazado”, dijo Barkai.

La cueva no estaba permanentemente ocupada, pero estaba muy organizada, y temporada tras temporada, durante años, si no decenas de miles de años, sus residentes mantuvieron la misma organización.
“Había varias chimeneas. Algunas zonas se dedicaban a fabricar herramientas de piedra, otras a procesar pieles de animales, otras a romper huesos de animales para extraer la médula ósea, etc.”, explicó Barkai.
Los investigadores descubrieron que en las distintas zonas de las cuevas se cazaba a los animales en diferentes estaciones, por lo que la cueva se utilizaba durante largos periodos del año, al menos durante varios meses.
“Lo que fue totalmente inesperado fue que los animales llevados a zonas específicas de la cueva tenían una dieta concreta”, señaló Barkai. “Por ejemplo, descubrimos que a la chimenea central de la cueva se llevaban gamos que solo comían hojas. Al mismo tiempo, los gamos encontrados donde se procesaban las pieles también comían ramas y hierba. Este patrón es reconocible en diferentes zonas del yacimiento”.
Según Barkai, los animales que presentaban dietas similares eran cazados en los mismos terrenos de caza.
“Nuestra interpretación es que aquellos primeros humanos elegían dónde ir a cazar en función del beneficio específico que los animales de allí podían ofrecerles, incluso en términos de preferencias alimentarias”, señaló. “En otras palabras, el alimento que comían los animales influía en los recursos que los humanos querían extraer de ellos: Sabían que la carne de una determinada zona en la que los ciervos comían hojas tendría un determinado tipo de sabor, mientras que los ciervos que consumían otras formas de vegetación presentarían cualidades diferentes.
“Su conocimiento del entorno en el que vivían era mucho más sofisticado de lo que imaginábamos”, dijo.
De cara al futuro, los investigadores trabajan para comprender mejor cómo las prácticas alimentarias de los animales afectaban a su potencial en cuanto a lo que los primeros humanos buscaban en ellos.
“Nos gustaría descubrir más sobre cómo los alimentos que comían los gamos y los caballos influían en sus cualidades y en cómo los humanos los consideraban”.