Hace unos 2.000 años, un escriba escribió al menos ocho de los Rollos del Mar Muerto, lo que le convierte en el escriba más prolífico jamás identificado, según ha descubierto un grupo de estudiosos.
Los Rollos del Mar Muerto son un corpus de unos 25.000 fragmentos desenterrados en cuevas a orillas del Mar Muerto en las décadas de 1940 y 1950. Los artefactos incluyen algunos de los manuscritos más antiguos de la Biblia y otros textos religiosos que no fueron aceptados en el canon y escritos no religiosos.
En los últimos años, un proyecto paleográfico basado en la inteligencia artificial, llevado a cabo por estudiosos de la Universidad de Groningen (Países Bajos) y apoyado por el Consejo Europeo de Investigación, se ha centrado en conocer mejor la identidad de los escribas que copiaron los pergaminos.
“Somos pioneros en la investigación de Qumran a nivel del escriba individual”, dijo la paleógrafa Gemma Hayes a The Jerusalén Post, tras presentar los resultados preliminares de su investigación en una conferencia académica en Groningen el mes pasado.
“El objetivo principal de mi trabajo ha sido utilizar la inteligencia artificial, un algoritmo de extracción y análisis estadísticos para probar 51 manuscritos que comparten un estilo de escritura particular”, añadió.
El estilo se conoce como semiformal redondo.
“Es una escritura muy bella que se remonta a finales del siglo I a.C.”, afirmó Hayes.
Los manuscritos analizados por los investigadores ya habían sido agrupados en el pasado. La célebre paleógrafa Ada Yardeni, fallecida en 2018, sugirió que unos 90 fragmentos de los Rollos del Mar Muerto que presentaban este estilo específico eran obra de un solo individuo.
“Ella tenía un método, identificó la forma específica en que se escribía una determinada letra -un lamed- y argumentó que en base a esta letra se podían agrupar todos estos manuscritos”, explicó Hayes.
Los investigadores no han podido analizar todos los manuscritos que Yardeni agrupó porque algunos de ellos no presentaban suficiente material para que la tecnología pudiera examinarlos.
“Necesitamos una cierta cantidad de caracteres”, señaló Hayes.
Los resultados en los 51 artefactos que se probaron fueron muy significativos: el sistema reconoció que ocho de los manuscritos considerados fueron escritos por la misma persona, lo que le convierte en el escriba más prolífico jamás identificado, además de demostrar su capacidad para trabajar en dos idiomas.
“Uno de los aspectos realmente emocionantes de nuestros hallazgos es que estos manuscritos son muy diversos”, explicó el investigador. “Encontramos siete manuscritos hebreos y uno arameo, los llamados manuscritos sectarios asociados a la comunidad de Qumrán y manuscritos no sectarios, así como algunos textos para-bíblicos, incluyendo el conocido como el testamento de Naftali y algunos escritos sobre Raquel y José”.
Entre los pergaminos escritos por este autor individual se encuentra también el icónico pergamino Miqsat Ma’ase ha-Torah (MMT), considerado por los estudiosos como un documento fundacional de la secta judía que muchos estudiosos creían que vivía en Qumrán.
El hecho de que una misma persona escribiera textos de distinta naturaleza podría ayudar a arrojar nueva luz sobre la identidad de esta comunidad y su relación con el resto del pueblo judío.
Los investigadores de “Las manos que escribieron la Biblia”, dirigidos por el profesor Mladen Popovic, director del Instituto Qumran de la Universidad de Groningen, entrenaron su algoritmo para reconocer elementos como el fondo y el primer plano, y medir el movimiento de la escritura y la caligrafía.
Así, el sistema les permitió determinar si los manuscritos que parecían muy parecidos estaban realmente escritos por la misma persona o solo con el mismo estilo.
“El hecho de que muchos escribieran de forma similar puede decirnos potencialmente algo sobre la formación que recibieron”, señaló Hayes.
Además de los ocho manuscritos identificados como copiados por el mismo escriba, todos los demás fueron escritos por personas diferentes, con una posible excepción: dos fragmentos que podrían haber sido escritos por una sola persona. También son muy diversos e incluyen algunos manuscritos bíblicos.
La investigación de Hayes continúa. Entre otras cosas, está estudiando las características ortográficas de los textos.
“Estoy investigando para poner carne y hueso a este escriba”, concluyó.