Jomaa al-Najjar estaba desesperado por enviar a su hija de 2 meses, Joud, fuera de la Franja de Gaza a Israel para recibir tratamiento médico urgente para la epilepsia. Pero como la Autoridad Palestina se negó a transmitir su petición, no había forma de coordinar su traslado.
Esta semana, ella murió en un hospital de Gaza.
La negativa a procesar las solicitudes de permisos médicos es parte de una decisión más amplia de la Autoridad Palestina de cortar los lazos con Israel. Con el objetivo de protestar en contra de los planes de Israel por empezar a aplicar la soberanía a Judea y Samaria, la medida ha perjudicado a muchos palestinos.
Los palestinos gravemente enfermos de la Franja de Gaza se han visto especialmente afectados, ya que no pueden recibir tratamientos que les salven la vida y que solo están disponibles en Israel o en el este de Jerusalén. Al menos dos niños que no pudieron cruzar a Israel han muerto desde que se aplicó la decisión.
“Todo paciente con una condición urgente debe ser considerado sin demora”, señaló al-Najjar.
El mes pasado, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, mencionó que la autoridad ya no estaba obligada por los acuerdos previos con Israel que se remontan a los años 90, que crearon la AP. Suspendió todos los vínculos con Israel, incluso la coordinación de la seguridad.
Los palestinos ven la iniciativa de soberanía propuesta por Israel en el Valle del Jordán y algunos poblados como una amenaza existencial porque haría virtualmente imposible crear un Estado palestino viable en Judea y Samaria, Gaza y el este de Jerusalén.
Sin embargo, los palestinos tienen poca o ninguna influencia. La decisión de cortar los lazos no parece haber cambiado los cálculos de Israel, aunque haya tenido consecuencias dolorosas y no deseadas para los palestinos. La negativa a aceptar las transferencias de impuestos recaudados por Israel cada mes, por ejemplo, ha dejado a la autoridad incapaz de pagar los salarios de sus decenas de miles de trabajadores.
“Estamos al borde del caos médico”, indicó Médicos por los Derechos Humanos-Israel, un grupo humanitario. Añadió que el Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina también ha dejado de cubrir el costo del tratamiento en los hospitales israelíes, lo que significa que los pacientes con trasplantes de órganos no pueden regresar para la rehabilitación post-operatoria. El grupo ha hecho un llamado a las autoridades israelíes para que garanticen la continuación del traslado de los pacientes palestinos a Israel para recibir tratamiento.
“Ahora, cientos están afectados. Miles se verán afectados pronto”, concluyó.
En Judea y Samaria, los palestinos que buscan atención médica pueden ir directamente a las autoridades militares israelíes para solicitar permisos.
Pero los gazatíes se enfrentan a una tarea más difícil. Israel se retiró del territorio en el 2005, y dos años después, el grupo terrorista Hamás tomó el poder de las fuerzas de la AP. Un bloqueo israelí y egipcio destinado para debilitar a Hamás, y tres guerras entre Israel y Hamás, han degradado gravemente el sistema de salud de Gaza.
Los pacientes que requieren un tratamiento avanzado suelen viajar al este de Jerusalén, Judea y Samaria, o incluso en el propio Israel. Necesitan el permiso de Israel para las tres. Egipto ha sellado su frontera con Gaza desde marzo debido al coronavirus.
Hamás no tiene contacto directo con Israel, pero permite que una oficina de enlace dirigida por la Autoridad Palestina en Gaza coordine la entrada y salida de pacientes médicos, incluso durante las guerras.
Un oficial destinado allí, que habló con la condición de mantener el anonimato porque no estaba autorizado a hablar con los medios de comunicación, indicó que a principios de junio recibió órdenes de la Autoridad Palestina de interrumpir todos los contactos con Israel y dejar de responder a los teléfonos.
El Centro Palestino de Derechos Humanos, una organización sin fines de lucro de Gaza, intervino brevemente para ayudar a coordinar los permisos pero se detuvo después de que los medios de comunicación israelíes informaron sobre el acuerdo.
“Vemos a los pacientes, los escuchamos, los miramos a los ojos y a los ojos de sus hijos y padres, y fue muy difícil tomar esta decisión”, mencionó Raji Sourani, el director del grupo, que solía ayudar a entre 200 y 300 pacientes al mes.
“Desafortunadamente, la politización israelí de este tema nos puso de espaldas contra el muro”, concluyó.