En junio de 2022, se rumoreó que Mahmoud Abbas, el octogenario presidente de la Autoridad Palestina (AP), sufría problemas de salud y que su estado podría estar deteriorándose rápidamente.
Aunque la oficina de Abbas se apresuró a acallar este rumor, éste no fue más que el último incidente de los últimos años que plantea dudas sobre cuánto tiempo le queda en el poder a Abbas, fumador empedernido de toda la vida y con un historial de problemas cardíacos.
Cada vez que se informa sobre el estado de salud de Abbas en las noticias, surgen inevitablemente dos preguntas clave: ¿cuál es el legado de Abbas y quién le sustituirá una vez que deje sus cargos de liderazgo?
En este artículo, echaremos un vistazo a los elementos contradictorios que definen el legado político de Abbas, y analizaremos los posibles escenarios que pueden surgir el día después de que Abbas deje su cargo.
Nacido en 1935, toda la vida adulta de Abbas ha estado definida por su papel en la política palestina. Fue miembro de Fatah, el violento grupo palestino fundado por Yasser Arafat, durante sus primeros años y se rumorea que estuvo relacionado con Septiembre Negro, la organización terrorista palestina responsable de varios atentados terroristas, entre ellos el asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich.
Sin embargo, ya a finales de la década de 1970, Abbas era conocido en Al Fatah y en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como partidario de lograr una solución pacífica del conflicto mediante negociaciones con Israel. En aquella época, esta postura política se consideraba arriesgada, ya que otros palestinos que defendían una solución negociada habían sido asesinados por sus rivales.
Sin embargo, a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, la postura de Abbas fue más aceptada dentro de los rangos superiores de la OLP, y se dio a conocer como negociador, representando a la parte palestina tanto en las conversaciones que condujeron a los Acuerdos de Oslo como en la Cumbre de Camp David entre Ehud Barak y Yasser Arafat.
Esta dicotomía dentro de la historia política de Abbas (pertenecer a organizaciones violentas y al mismo tiempo promover asentamientos pacíficos) también ha definido su mandato como presidente de la AP desde 2005.
Bajo la dirección de Abbas, los servicios de seguridad palestinos han aumentado su coordinación con Israel, deteniendo a miembros de organizaciones terroristas y trabajando para detener los ataques de lobos solitarios contra israelíes. Del mismo modo, el aparato de seguridad de la AP ha salvado con éxito, a lo largo de los años, la vida de cientos de israelíes que entraron inadvertidamente en los territorios controlados por la AP.
Además, Abbas ha desempeñado un papel decisivo en el control de la violenta organización Tanzim, así como en el desmantelamiento efectivo de la organización terrorista alineada con Al Fatah, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa.
Esto está muy lejos de los días de la Segunda Intifada, cuando los agentes de seguridad palestinos se quitaban los uniformes y participaban en ataques violentos, ya que Arafat fomentaba el terrorismo contra los civiles israelíes.
Sin embargo, aunque en una ocasión se refirió a la coordinación de seguridad con Israel como algo “sagrado”, Abbas también ha amenazado en numerosas ocasiones con poner fin a la coordinación de seguridad si Israel no se somete a sus exigencias (en 2015, había amenazado con cancelar la coordinación de seguridad un total de 58 veces).
Además, el mandato de Abbas como presidente de la AP también ha estado marcado por su apoyo al “pago por muerte”, un programa que proporciona financiación a los terroristas en las cárceles israelíes o a las familias de los terroristas. Según algunas estimaciones, esta política se lleva el 7% del presupuesto de la Autoridad Palestina.
Cuando se trata de la incitación contra Israel y los judíos dentro de la Autoridad Palestina, el legado de Mahmoud Abbas de valores contradictorios brilla claramente: la AP tomará periódicamente medidas drásticas contra la incitación, a la vez que sigue elogiando a los palestinos que son asesinados en medio de ataques contra israelíes.
En la misma línea, Abbas ha pedido perdón por la violencia de la Segunda Intifada y ha lamentado que no se aceptara el plan de partición de la ONU de 1947. Sin embargo, también ha afirmado que Israel ha cometido “50 holocaustos” contra los palestinos y que los judíos son responsables de su persecución en Europa.
Esto está en consonancia con su tesis doctoral y su posterior manuscrito, que cuestiona el número de víctimas del Holocausto y afirma que los sionistas cooperaron con los nazis.
Así pues, Abbas camina por una línea muy fina entre alejarse de la retórica violenta de Yasser Arafat y, al mismo tiempo, seguir participando en el revisionismo histórico antisemita.
En lo que respecta a su legado dentro de la Autoridad Palestina, muchos palestinos de Judea y Samaria ven a Mahmoud Abbas de forma demasiado negativa.
Para muchos palestinos, incluida una parte importante de la generación más joven, Abbas es visto como el jefe de un gobierno corrupto que se aferra al poder suprimiendo la oposición política, silenciando a los periodistas críticos y obstaculizando la disidencia civil. No es de extrañar, pues, que una encuesta realizada en 2021 revelara que casi el 80% de los palestinos quiere que Abbas dimita.
En resumen, cuando Mahmoud Abbas deje su cargo, ¿cuál será su legado duradero? Para muchos israelíes, será recordado como un líder que trajo más estabilidad a la región, pero que nunca pudo librarse del todo de la violencia, la incitación y la retórica antisemita que caracterizaron a las anteriores generaciones de líderes palestinos.
Sin embargo, entre gran parte de la población palestina de Judea y Samaria se le recordará como un autócrata corrupto que se presentaba como el líder de su pueblo pero que había perdido toda credibilidad en la calle palestina hace muchos años.
Como opinaba un analista, “[Abbas] intenta constantemente buscar legitimidad y validez tanto para los palestinos como para Israel, y todo el mundo lo considera detestable”.
Otro aspecto del legado duradero de Mahmoud Abbas es que, a pesar de tener 87 años y estar atormentado por problemas de salud, nunca ha nombrado a alguien que le suceda como presidente de la Autoridad Palestina, presidente de Fatah y presidente de la Organización para la Liberación de Palestina.
Sin un sucesor (o sucesores) en su lugar, nadie sabe exactamente lo que sucederá cuando Abbas deje su cargo.
A continuación se exponen cinco posibles escenarios planteados por analistas y observadores políticos sobre lo que ocurrirá el día después de que Mahmoud Abbas deje su cargo.
1) El escenario más probable es que el Consejo Nacional Palestino, el órgano legislativo de la OLP, elija a alguien para sustituir a Abbas. Aunque no está claro quién es el precursor, los cuatro principales aspirantes a la dirección de la Autoridad Palestina son Hussein Al-Sheikh, Jibril Rajoub, Mahmoud Aloul y Majid Faraj.
Aunque todos ellos poseen estilos de liderazgo y temperamentos diferentes, se cree que estos hombres continuarán el legado de Abbas de cooperación en materia de seguridad con Israel, frenando a las fuerzas extremistas y actuando como pilares de la estabilidad. Sin embargo, esto puede perjudicar su credibilidad en la calle palestina y no serán capaces de imponer el respeto necesario para administrar eficazmente la Autoridad Palestina.
Un aspirante comodín para sustituir a Mahmoud Abbas es Mohammed Dahlan, antiguo jefe de Al Fatah en Gaza que fue expulsado del partido por Abbas en 2011 y que desde entonces vive en los Emiratos Árabes Unidos.
Aunque su turbulenta relación con Abbas puede convertirlo en un líder atractivo para los desafectos al actual liderazgo palestino, es poco probable que Dahlan sustituya a Abbas, ya que sólo posee seguidores leales en Gaza, algunos campos de refugiados y entre las facciones militantes de Al Fatah.
2) Otra posibilidad es que las funciones de Abbas se repartan entre tres sucesores (y es probable que Faraj sea uno de los tres) hasta que se celebren elecciones generales para la AP. Sin embargo, no está claro si la AP celebrará elecciones, ya que tanto Al Fatah como Hamás no están dispuestos a poner a prueba sus posiciones de poder en Judea y Samaria y Gaza, respectivamente.
No obstante, existe la posibilidad de que, tras la marcha de Abbas, se produzca una amplia demanda popular de elecciones, lo que abriría la puerta al grupo terrorista Hamás, designado por Estados Unidos, a integrarse en todas las instituciones de la AP. En última instancia, esto podría llevar a Hamás a convertirse en miembro de la OLP y a desbancar a Al Fatah de su posición de poder.
3) Si no hay consenso entre los dirigentes de Al Fatah sobre quién sustituirá a Abbas, podría producirse un estallido de violencia entre las distintas facciones de Al Fatah, y las distintas regiones de Judea y Samaria acabarían siendo controladas por líderes y milicias armadas distintas.
Hamás podría aprovecharse de esta situación presentándose como la opción de liderazgo más estable.
4) La persona que sustituya a Mahmoud Abbas como presidente de la Autoridad Palestina puede tratar de ganar credibilidad entre las masas palestinas adoptando un enfoque hostil hacia Israel. Esto significaría muy probablemente la suspensión de la coordinación de seguridad entre los servicios de seguridad palestinos e israelíes.
Aunque esto puede hacer que el novato líder palestino sea más popular entre su propio electorado, es poco probable que ocurra ya que la AP depende en gran medida de los impuestos israelíes para financiar su administración.
5) El último escenario posible para una Autoridad Palestina posterior a Mahmoud Abbas es la disolución total de la AP. Si el sucesor de Mahmoud Abbas no logra mantener la autoridad sobre los palestinos de Judea y Samaria, esto podría llevar a la pérdida de la integridad de la AP, su monopolio de la fuerza y, en última instancia, su capacidad de funcionar como administración civil.
Aunque esta idea tiene peso en la calle palestina (una encuesta reveló que el 45% de los palestinos de Judea y Samaria apoyan la disolución de la AP), resultaría un desastre económico, ya que la AP es el mayor empleador de palestinos en Judea y Samaria.
Durante casi 20 años, Mahmoud Abbas ha sido la cara pública de la Autoridad Palestina, reuniéndose con líderes internacionales, hablando en las Naciones Unidas y representando a la AP en sus rocosas relaciones con Israel. Ahora, en el ocaso de su carrera pública, parece que el legado de Abbas es polifacético y está lleno de valores contradictorios.
Por un lado, Abbas ha supervisado una mayor coordinación en materia de seguridad con Israel y se ha alejado de la retórica violenta de Yasser Arafat y otros líderes palestinos que le precedieron. Por otro lado, Abbas sigue apoyando económicamente a los terroristas y a sus familias y trivializando la historia judía y menospreciando la conexión judía con la Tierra de Israel. Para los palestinos, su legado es de corrupción, autocracia y silenciamiento de las críticas.
Sin embargo, si Abbas no nombra a un sucesor (o al menos establece canales de sucesión), su legado duradero será el de alguien que puso en peligro la estabilidad de la Autoridad Palestina, dejó la puerta abierta para que Hamás se infiltrara en las instituciones de la AP y amenazó la continuidad de todo aquello por lo que trabajó durante la mayor parte de su vida adulta.