Torturado por la Autoridad Palestina por frustrar el terror, árabe consigue reparación en la corte israelí
Walid odia las noches. Son solitarias y aterradoras en su silencio. Es un hombre de 50 años, bajo y fornido, con una cabeza calva que, aun contando la historia de su tortura, logra dar lugar a algunas bromas con una sonrisa. Seguramente sería el bromista de un grupo de amigos,...
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