Una adolescente se ha recuperado notablemente en Jerusalén, tres meses después de haber sido trasladada por vía aérea desde Ucrania, cuando estaba en coma profundo y se creía que tenía una mínima posibilidad de sobrevivir.
Mientras el sistema sanitario se desmoronaba a su alrededor en Ucrania esta primavera, Anna Kosma sufría varias convulsiones al día. Los médicos locales habían administrado a la joven de 18 años un medicamento que la paralizaba temporalmente, y su familia no sabía a quién recurrir.
La ciudadana ucraniana-israelí que vive cerca de Kiev, fue trasladada al aeropuerto Ben Gurion por las organizaciones de rescate israelíes United Hatzalah y Zaka. Una ambulancia la esperaba para llevarla al Centro Médico Shaare Zedek de Jerusalén, donde estaba, hasta ahora, en la UCI.
“Me reuní con la ambulancia y la llevé directamente a cuidados intensivos, sin ni siquiera detenerme en Urgencias, ya que no tenía sentido dada la gravedad de su estado”, dijo el Dr. Stefan Mausbach, director de cuidados neurointensivos, a The Times of Israel. “Llevaba semanas con convulsiones”.
Kosma había pasado por una rara infección bacteriana o vírica que le causaba epilepsia y una serie de reacciones graves. “A su llegada, no reaccionaba en absoluto y estaba en coma”, dijo Mausbach, explicando que la posibilidad de que se produzcan daños cerebrales graves en estos casos es muy alta. “Calculé sus posibilidades de supervivencia entre el 1% y el 2%”.
El colega de Mausbach, el Dr. Roni Eichel, director de neurología del Shaare Zedek, explicó que se enfrentaba a un caso raro de epilepsia convertida en fiebre que es “muy difícil de tratar con fármacos, por lo que el paciente en la mayoría de los casos sufre un daño cerebral grave, y en muchos casos hay riesgo de muerte”.
Los médicos profundizaron su coma hasta un estado llamado anestesia cerebral, ya que esto permitía tratarla con una menor probabilidad de daño cerebral. Mantuvieron este estado durante cuatro días. Después de esto, cambiaron todos sus medicamentos y observaron cierta mejoría. Mausbach dijo: “Empezó a reaccionar más, pero aun así, tuvo unas 20 convulsiones al día durante otra semana”.
Siguió un largo y laborioso proceso de probar distintos enfoques y diferentes fármacos, y hace unos días, a pesar de la posibilidad de que quedara algún daño cerebral duradero, Anna salió de cuidados intensivos -por su propio pie- y entró en rehabilitación.
“Estaba muy emocionada y muy contenta de que le dieran el alta”, dijo Mausbach. “Nos esforzamos mucho por ayudarla, trabajando con ella todo el día y la noche. Lo que acabamos de presenciar es algo que los médicos ven una vez en la vida. Tenemos muchas miserias en cuidados intensivos, así que ver algo así es genial”.