La edición presente de Mateo es una herramienta filológica trilineal que ofrece griego, transcripción y traducción lingüística sin orientación doctrinal ni influencia devocional externa.
Esta edición del Evangelio según Mateo no es una Biblia confesional. Es una herramienta de trabajo filológico. Su finalidad principal consiste en ofrecer el texto griego, su transcripción fonética y una traducción al español construida desde criterios lingüísticos y textuales, no desde la necesidad de sostener doctrinas, fórmulas litúrgicas o hábitos devocionales. Todo el volumen está concebido para que el lector pueda comprobar en la primera columna qué dice el griego, cómo suena y cómo se ha vertido al español, con notas que explican las decisiones tomadas.
La base textual es una edición crítica estándar del texto griego de Mateo. No se corrige el texto para alinearlo con lecturas tradicionales ni se privilegian variantes porque armonicen mejor con la teología de una confesión concreta. Las variantes solo se señalan cuando afectan al sentido, a la sintaxis o a las relaciones intertextuales. El lector no recibe un texto “limpio” de tensiones, sino el texto tal como se transmite en la tradición manuscrita, explicado desde la crítica textual y la filología.
La estructura trilineal responde a un criterio técnico. La primera línea presenta el griego koiné versículo a versículo y es el núcleo de la obra. La segunda línea ofrece una transcripción fonética sistemática orientada a hispanohablantes, pensada para leer el texto en voz alta con reglas estables, no para recrear una “pronunciación sagrada”. La tercera línea presenta la traducción española, diseñada para respetar las estructuras y valores semánticos del griego todo lo posible, sin disfrazar pasajes incómodos ni reconstruir una prosa “piadosa” a costa de borrar rasgos del original.
Esta traducción se diferencia de las versiones confesionales en varios puntos concretos. No armoniza los evangelios entre sí ni corrige formulaciones de Mateo para que encajen con lecturas dogmáticas posteriores. No sustituye términos problemáticos por equivalentes doctrinalmente neutros, ni fuerza traducciones consolidadas por la liturgia cuando el griego apunta en otra dirección. Expresiones como “libro de las crónicas” en Mateo 1:1 o “la joven está embarazada” en Mateo 1:23 responden a decisiones filológicas argumentables, vinculadas al hebreo, a la Septuaginta y al contexto judío del Segundo Templo, y no a la defensa de una interpretación concreta.
Otro rasgo diferenciador es el tratamiento de nombres propios y conceptos. Se conservan formas como Avraham, Itzjaq, Iaaqov, Iehudá, Iehoshúa, Rúaj haQódesh o Imanu-El. Esta elección no pretende construir un lenguaje devocional alternativo, sino explicitar la matriz judía del texto y mantener visible la continuidad con el Tanaj. Allí donde muchas traducciones confiesionales normalizan los nombres al patrón latino o a la tradición eclesiástica, aquí se señala deliberadamente el vínculo lingüístico con el hebreo y el arameo.
Las notas filológicas al pie son el lugar donde se explicita el método. Comentan valores aspectuales de los verbos, usos del artículo, construcciones de participio, semitismos, paralelos con la Biblia hebrea y con otras fuentes del período, así como la motivación de determinadas opciones de traducción. Cuando una decisión traductológica afecta a cuestiones doctrinales habituales, se indica con claridad qué dice el griego, qué alternativas de traducción son posibles y qué se pierde o se gana con cada una. El lector encuentra datos, no consignas.
Este enfoque implica que el texto no induce una lectura doctrinal. No se insertan adjetivos, precisiones o glosas dentro del cuerpo de la traducción para guiar la interpretación del lector hacia una posición teológica determinada. No se corrigen tiempos verbales ni estructuras sintácticas por resultar incómodas para una dogmática previa. Tampoco se añaden títulos, encabezados interpretativos o marcas devocionales en el flujo del texto. Cuando se cita tradición judía, cristiana antigua o exégesis moderna, se hace como contexto para entender cómo ha sido leído el texto, no para imponer esa lectura.
El volumen abarca los veintiocho capítulos del Evangelio según Mateo con el mismo esquema trilineal y con un aparato de notas que acompaña la lectura sin reemplazarla. El diseño permite una lectura continua, pero también la consulta puntual de versículos concretos cuando se trabaja sobre problemas léxicos, sintácticos o intertextuales. El objetivo es que el lector pueda verificar de manera directa cada paso: desde el griego al valor fonético, de ahí a la traducción, y finalmente a la discusión filológica que justifica la opción elegida.
En resumen, esta edición se sitúa explícitamente fuera del modelo de Biblia confesional. No se apoya en una autoridad eclesial, sino en el análisis del texto. No busca reforzar la fe, sino describir con precisión lo que el texto dice, cómo lo dice y qué presupone en términos lingüísticos y culturales. A partir de ahí, cada lector, estudiante o investigador decide qué hacer con esos datos.
