Jerusalén acoge al cardenal italiano Pierbattista Pizzaballa, diplomático de origen humilde y patriarca latino de una diócesis que incluye Chipre, Jordania, Israel, Gaza y Judea y Samaria. Este franciscano de 60 años, residente en la ciudad desde 1990, se posiciona como favorito para suceder al Papa Francisco en el cónclave del 7 de mayo.
Con tenacidad, Pizzaballa forja vínculos con autoridades israelíes y palestinas en medio de un conflicto de décadas. “La paz, la reconciliación y el diálogo son esenciales para nuestra fe”, afirmó a periodistas antes de viajar a Roma, destacando los esfuerzos de Francisco por la paz.

En septiembre de 2023, Francisco lo nombró cardenal, semanas antes del ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre, que dejó 1.200 muertos y 251 rehenes, desatando la guerra en Gaza. Tras el ataque, Pizzaballa respaldó una declaración de líderes religiosos que pedía a Israel evitar víctimas inocentes en su ofensiva contra Hamás, grupo que controla Gaza. El texto, que no condenó la masacre, provocó la ira de Israel. Días después, el cardenal repudió la “barbarie inaceptable” de Hamás y ofreció intercambiarse por niños israelíes secuestrados.
A medida que la guerra se intensifica, Pizzaballa admite la limitada influencia de los cristianos. En agosto de 2024, señaló: “Políticamente, carecemos de relevancia”. También reconoció la dificultad de unir a cristianos, judíos y musulmanes, incluso en el ámbito institucional.

Nacido el 21 de abril de 1965 en Liteggio, cerca de Bérgamo, Pizzaballa creció en un entorno rural. “Las visitas al establo por leche, los paseos en carretas para segar heno y los juegos simples marcaron mi infancia”, relató en su ordenación como obispo en 2016. Esa vida sobria forjó su búsqueda de sencillez y autenticidad.
Un sacerdote local, el padre Persec, inspiró su vocación. “Su amor por la gente y su bicicleta recorriendo el pueblo dejaron huella en mí”, recordó. A pesar de la resistencia inicial de su madre, Pizzaballa estudió teología en Emilia-Romagna.

En 1999, se unió a la Custodia de Tierra Santa, que administra santuarios cristianos en Belén y Nazaret. En 2016, asumió como administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, donde reorganizó las finanzas. Fluido en hebreo e inglés, conoce a fondo la sociedad israelí.
la guerra no le impidió visitar Gaza. En diciembre de 2024, presidió una misa en la parroquia de la Sagrada Familia, donde unos 1.000 cristianos, incluidos 135 católicos, buscan refugio. “Ustedes iluminan nuestra Iglesia”, dijo. “Tras la guerra, reconstruiremos escuelas, hospitales y hogares. Resistiremos con fuerza. Nunca los abandonaremos”.