El valle de Hula en Israel solía ser el hogar de miles de grullas grises que venían a pasar el invierno gracias a la alimentación proporcionada por la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel. Sin embargo, este año, la falta de alimento ha reducido significativamente el número de aves que llegan al parque.
El valle de Hula y su historia
Antiguamente, muchos valles en Israel eran marismas que proporcionaban alimento a las cerca de 500 millones de aves que migran a través de Israel dos veces al año entre Europa y África. Sin embargo, la mayoría de estos valles se han desecado para proporcionar tierras para el desarrollo y la agricultura.
El valle de Hula se volvió a inundar en la década de 1990 para ayudar a restaurar el daño ecológico que se había causado. Desde entonces, el Parque del Lago Hula, gestionado por el Fondo Nacional Judío KKL-JNF, se ha convertido en una importante atracción turística.
La alimentación de las grullas
Los agricultores del parque empezaron a plantar maíz y cacahuetes, exactamente los cultivos que les gusta comer a las grullas, lo que provocó enfrentamientos. Como resultado, la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel empezó a alimentar a las aves para alejarlas de las tierras agrícolas y mantenerlas en el parque.
Este año, la alimentación ha cesado y el número de grullas ha descendido significativamente a entre 18.000-25.000, frente a las 40.000 aves que se quedaban en invierno cuando la alimentación era proporcionada.
El equilibrio ecológico
El hacinamiento de las aves dejó a las mismas vulnerables a las enfermedades. El año pasado, se produjo un brote de gripe aviar que mató a alrededor de 8.000 grullas. Por eso, el INPA acordó un plan quinquenal para eliminar gradualmente la alimentación en el parque.
Durante el primer año, el INPA empezó a alimentar a las aves más tarde en la temporada y redujo la cantidad de alimentos en un 10%. Esta decisión tuvo que sopesar varios factores, como el turismo, las necesidades de los agricultores y la obligación de hacer lo mejor para las aves.
En conclusión, la falta de alimentación ha llevado a una reducción en el número de grullas hibernantes en el valle de Hula. Es importante encontrar el equilibrio adecuado para proteger tanto a las aves como al ecosistema.