Al parecer, el espía israelí Jonathan Pollard se ha comprometido a casarse, menos de un año después de perder a su esposa, Esther, que durante mucho tiempo abogó por su liberación de la prisión estadounidense.
Esther Pollard falleció en enero a causa de complicaciones derivadas del COVID-19, tras haber luchado también contra el cáncer de mama durante años.
Pollard se casará con Rivka Abrahams-Donin, madre de siete hijos y miembro de la comunidad ultraortodoxa de Jabad en Israel, informó el miércoles el sitio de noticias ultraortodoxo Haredim 10.
Según los medios de comunicación en lengua hebrea, el anuncio iba a hacerse el miércoles por la mañana, pero la pareja pidió posponerlo hasta después del funeral del mayor Bar Falah, subcomandante de la unidad de reconocimiento de élite Nahal. Falah, de 30 años, fue asesinado mientras dirigía sus tropas para detener a dos presuntos terroristas palestinos a primera hora del miércoles.
Mostrando gratitud a su difunta esposa por su “infinito amor”, Pollard dijo en el anuncio que fue ella quien presentó a los dos y “permitió que ocurriera este milagro”.
Pollard se había trasladado con su difunta esposa, Esther, a Israel en diciembre de 2020, después de cumplir 30 años de prisión en Estados Unidos por espionaje, seguidos de cinco años de libertad condicional.
“No es así como esperaba que volviéramos a casa a la tierra”, dijo Pollard en su funeral en enero. Esther y Jonathan se casaron mientras este último cumplía su condena y fue una defensora de él, haciendo campaña durante años para su liberación.
La viuda Abrahams-Donin es una inmigrante en Israel que perdió a su marido hace siete años, según Haredim 10. La familia vive en Jerusalén.
Pollard y su futura esposa tienen previsto casarse dentro de unos dos meses, después de las altas fiestas.
Como analista de inteligencia en el centro antiterrorista de la Marina estadounidense, Pollard pasó miles de documentos cruciales de Estados Unidos a Israel, lo que tensó las relaciones entre los dos estrechos aliados.
Fue detenido en 1985, declarado culpable de espionaje y condenado a cadena perpetua dos años después, a pesar de declararse culpable en un acuerdo que sus abogados esperaban que diera lugar a una sentencia más indulgente.
Finalmente fue liberado en 2015, pero se le mantuvo en Estados Unidos por las normas de libertad condicional y no se le permitió viajar a Israel.
Durante varios años estuvo sometido a un toque de queda, tuvo que llevar un monitor de muñeca y se le prohibió trabajar para cualquier empresa que no tuviera software de vigilancia del gobierno estadounidense en sus sistemas informáticos. Además, se le restringió la posibilidad de viajar al extranjero.