La mañana del 7 de octubre de 2023, Tania Coen-Uzzielli aterrizó en Israel procedente de Florencia, donde asistió a una conferencia sobre mecenazgo artístico. Al llegar, se encontró con un país en medio de una crisis, tras los ataques masivos en el sur.
Mientras revisaba las noticias, el equipo del Museo de Arte de Tel Aviv, que dirige desde 2019, comenzaba a desmontar la muestra del escultor Alberto Giacometti, temiendo por la seguridad de las obras. Se contactó a la fundación francesa propietaria de la colección para coordinar su retorno a París.
Al día siguiente, otras piezas importantes del museo fueron trasladadas a un depósito subterráneo. Aunque la institución cerró sus puertas, los empleados siguieron trabajando para encontrar formas de apoyar a los miles de evacuados que llegaban a Tel Aviv.
El personal decidió ofrecer el museo como un espacio de refugio temporal. Coen-Uzzielli explicó que la plaza al aire libre, decorada con esculturas de Menashe Kadishman y Henry Moore, se transformó en la Plaza de los Rehenes, un lugar para las familias afectadas por los secuestros.
Por su ubicación frente al Ministerio de Defensa, la plaza se convirtió en un punto de referencia para las manifestaciones y reuniones. En las primeras semanas, las actividades se enfocaron en instalaciones artísticas que destacaban la difícil situación de los rehenes.
Una de las primeras iniciativas fue una mesa de Shabat colocada frente a la entrada del museo. Aunque la directora sugirió la ubicación, las decisiones sobre cómo utilizar el espacio recayeron en el Hostages Forum.
La relación entre el museo y las familias de los rehenes se fortaleció con el tiempo. Coen-Uzzielli destacó que la institución asumió un papel activo, equilibrando su misión artística con las necesidades de la sociedad.
Durante las primeras semanas de la guerra, el museo permaneció cerrado, pero ofreció actividades virtuales para niños evacuados. Al reabrir en noviembre, adaptó sus exposiciones para reflejar los eventos recientes.
La Plaza de los Rehenes evolucionó con el tiempo. Se instalaron carpas para reuniones, se vendieron productos con el lema “Bring Them Home Now” y se organizaron discursos y presentaciones de familiares de los secuestrados.
El museo permitió a los organizadores utilizar sus instalaciones, ofreciendo espacios de almacenamiento y baños. Además, se realizaron clases de yoga y servicios de Shabat en apoyo a los afectados, como Carmel Gat, una rehén que posteriormente fue asesinada por sus captores.
Las visitas terapéuticas y reuniones para los sobrevivientes del ataque también encontraron lugar en el museo. Coen-Uzzielli afirmó que un museo debe ser ágil y capaz de adaptarse a cualquier circunstancia.
A medida que disminuyó la amenaza de los cohetes, las obras almacenadas volvieron a las galerías. Sin embargo, el museo aún enfrenta retos en el ámbito internacional, con proyectos suspendidos y boicots culturales impulsados por colectivos pro palestinos.
El mundo del arte ha mostrado cautela hacia los museos israelíes tras los eventos del 7 de octubre. Algunas instituciones dejaron de colaborar, obligando al Museo de Tel Aviv a replantear sus estrategias.
Sin préstamos internacionales, la institución organizó exposiciones con obras de coleccionistas locales. Entre ellas, destaca una instalación de Muhammad Abo Salme, artista beduino, que simboliza la solidaridad con los rehenes mediante cadenas de cuentas metálicas.
El museo también mantuvo programas para escuelas de habla árabe, pese a que algunas iniciativas generaron incomodidad entre visitantes árabes. Coen-Uzzielli afirmó que la misión del museo es reflejar la sociedad israelí y sus complejidades.
Para 2024, se habían planeado exposiciones que debieron ser pospuestas por la sensibilidad del contexto. Las próximas muestras estarán enfocadas en mujeres y artistas árabes, adaptando el programa a la situación actual.
Coen-Uzzielli expresó que el museo busca ser una plataforma que muestre la diversidad de Israel. Aunque algunos colaboradores internacionales retomarán los lazos, otros podrían no hacerlo.
Con planes ajustados hasta el verano de 2025, el museo se prepara para reaccionar ante cambios inesperados. La directora subrayó la importancia de ser ágiles y resilientes frente a los desafíos futuros.