A pesar de las fuertes presiones para que boicoteara su combate programado para el viernes contra la israelí Raz Hershko, la judoka Tahani al-Qahtani, de Arabia Saudita, decidió enfrentarse a Hershko en la categoría femenina de 78 kilogramos de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Hershko venció a Al-Qahtani, pero quedó eliminada de los Juegos de Tokio. Tras el combate, Hershko y Al-Qahtani compartieron un caluroso abrazo, no combativo.
“Estoy contento de que se haya celebrado este partido. Después del partido, hablamos un poco en la sala, pero ella [Al-Qahtani] no quería que los medios de comunicación lo documentaran. Nos dimos la mano y nos abrazamos, hablamos del partido, de la situación en su país”, dijo Hershko.
“Le dije que lo entendía y que era valiente. Me alegro de que al final se levantara, a pesar de todo, y luchara como debía. Me alegro de que el deporte haya ganado”, añadió Hershko.
El lunes todavía no estaba claro si Al-Qahtani se enfrentaría a Hershko. A pesar de las presiones políticas para que renunciara al combate, varios usuarios de las redes sociales opinaron que debía competir, ya fuera porque consideraban que los Juegos Olímpicos son apolíticos o porque querían verla “vencer al diablo”.
El combate Hershko-Al-Qahtani se produjo después de que el judoka argelino Fethi Nourine fuera expulsado de los Juegos por negarse a competir contra la isarelí Tohar Butbul.
La Federación Internacional de Judo calificó la postura de Nourine como “totalmente contraria a la filosofía de la FIJ”. La FIJ tiene una estricta política de no discriminación, promoviendo la solidaridad como un principio clave.