Es increíble que se haya suspendido el partido que debían jugar Israel y Argentina el 9 de junio en Jerusalén. Lo que se ha hecho hoy en Argentina y en Barcelona invitaba a que la AFA dejará de lado cualquier intervención política y vaya a jugar el partido.
Pero decidió ponerse de un solo lado, del lado del terror, sin pensar en el dolor de los miles de niños israelíes que se ilusionaron sacando su entrada para ver a sus ídolos. Pero no, decidieron tomar parte.
Nadie puede imaginar que mañana cuando se levanten haya niños israelíes pisando la camiseta de Messi porque no van a jugar el partido, a ningún israelí se le puede ocurrir quemar banderas argentinas por la suspensión del partido ni manifestando contra el equipo argentino por despreciar a un país que lo esperaba con los brazos abiertos.
Habrá mucho dolor en Israel, pero como siempre, la vida seguirá de la misma manera; igual que cuando entra un terrorista, comete un atentado, mata a tres, cinco y diez israelíes y nadie en el mundo levanta la voz para condenarlo. El país funciona, duelen las heridas, pero sigue funcionando.
Uno puede entender a los jugadores y a sus familias. Seguramente muchos de ellos les deben haber aconsejado a sus esposos, hijos o hermanos que no vayan. Que los van a matar si van. Quiero decirles que esto no iba a pasar. Que Israel es un país que los iba a cuidar como cuida cada día a cada uno de sus ciudadanos. Que hubiesen ido al Muro Occidental (tal vez como Maradona en el 86) a pedir el deseo de todos los argentinos. Que hubiesen jugado y esa inmensa comunidad argentina que vive en Israel, los hubiese disfrutado.
Uno puede pensar que desde aquellos ignorantes de cabotaje que tenemos en la Argentina que sin tener idea de lo que sucede a 12 mil kilómetros de distancia pero que tocan el bombo y la vuvuzela “por la masacre palestina”, pero que no salieron a condenar ( ni ellos ni los políticos de entrecasa) la verdadera masacre en la Rambla de Barcelona o en las calles de Paris, seguramente esos mismos ignorantes tampoco saben que Gaza está gobernada por un grupo terrorista llamado Hamás, que corta la electricidad, el gas, prohíbe internet y en la TV adoctrina niños “para matar judíos”, que obliga a los propios palestinos ir a tirar piedras o cometas incendiarias para mostrar que son las “víctimas en este conflicto”. Tiene lógica en ellos, los que son llevados como ganado a cualquier manifestación por el solo hecho de cobrar “su diaria” sin ideología posible.
Pero están los otros, los que en algunos casos tienen mayor responsabilidad, los estrategas de generar este caos que terminó con la suspensión del partido. Aquellos antisemitas, antisionistas o judeófobos anidados en distintos estamentos de la sociedad. Pueden ser políticos, sindicales, actores, dirigentes o simplemente gente de a pie que heredó el antisemitismo y no sabe por qué. Con un solo objetivo; dañar al Estado de Israel en todas las formas posibles.
Dentro de Israel mañana será un día más. Dolerá esta noticia pero se seguirá trabajando por el crecimiento de un país, que en tan solo 70 años se convirtió en una usina de médicos, científicos, intelectuales, estrategas políticos y militares que sirven no solo a su país sino a la humanidad.
No me imagino a ningún niño israelí pisando la camiseta de Messi ni a ningún adulto israelí quemando la bandera argentina. Eso es lo que diferencian a los que queremos y amamos la paz de los terroristas y sus aduladores. De un lado, duele, da bronca, impotencia, pero se levantan y siguen. Del otro, queman, lastiman…o matan.
Gustavo Szpigiel
(@GusSzpigiel)
Director de Vis a Vis