El destituido embajador de Sudán en Estados Unidos, que ocupaba su cargo mientras su país normalizaba los lazos con Israel durante el último año y medio, acusó a Jerusalén de respaldar el golpe militar del año pasado en Sudán y advirtió que no era la forma de ganarse a los ciudadanos del país.
Noureddine Sati habló con la emisora pública Kan en una entrevista en vídeo emitida con subtítulos en hebreo el domingo. En 2020, el veterano diplomático se convirtió en el primer embajador sudanés en Estados Unidos en 23 años, y luego fue destituido después de que se pronunciara contra el golpe de Estado de octubre de 2021 del general de división sudanés Abdel Fattah al-Burhan. El régimen en el poder lo retiró en enero de este año, pero sigue en Estados Unidos.
Los lazos con Israel no se vieron afectados por el golpe, lo que hizo que muchos en Sudán tuvieran la sensación de que Israel respaldaba a los militares, lo que dio pie a los que se oponen a la normalización, informó Kan.
Sati también dijo que veía la mano de Israel en el golpe y advirtió que “Israel cometió un error, esta no es la forma correcta de entrar en Sudán”.
“Si quieren la amistad del pueblo sudanés, si quieren la normalización con el pueblo sudanés y con Sudán, tienen que entrar por la puerta grande, por la puerta del pueblo sudanés”, dijo, refiriéndose a los funcionarios elegidos y al público que los votó en el poder.
“Israel y otros tienen que entender que no habrá estabilidad en Sudán mientras haya un gobierno militar”, insistió. “No se pongan al lado del ejército que está matando a los sudaneses, los sudaneses no lo olvidarán”.
Sait, de 75 años, dijo que no tiene forma de volver a Sudán “bajo el régimen actual”. Más bien, dijo, seguirá denunciando el régimen militar desde el extranjero.
Bajo la administración de Trump, Sudán se animó a normalizar los lazos con Israel a cambio de que Washington lo sacara de la lista de países que apoyan el terrorismo, abriendo el camino a las relaciones diplomáticas también con Estados Unidos.
Los dos países normalizaron sus relaciones a finales de 2020 como parte de una serie de acuerdos negociados por Estados Unidos entre Israel y cuatro países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos. Desde entonces, Israel y Sudán han establecido relaciones en materia de seguridad e inteligencia, en las que los funcionarios han mantenido reuniones durante viajes no anunciados.
Sati explicó a Kan que en Sudán siempre se les enseñó que Israel es el enemigo y a oponerse a su existencia. Dijo que, aunque en principio no había oposición en el gobierno a establecer vínculos con Israel, era una cuestión de “tiempo” y de consideración de la opinión pública en Sudán.
También dijo que no se había firmado ningún acuerdo público con Israel -como fue el caso de Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, que normalizaron sus lazos en una ceremonia en la Casa Blanca- debido a la inestabilidad inherente a Sudán.
El mes pasado, Burhan elogió la continuidad de los lazos de su país con Israel, afirmando que el intercambio de información entre los dos antiguos adversarios ayudó a detener a presuntos militantes en su país.
Israel ha guardado silencio sobre el golpe militar de octubre en Sudán, liderado por Burhan, y los consiguientes disturbios en el país, indicando que tenía la intención de mantener los lazos normalizados con Sudán.
La normalización de los lazos con Israel allanó el camino para que Sudán se reintegrara a la comunidad internacional tras dos décadas de aislamiento bajo el antiguo presidente autocrático Omar al-Bashir.
Sudán fue en su día uno de los rivales más acérrimos de Israel en el mundo árabe. Acogió la histórica conferencia árabe posterior a la guerra de Oriente Medio de 1967, en la que ocho países árabes se comprometieron a no hacer nunca la paz con Israel.
La toma del poder por parte de los militares el 25 de octubre ha puesto en peligro la transición de Sudán hacia un gobierno democrático, tras tres décadas de represión y aislamiento internacional bajo el mandato de Al Bashir. La nación africana se encontraba en un frágil camino hacia la democracia desde que un levantamiento popular obligó a los militares a destituir a al-Bashir y a su gobierno islamista en abril de 2019.
El golpe desencadenó protestas callejeras casi diarias, sumiendo al país en una mayor agitación. Las fuerzas de seguridad lanzaron una represión mortal contra los manifestantes, matando a unas 80 personas e hiriendo a más de 2.200 desde el golpe, según un grupo médico sudanés.