El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, canceló el viernes un viaje previsto a Israel y la región, durante el cual tenía previsto reunirse con el primer ministro Naftali Bennett, el ministro de Asuntos Exteriores Yair Lapid y el presidente Isaac Herzog.
Lavrov tenía previsto reunirse con los funcionarios israelíes el domingo y el lunes, antes de reunirse con los líderes palestinos, argelinos y marroquíes, según el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdanov.
Se esperaba que asistiera también al Foro de Cooperación Ruso-Árabe en Marrakech, Marruecos.
Los funcionarios israelíes que hablaron con The Times of Israel no sabían por qué Lavrov canceló el viaje, señalando en su lugar los informes rusos que citaban “razones personales”. Destacaron que se pospuso oficialmente, aunque todavía no se ha anunciado una nueva fecha.
La cancelación se produce mientras continúan en Viena las conversaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos sobre el futuro del acuerdo nuclear de 2015. La última ronda finalizó el jueves y aún no se ha anunciado la siguiente. El programa nuclear iraní iba a ser sin duda uno de los temas centrales de las reuniones entre Lavrov y los dirigentes de Israel. Hasta ahora se han visto pocos avances, y los líderes occidentales han expresado su frustración ante las posiciones de Irán.
También se produce en un momento de crecientes tensiones entre Rusia y Estados Unidos en relación con Ucrania. La semana pasada, el Presidente de EE.UU., Joe Biden, dijo que había advertido al Presidente ruso Vladimir Putin que Moscú se enfrentaría a un severo dolor económico si intentaba atacar a Ucrania, pero prometió conversaciones prospectivas para abordar las preocupaciones de Rusia sobre la expansión de la OTAN.
Biden dijo que fue “muy directo” con Putin durante su llamada del martes, advirtiendo al líder ruso que pagará un alto precio si invade Ucrania.
La conversación de líder a líder -Biden hablando desde la Sala de Situación de la Casa Blanca, Putin desde su residencia en Sochi- fue una de las más importantes de la presidencia de Biden y se produjo en un momento peligroso.
Los servicios de inteligencia estadounidenses han determinado que Rusia ha desplazado 70.000 soldados cerca de la frontera con Ucrania y ha hecho preparativos para una posible invasión a principios del próximo año. Moscú ha negado cualquier plan de ataque a Ucrania, rechazando las preocupaciones occidentales como parte de una campaña para desprestigiar a Rusia.