Tras años de frialdad, Kiev busca cooperación con Jerusalén en seguridad, tecnología y diplomacia, y toma el “modelo israelí” para resistir presiones y acuerdos desfavorables.
Estrategia de acercamiento a Jerusalén y roces por lazos con Moscú
Tras años de desencuentros por la postura israelí ante la guerra con Rusia, Kiev inició un acercamiento con Jerusalén y lo tomó como referencia para enfrentar la presión de Washington a favor de un acuerdo con un adversario que rechaza negociar. En una visita reciente, el viceprimer ministro Taras Kachka expresó satisfacción por el progreso de los vínculos bilaterales, mientras buscó abrir una etapa que combine cooperación práctica y una lectura común de amenazas.
Kachka encabezó la primera delegación ucraniana de alto nivel en visitar Israel desde el inicio de la guerra para celebrar la reunión inaugural de la Comisión Económica Intergubernamental Israel-Ucrania, la primera desde 2021. Calificó el encuentro como una señal positiva de cooperación. Horas después, Benjamin Netanyahu presumió su relación con Vladímir Putin, hecho que generó fricciones diplomáticas y mostró tensiones persistentes entre ambos gobiernos pese al intento de recomposición.
El viceprimer ministro explicó que Kiev busca aumentar la ayuda humanitaria israelí para zonas de combate y el tratamiento de heridos, además de ampliar la colaboración en tecnologías hídricas, energéticas, alimentarias y de ciberseguridad. Confirmó conversaciones sobre apoyo militar entre ministerios de defensa y líderes políticos de ambos países. También adelantó que Ucrania pretende votar de forma más alineada con Israel en organismos internacionales, con énfasis en resoluciones de la ONU.
Aunque Israel envió asistencia humanitaria, su postura frente a la invasión rusa resultó prudente por la influencia militar de Moscú en Siria. No obstante, la caída del régimen de Bashar Assad, aliado de Rusia, permitió un acercamiento gradual entre Kiev y Jerusalén. Esa relación ahora muestra una expansión sostenida, con señales de coordinación más frecuente y la intención de mejorar la interlocución política sin romper los equilibrios regionales que preocupan a Israel.
Puntos clave del acercamiento bilateral y áreas de cooperación
- Aumentar ayuda humanitaria y tratamiento de heridos en zonas de combate.
- Ampliar cooperación en tecnologías hídricas, energéticas, alimentarias y ciberseguridad.
- Dialogar sobre apoyo militar entre ministerios de defensa y líderes políticos.
- Coordinar votos con Israel en organismos internacionales como la ONU.
- Fortalecer la comisión económica bilateral para sostener proyectos conjuntos.
Coordinación frente a Irán y diálogo estratégico con alcance regional
Kachka destacó la necesidad de coordinarse frente a Irán, al que consideró una amenaza común para Israel y Ucrania. Señaló que Teherán apoya a su enemigo y fomenta la agresión, por lo que propuso entender mecanismos conjuntos de respuesta y mejorar la cooperación en defensa. El marco buscado incluye intercambio de evaluaciones, mecanismos de alerta y un lenguaje diplomático convergente en foros internacionales respecto de programas militares y actores aliados de Irán.
Irán respaldó a enemigos de Israel y suministró drones a Rusia para bombardear ciudades ucranianas, extremos que ambos gobiernos niegan. En enero, Moscú y Teherán firmaron un tratado de “asociación estratégica integral”. Durante una visita a Kiev, el ministro Gideon Sa’ar anunció un diálogo estratégico bilateral sobre la amenaza iraní y defendió que las acciones contra armas y tecnología iraníes contribuyen a la seguridad europea y a la seguridad directa de Ucrania.
Kachka calificó esa cooperación como de suma importancia y describió el apoyo iraní a Rusia como absolutamente inaceptable. Anticipó que el diálogo estratégico se celebrará en varias semanas y que lo dirigirán los cancilleres de ambos países, con la participación de responsables militares y agencias gubernamentales. Esa agenda busca consolidar un frente de disuasión y cerrar brechas informativas que dificultan respuestas rápidas ante transferencias de material bélico y asesoramiento de seguridad.
A pesar de la convergencia frente a Irán, persiste un clima tenso entre Benjamin Netanyahu y Volodímir Zelenski, quienes no conversan desde enero. Kachka sostuvo que el interés por conocerse existe, mientras el primer ministro israelí defendió su contacto permanente con Putin y lo consideró esencial para los intereses del Estado. En la Knéset afirmó que una relación personal de muchos años sirve a intereses vitales y justifica mantener un canal abierto.
Choques diplomáticos por Putin y recordatorios sobre protocolo oficial
Las palabras de Netanyahu provocaron la reacción del embajador ucraniano Yevgen Korniychuk, quien expresó sorpresa, especialmente tras los ataques del 7 de octubre. Reclamó que Israel se sitúe en el lado correcto y moral de la historia. En respuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó al embajador para una reprimenda formal y señaló que sus comentarios resultaron totalmente inaceptables y contrarios al protocolo, con mención explícita de gestos de apoyo a Ucrania.
En su comunicado, la Cancillería recordó visitas oficiales y votaciones en la ONU que reflejan respaldo a Kiev. Con esa referencia, Israel buscó acotar la polémica sin cerrar la puerta a la cooperación práctica. Kiev, por su parte, mantuvo el mensaje de alineación gradual con Jerusalén en foros multilaterales, aunque sostuvo la exigencia de ampliar asistencia en ámbitos humanitarios, tecnológicos y de defensa para responder a necesidades inmediatas en el frente interno.
La visita de Kachka coincidió con un esfuerzo de Washington para impulsar un acuerdo de paz. Según fuentes ucranianas, el presidente estadounidense no mostró la misma disposición que su antecesor para respaldar indefinidamente a Kiev. Un borrador filtrado del plan, percibido como cercano a la posición rusa, generó inquietud en Ucrania y abrió un debate sobre lo que resultaría aceptable en un esquema negociado sin concesiones territoriales.
Kachka aseguró que Kiev respalda la mediación estadounidense, aunque rechaza cualquier propuesta que implique ceder territorio. Afirmó que el problema central recae en Rusia, país que podría detener la agresión en cualquier momento. Sostuvo que Israel ofrece orientación útil sobre cómo resistir presiones para aceptar un pacto desfavorable, a partir de su historia con vecinos y de su capacidad para combinar firmeza militar con gestión diplomática bajo amenazas persistentes.
Modelo israelí, presión internacional y líneas rojas sobre soberanía
Kachka sugirió que el gobierno israelí puede asesorar sobre qué resultaría apropiado en un plan de paz. Recordó que, según medios, Donald Trump influyó en Netanyahu para aceptar un alto el fuego en Gaza, y señaló que ese ejemplo inspira a Ucrania al buscar equilibrio entre firmeza y diplomacia. Reiteró que el reconocimiento de soberanía rusa sobre territorio ucraniano permanece fuera de toda negociación y que Kiev no cederá nada que pertenezca al país.
Al mismo tiempo, admitió que el camino hacia una paz justa exigirá concesiones difíciles y que los países involucrados entienden el precio de una solución duradera. Subrayó que el fin de la guerra solo llegará mediante presión, no mediante concesiones unilaterales. En esa lógica, reclamó más sanciones, más armas defensivas y más presión diplomática, con el objetivo de alterar los cálculos del Kremlin y de limitar su capacidad para sostener la ofensiva.
Kachka comparó la amenaza rusa con la que enfrentan los enemigos de Israel y afirmó que cualquier acuerdo de paz debe reconocer un dato: Rusia no dejará de ser agresora, ya sea por agresión directa o por amenazas de agresión. Concluyó que esa continuidad obliga a diseñar garantías sólidas de seguridad y a mantener inversiones que impidan nuevas incursiones, incluso en escenarios de relativa calma y sin combates abiertos.
Ucrania, según su planteamiento, requiere garantías de seguridad y un ejército robusto para disuadir ataques. Ese enfoque, conocido como modelo israelí, combina fuerza militar con desarrollo tecnológico y permite sostener la defensa durante años. Kachka añadió que una generación deberá mantener al país debidamente defendido por mucho tiempo. Esa premisa traza la arquitectura de seguridad que Kiev desea consolidar junto a socios afines, con Israel entre los aliados prioritarios.
Impacto en la comunidad judía y vínculos humanos entre ambos países
El prolongado conflicto golpeó a la comunidad judía ucraniana, estimada antes de la guerra en 47.000 personas. Pese a crisis previas y a la inestabilidad política, el judaísmo local prosperó con decenas de sinagogas, escuelas y mikve, aunque miles emigraron, sobre todo a Israel. Kachka expresó esperanza en la recuperación de esa red comunitaria y destacó una presencia judía amplia en Ucrania respecto de países vecinos de Europa oriental.
El dirigente también subrayó lazos personales y políticos cruzados. Mencionó que Ucrania cuenta con muchos políticos de origen judío, mientras Israel tiene dirigentes con raíces ucranianas. Con esa mezcla humana, señaló que la amenaza para todos en territorio ucraniano — ucranianos, judíos y otras comunidades — proviene de misiles y soldados rusos. Atribuyó a ese riesgo la urgencia de reforzar defensas y de consolidar la cooperación con Jerusalén.
Según Kachka, Ucrania tiene más comunidades y sinagogas judías que sus vecinos. También afirmó que múltiples dirigentes con vínculos familiares cruzan ambos países, factor que favorece comprensión política y canales de apoyo. Esa base social, a su juicio, permitirá impulsar la recuperación de la vida judía tras la guerra y sostener proyectos educativos y religiosos con respaldo internacional.
El funcionario cerró con un mensaje de seguridad compartida: la prioridad consiste en neutralizar misiles y unidades rusas responsables de muertes en territorio ucraniano. Para ese objetivo, reclamó cooperación con Israel y con aliados capaces de aportar tecnología, asistencia humanitaria y armamento defensivo. En su evaluación, solo un paquete combinado de apoyo militar, sanciones y presión diplomática podrá crear condiciones para una paz duradera con garantías confiables para las minorías.