“Ahora no”. Esa fue la respuesta dada por la nueva Ministra de Asuntos Exteriores de Sudán, Asma Mohammad Abdalla, cuando Ma’ariv le preguntó el martes durante una reunión con el presidente francés Emmanuel Macron y el Primer Ministro interino de Sudán, Abdalla Hamdok, en París, si su país tiene previsto establecer relaciones diplomáticas con Israel.
Fue la primera visita europea del jefe del “gobierno de expertos” nombrado después de la revolución sudanesa para dirigir el país hasta unas elecciones democráticas, previstas para 2022.
Fuentes diplomáticas afirman que el establecimiento de una relación con Israel podría ayudar a Sudán con su solicitud de ser retirado de la lista de “Estados patrocinadores de terrorismo” (SST) de Estados Unidos y poner fin a las sanciones subsiguientes desde que se añadieron a la lista en 1993.
Macron prometió a Sudán 60 millones de euros en ayuda, a condición de que fueran retirados de la lista de vigilancia del SST estadounidense. Hamdok agradeció a Macron, quien prometió hablar con el presidente de Estados Unidos sobre el asunto. “El terror pertenece al antiguo régimen”, dijo Hamdok, y añadió que “el pueblo sudanés no es terrorista”. Hamdok dijo que sus contactos con el gobierno de Estados Unidos eran “alentadores”.
En los últimos meses ha habido filtraciones y rumores de un posible inicio de una relación diplomática entre Israel y Sudán, pero las filtraciones en sí son de la época del régimen anterior, dirigido por Omar al-Bashir, quien admitió haber sido presionado para actuar sobre el tema.
El pasado mes de febrero se supo que el jefe del Mossad Yossi Cohen se reunió con el funcionario sudanés Salah Gosh durante una conferencia de seguridad en Múnich. El propósito de la reunión, según informes de los medios de comunicación árabes, era obtener la ayuda de Israel para deponer a al-Bashir y nombrar al Jefe de Servicios sudanés como su sucesor, aunque esto ha sido negado por las agencias de seguridad en Sudán, y Gosh fue relevado de sus funciones después de la revolución.
La conexión entre Israel y el régimen de al-Bashir es un obstáculo para establecer relaciones formales y contemporáneas con el nuevo régimen, que es el resultado de un acuerdo entre el ejército y los partidos de la oposición.