El presidente de Estados Unidos advirtió a Hamás que habrá “infierno que pagar” si no entrega sus armas tras su reunión con Netanyahu en Florida.
Amenaza directa de Trump y trabas para avanzar al desarme de Hamás
Donald Trump lanzó una amenaza a Hamás de “infierno que pagar” si el grupo no se desarma en un “período de tiempo muy corto”. Habló junto a Benjamin Netanyahu en Mar-a-Lago y remarcó que, si no cumplen “como acordaron hacer”, enfrentarán consecuencias. La advertencia apareció en su primera respuesta sobre Gaza y se encadenó con promesas de apoyo a Israel frente a Irán y elogios puntuales a líderes de Turquía y Siria.
Trump afirmó que desea pasar a la segunda fase del plan para Gaza “tan rápido como podamos”, aunque no fijó un calendario. El proceso quedó detenido: Israel y Hamás expresan reservas ante puntos de la propuesta de 20 apartados presentada en septiembre, durante la última visita de Netanyahu a Estados Unidos. En ese viaje, Netanyahu respaldó el plan que abría una vía hacia un futuro Estado palestino, pese al rechazo sostenido en su coalición.
Las conversaciones derivaron luego en un texto distinto y más acotado para la tregua. Israel y Hamás firmaron un documento separado que incluyó la retirada inicial israelí hasta una recién establecida Línea Amarilla, un intercambio de rehenes por prisioneros y el refuerzo de la ayuda humanitaria. Funcionarios estadounidenses sostienen que, el 9 de septiembre, Hamás aceptó desarmarse; el grupo lo niega y condiciona cualquier entrega de armas a un proceso que culmine con un Estado palestino.

Washington contactó a mediadores de Egipto, Qatar y Turquía para lograr un desmantelamiento gradual que retire primero el armamento pesado, opción ante la que Israel mantiene reservas. La falta de avances frenó el paso a la fase dos, que contempla un gobierno transitorio de tecnócratas palestinos para administrar Gaza hasta que la Autoridad Palestina ejecute reformas y asuma el control. El diseño incluye una Fuerza Internacional de Estabilización y una Junta de Paz bajo conducción de Trump.
Claves del alto el fuego y la ruta propuesta para Gaza
- Fase uno: retirada hasta la Línea Amarilla, canje de rehenes por prisioneros y aumento de ayuda humanitaria.
- Mediación regional: Egipto, Qatar y Turquía dialogan con Washington sobre un desarme por etapas.
- Secuencia de desarme: entrega inicial de armamento pesado, con reservas explícitas de Israel.
- Gobierno transitorio: tecnócratas palestinos hasta reformas de la Autoridad Palestina y traspaso de control.
- Arquitectura internacional: Fuerza de Estabilización y Junta de Paz presidida por Trump.
Apoyos, cifras de la tregua y tensiones bajo una aparente sintonía
Versiones sobre escaso apoyo israelí al plan irritaron a asesores de Trump, mientras en Gaza se informó de 400 muertos por operaciones israelíes desde el alto el fuego; Jerusalén afirma que la mayoría respondió a violaciones de Hamás. Pese a ese telón de fondo, Trump elogió a Netanyahu, aseguró coincidencias amplias y habló de “muy poca diferencia” sobre objetivos. Reforzó la sintonía al recordar seis encuentros con el primer ministro en lo que va del año.
Tras la cumbre, Trump anunció que Steve Witkoff y Jared Kushner dirigirán por parte de Estados Unidos el intento de desarme. Recalcó que una negativa de Hamás resultará “horrible” para el grupo. Sostuvo que otros países están dispuestos a desarmarlo, aunque ningún gobierno anunció su incorporación a la Fuerza Internacional de Estabilización. Varios Estados señalaron la falta de un mandato preciso y prefirieron tareas acotadas, como asegurar las fronteras de Gaza.

Trump aseguró que Israel ha “cumplido con el [plan para Gaza]” y dijo que no está “preocupado por nada de lo que Israel está haciendo”. Al mismo tiempo, admitió que “cuando alguien viola algo”, a veces conviene dar una segunda oportunidad. Un funcionario estadounidense ya había cuestionado el ataque de las FDI del 13 de diciembre, que mató a Raed Saad. Trump evitó reconocer ese señalamiento y dijo que Washington evalúa si constituyó una violación.
Ante preguntas sobre reconstrucción antes del desarme, Trump eludió definiciones y dijo que “va a empezar bastante pronto”, con “cosas” ya en marcha sobre condiciones sanitarias. Sobre pasar a la fase dos sin el regreso del sargento mayor Ran Gvili, aseguró que “es el único que queda” y que hacen todo por recuperar su cuerpo. Más tarde afirmó que ambas delegaciones “llegaron a muchas conclusiones”, sin detallar su alcance en público.
Irán, Hezbolá y el alcance de las amenazas y respuestas
Trump aseguró que apoyará otro ataque israelí contra Irán si continúan los misiles o el programa nuclear. Presentó la guerra de 12 días de junio, con bombardeos a tres instalaciones nucleares iraníes y participación estadounidense, como un punto de inflexión. Advirtió que, si Teherán busca reconstruir capacidades, Estados Unidos “tendrá que derribarlos” y dar “una paliza monumental”, aunque expresó el deseo de evitar una nueva escalada.
Según Trump, Irán “quiere llegar a un acuerdo”, pero esa opción puede frustrarse, como describió al recordar los días previos al ataque de junio. Señaló inflación tremenda, una economía “hecha polvo” y descontento social. Ali Shamkhani respondió en X que la capacidad misilística y la defensa iraní no son contenibles ni dependen de permisos, y que cualquier agresión enfrentará una respuesta dura inmediata “más allá de la imaginación” de sus planificadores.

Sobre Hezbolá, Trump evitó precisar cómo responderá Washington a una negativa de desarme prevista para finales de 2025. Preguntado si Israel debe atacar en el Líbano por esa negativa, se limitó a decir: “Vamos a ver eso”. Añadió que el gobierno libanés está en desventaja frente a Hezbolá y que la organización respaldada por Irán “se ha estado comportando mal”, sin adelantar una reacción concreta de Estados Unidos o Israel.
El presidente insistió en que Israel y Estados Unidos comparten casi todas las posiciones frente a Irán y los grupos alineados con Teherán. Aun así, mantuvo su mensaje de disuasión con advertencias públicas y condicionamientos explícitos. Esa combinación de elogios a aliados, presión a adversarios y ambigüedad operativa dejó abierta la hoja de ruta inmediata, dependiente de la evolución del alto el fuego y del reloj de la segunda fase en Gaza.
Turquía, Siria y discrepancias visibles tras la cita en Mar-a-Lago
Trump dijo que evalúa vender a Turquía cazas F-35, lo que preocupa a Israel. Washington vetó a Ankara del programa en 2019 por la compra del sistema S-400 a Rusia. Pese a ese antecedente, Trump mantiene vínculos cálidos con Recep Tayyip Erdogan. Afirmó que “no vamos a tener un problema” entre Israel y Turquía, llamó a Erdogan “un muy buen amigo” y sostuvo que Netanyahu “respeta” al líder turco, al que elogió con énfasis.
Consultado por un eventual despliegue de tropas turcas en Gaza, Trump respondió: “Lo estaremos hablando, y si es bueno, creo que eso es bueno”. No aclaró si esa posibilidad integra su arquitectura para la posguerra. Sobre Siria, recordó conversaciones entre Damasco e Israel, mediadas por Estados Unidos, hacia un posible acuerdo de seguridad. Afirmó que Washington e Israel “sí tienen un entendimiento sobre Siria”, aunque evitó ofrecer detalles públicos.

Trump volvió a elogiar al presidente sirio Ahmed al-Sharaa y afirmó que “ha estado con nosotros todo el tiempo”. Dijo estar seguro de que Israel y él “se llevarán bien” y prometió intentar ese acercamiento. Netanyahu afirmó que el interés de Israel consiste en una frontera pacífica con Siria y en la protección de drusos y cristianos. Añadió que esas prioridades condicionan cualquier arreglo y evitó describir concesiones concretas ante Damasco.
Trump sostuvo que Erdogan ayudó a derribar en Siria el régimen de Bashar al-Assad y afirmó que Netanyahu coincidía con esa lectura. Netanyahu, sin embargo, buscó atribuirse el inicio del proceso “histórico” que desembocó en la caída de Assad. La escena reveló una disputa narrativa entre halagos, sin debate abierto, y exhibió discrepancias que conviven con una retórica de cooperación estrecha en la fase posterior al alto el fuego.
Judea y Samaria, fondos retenidos y horizonte de normalización regional
Trump calificó a Netanyahu como un “primer ministro en tiempos de guerra” y dijo que hizo “un trabajo fenomenal”, aunque admitió desacuerdos puntuales. Sobre la violencia en Judea y Samaria, señaló que no existen coincidencias plenas, pero confió en “llegar a una conclusión”. También se afirma que Washington presiona a Israel para liberar miles de millones en ingresos de liquidación retenidos a Ramala, con la Autoridad Palestina cerca del colapso financiero.
Ante pedidos para precisar esas diferencias, Trump evitó detalles y sostuvo que Netanyahu “hará lo correcto”. Anticipó una ampliación de los Acuerdos de Abraham y aseguró que Arabia Saudí se sumará “en algún momento”. Sin embargo, Riad reiteró su negativa a normalizar. El exjefe de inteligencia Turki bin Faisal dijo que solo ocurrirá si Israel “actúa con normalidad”, postura que mantiene condicionada cualquier expansión de esa iniciativa regional.

Trump comentó una encuesta que supuestamente encontró que la mitad de Gaza saldría de la Franja si existiera la opción. Afirmó que esas cifras son “de sentido común” y que el porcentaje real supera el 50 por ciento. En febrero, impulsó un plan para reubicar de forma permanente a palestinos de Gaza, pero dejó de promoverlo tras el rechazo de aliados árabes y musulmanes, cuyo apoyo considera necesario para administrar la posguerra.
Al abordar la administración de Gaza tras la guerra, Netanyahu insistió en “reformas reales” de la Autoridad Palestina: detener el “pago por matar”, cambiar libros de texto y abrir una sociedad distinta. Ramala afirma que aplica esos ajustes en bienestar y educación, exigidos por la comunidad internacional desde hace tiempo. Israel desestima esas medidas y las considera artificiales, por lo que permanece abierto el debate sobre quién gobernará Gaza y con qué requisitos.
