En los últimos años, China se ha convertido en un fuerte competidor del FMI, dirigido por Occidente, al distribuir secretamente decenas de miles de millones de dólares en “préstamos de emergencia” a países en riesgo de catástrofe financiera.
La Iniciativa del Cinturón y la Ruta, de 838.000 millones de dólares, ha convertido a China en el mayor financiador de obras públicas del mundo, superando al Banco Mundial en el proceso. Los rescates suponen un cambio en los enormes préstamos para infraestructuras que China ha concedido en la última década.
AidData, un laboratorio de investigación de la Universidad de William & Mary en Estados Unidos, ha cotejado datos que muestran que Pakistán, Sri Lanka y Argentina han recibido hasta 32.830 millones de dólares en préstamos de rescate chinos desde 2017.
AidData no ofrece datos específicos de las demás naciones que recibieron fondos de rescate de instituciones estatales chinas, aunque entre estos países se encuentran Kenia, Venezuela, Ecuador, Angola, Laos, Surinam, Bielorrusia, Egipto, Mongolia y Ucrania.
Los problemas de la balanza de pagos, que pueden evolucionar hasta convertirse en auténticas tormentas como la crisis asiática de 1997 y la latinoamericana de los años 80, pueden evitarse con la ayuda de estos créditos. Las medidas de austeridad recomendadas por el FMI tras la crisis asiática fueron ampliamente criticadas y contribuyeron a alimentar un creciente resentimiento contra la organización que no ha disminuido hasta hoy.
China opera mayoritariamente en secreto, en contraste con el FMI, que pone a disposición de los países deudores los detalles de sus líneas de préstamo, reducción de la deuda y programas de reestructuración. Los analistas han observado una falta de transparencia en lo que respecta a las prácticas de préstamo chinas, con pocos informes públicos sobre las cantidades y los tipos de crédito concedidos por las instituciones financieras chinas y ningún indicio de que Pekín condicione sus préstamos a la reestructuración de la deuda o a las reformas económicas de los países que los reciben. Los analistas han especulado con que la financiación de emergencia de China tiene como principal objetivo evitar el impago de los préstamos para infraestructuras concedidos en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Según Bradley Parks, director ejecutivo de AidData, “Pekín ha tratado de mantener a estos países a flote concediendo un préstamo de emergencia tras otro sin pedir a sus prestatarios que restablezcan la disciplina de la política económica o busquen el alivio de la deuda mediante un proceso de reestructuración coordinado con todos los principales acreedores”.
El laboratorio de investigación AidData realiza un seguimiento de los esfuerzos financieros de China en todo el mundo con datos recogidos principalmente de los países que han recibido préstamos chinos. El conjunto de datos incluye miles de préstamos concedidos por más de 300 organizaciones gubernamentales y empresas estatales chinas a 165 países pobres y de renta media.
Esto “pospone el día del juicio final”, dijo Parks, debido al enfoque de China.
Cuando China “actúa como prestamista alternativo de último recurso y rescata a un soberano en apuros sin exigir disciplina de política económica ni buscar un reescalonamiento coordinado de la deuda con los principales acreedores”, como dice Parks, “en realidad da una patada a la lata y deja que otros resuelvan el problema de solvencia subyacente”.
La investigación de los préstamos individuales realizados por las instituciones financieras chinas a Pakistán desde 2017 revela un flujo lento, pero constante de apoyo por parte de los bancos estatales y de la SAFE, la agencia que maneja las reservas de divisas de Pekín de 3tn.
Los préstamos de este tipo suelen venir con condiciones que incluyen un margen de aproximadamente 3 puntos porcentuales por encima de los costes financieros de referencia, lo que está lejos de ser una concesión. Los documentos de AidData sugieren que, además de estos préstamos, Islamabad tiene acceso a financiación de emergencia a través de un acuerdo de intercambio de divisas entre el Banco Popular de China y su equivalente pakistaní. A pesar de las reiteradas peticiones, el PBoC ha guardado silencio.
Se ha argumentado que los préstamos de rescate de China podrían alargar y agravar las dificultades financieras y las consiguientes crisis en las naciones deudoras. Según Gabriel Sterne, jefe de macroeconomía de los países emergentes en Oxford Economics y antiguo economista senior del FMI, “considero que son un gran obstáculo para la resolución de la crisis”.
Los analistas afirman que la actual crisis financiera de Sri Lanka demuestra que la ayuda de Pekín es a veces insuficiente. Los países pueden estar interesados en el préstamo como medio para eludir las difíciles reformas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), señaló Sterne. En algunos casos, arriesgarse a la redención puede dar resultado, pero en otros, como en Sri Lanka, puede hacer que el inevitable reajuste sea mucho más difícil.
El ex director general de la Corporación del Desafío del Milenio del gobierno estadounidense, Sean Cairncross, ha sugerido que los préstamos de China se concedieron para alcanzar objetivos a largo plazo en competencia con otras potencias.
Aquí no hay nada que tenga que ver con un solo préstamo o país… Quieren ser escuchados por los gobiernos de los países que controlan el acceso a las materias primas, los principales mercados, los puertos críticos y las vías marítimas, explicó. En términos de acceso e influencia mundial, “reduce las alternativas estratégicas para Estados Unidos y para Occidente”.