La reciente guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás reverbera a nivel mundial, afectando los precios y la estabilidad del sector energético, según el Dr. Gil Michael Bufman, del Bank Leumi.
El enfrentamiento que se desata entre Israel y Hamás va más allá de la devastación local, marcando un antes y un después en la economía energética global. Según un análisis del Dr. Gil Michael Bufman, Economista Jefe del Bank Leumi, la crisis tiene ramificaciones profundas y extensas.
Una de las primeras consecuencias directas fue la decisión del campo de gas natural Tamar en Israel de cesar su operatividad, ocasionando un alto en las exportaciones de gas a Egipto a través del gasoducto EMG. Este cambio inesperado repercute críticamente en las habilidades de Egipto para continuar sus exportaciones de gas natural licuado hacia Europa y otros destinos. Con menos gas para ofrecer, los precios están disparándose, presagiando un efecto dominó en el mercado mundial del gas.
Esta turbulencia no es exclusiva de Israel y Egipto. Países como Qatar, un gigante en el mercado mundial del gas, podrían encontrarse en una posición complicada si la situación escala. Un deterioro adicional podría propulsar aún más los precios del gas a nivel internacional.
La actual contienda en Oriente Próximo ya ha proyectado una sombra sobre los precios globales de la energía. Sin embargo, las perspectivas se tornan más sombrías con la posibilidad de una escalada del conflicto, involucrando a nuevos participantes regionales y complicando la geopolítica. En este escenario, Irán emerge como una figura central. Acciones de Estados Unidos contra Irán, por distintos mecanismos de sanciones, podrían reducir significativamente las exportaciones de petróleo iraníes, afectando los suministros y precios del crudo a nivel mundial.
Otra variable sensible es la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí. Si el proceso de paz regional se complica, especialmente respecto a Israel, podrían surgir tensiones que lleven a Arabia Saudí a disminuir su producción de petróleo, ejerciendo más presión sobre el suministro global.
Además, la inestabilidad regional amenaza el tránsito de petroleros por el estratégico estrecho de Ormuz. Cualquier perturbación aquí podría reverberar en los mercados del petróleo a nivel global.
Resumiendo, las previsiones para los precios del petróleo en 2023 son desalentadoras. Se prevé que el crudo Brent podría alcanzar los 90-95 dólares por barril a fin de año. Con el escenario en desarrollo, el mundo espera ansiosamente una solución que traiga algo de estabilidad a estos mercados volátiles.