Un misil balístico iraní dañó la refinería Bazán en Haifa, detuvo operaciones y dejó tres muertos, lo que incrementa preocupaciones energéticas en Israel.
Ataque iraní paraliza refinería clave en Haifa
Un misil balístico iraní impactó directamente la refinería Bazán en Haifa el domingo, lo que causó daños significativos que obligaron al cierre total de sus instalaciones. La compañía, que opera el complejo de Oil Refineries Ltd., informó a la Bolsa de Valores de Tel Aviv que el ataque afectó tuberías y líneas de transmisión, lo que interrumpió operaciones en varias instalaciones. El lunes, Bazán suspendió temporalmente su cotización en la bolsa debido a la “incertidumbre” que generaron los daños, aunque reanudó la negociación el martes. Tres trabajadores murieron en un incendio desatado por el impacto, cuando quedaron atrapados en un edificio mientras las llamas y el humo se propagaban. Uno de los identificados fue Dani Avraham, de 59 años, padre de dos hijos, residente de Kiryat Motzkin.
El ataque se enmarca en una escalada de tensiones tras la operación militar de Israel contra infraestructura militar y nuclear de Irán el viernes pasado. Como represalia, Irán lanzó oleadas de misiles balísticos contra territorio israelí, lo que afectó a Bazán y también a otras infraestructuras críticas. Las plataformas de gas Leviatán y Karish en el Mediterráneo, que producen cerca del 70% de la electricidad de Israel, detuvieron sus operaciones desde el inicio de los enfrentamientos. La refinería de Ashdod, la única otra instalación de este tipo en el país, también permanece cerrada por una “actualización anual” programada, aunque sus reservas de queroseno y otros combustibles aseguran el suministro a corto plazo.
El Ministerio de Energía emitió un comunicado el martes para calmar al público, con el fin de asegurar que “no se espera una escasez de combustible en la economía”. Según el ministerio, Israel cuenta con reservas suficientes y la Administración de Combustible y Gas coordina con empresas para garantizar la continuidad del suministro. En una reunión con compañías de combustibles, se confirmó que los daños en Bazán no generarán interrupciones inmediatas. Sin embargo, la paralización de la refinería, que en 2023 suministró el 65% del diésel, el 59% de la gasolina y el 52% del queroseno del país, plantea desafíos a mediano plazo.
El complejo de Bazán, ubicado a dos kilómetros de la bahía de Haifa y con una extensión de 526 acres, ha sido un pilar de la economía energética de Israel, pero también un punto de controversia. Durante años, residentes y activistas ambientales han exigido su cierre debido a la contaminación que genera, asociada con altas tasas de cáncer y asma en la región. Estudios han vinculado la exposición a emisiones industriales en la bahía de Haifa con problemas de salud, como bajo peso al nacer y anomalías en recién nacidos. Además, la refinería ha recibido multas repetidas por violar normativas de contaminación del aire.
Datos clave sobre la crisis en la refinería Bazán
- Producción afectada: Bazán generó en 2023 el 65% del diésel, 59% de la gasolina y 52% del queroseno de Israel.
- Impacto económico: El 69% de las acciones de Bazán son propiedad de instituciones financieras, lo que afecta fondos de pensiones.
- Daños reportados: El misil iraní afectó tuberías y líneas de transmisión, lo que causó un incendio que mató a tres trabajadores.
- Cierre planificado: El gobierno decidió en 2022 cerrar Bazán para 2030, pero los retrasos aplazan el plan hasta mediados de ese año.
- Seguridad energética: Las plataformas Leviatán y Karish, que producen 70% de la electricidad, también están inactivas.
Preocupaciones estratégicas y presiones para cerrar Bazán
La refinería de Haifa ha sido un objetivo estratégico para los adversarios de Israel. En junio, Hezbolá divulgó un video que mostraba un dron que sobrevolaba el complejo. Este incidente refuerza los temores de que un ataque directo, como el ocurrido el domingo, pueda tener consecuencias devastadoras en una densa área metropolitana. La instalación, propiedad de Petrochemical Enterprises desde septiembre de 2022, también enfrenta presiones internas. Organizaciones como Green Course han calificado a Bazán como un “desastre a punto de explotar”, mientras que el Ministerio de Protección Ambiental asegura que los recientes ataques no representan un peligro inmediato para los residentes.
En 2022, el gobierno israelí aprobó un plan para cerrar Bazán y transformar la bahía de Haifa en una zona residencial, comercial y turística para 2040. La Dirección para el Desarrollo de la Bahía de Haifa, creada en la Oficina del primer ministro, estableció un cronograma que contempla el cierre de la refinería para 2030. Sin embargo, retrasos en la construcción de infraestructura alternativa para importar y almacenar combustibles han postergado este objetivo al menos seis meses. Avi Simhon, presidente de la dirección y asesor económico del primer ministro Benjamin Netanyahu, ha defendido el cierre, con el argumento de que la refinería representa un riesgo en tiempos de guerra. “Si esta guerra actual ha hecho algo, simplemente ha agudizado la necesidad urgente de cerrar Bazán”, afirmó en una conferencia en 2024.
A pesar de estas presiones, Bazán resiste el cierre. Según el sitio de investigación Shakuf, el comité de trabajadores de la refinería ha cabildeado en la Knéset para mantener las operaciones, con la organización de visitas para legisladores como David Bitan, presidente del Comité Económico. La empresa argumenta que su clausura sin una infraestructura de reemplazo podría comprometer la seguridad energética del país. Mientras tanto, con volatilidad en las acciones de Bazán que impacta a los inversores, incluidos los fondos de pensiones de miles de ciudadanos.
El ataque iraní ha expuesto la fragilidad de la infraestructura energética de Israel y ha reavivado el debate sobre la viabilidad de mantener una instalación como Bazán en una zona densamente poblada. Aunque el Ministerio de Energía insiste en que las reservas actuales son suficientes, la paralización simultánea de las plataformas de gas y la refinería de Ashdod genera preocupación sobre la capacidad del país para sostener su economía en un escenario prolongado de hostilidades.
Contexto energético y desafíos a futuro
La crisis actual subraya la dependencia de Israel de un número limitado de instalaciones energéticas. Las plataformas Leviatán y Karish, operadas por empresas privadas, son esenciales para la generación eléctrica, pero su cierre temporal por motivos de seguridad agrava la situación. La refinería de Ashdod, aunque cerrada por mantenimiento, había acumulado reservas antes de suspender operaciones, lo que mitiga el riesgo de escasez inmediata. Sin embargo, la ausencia de Bazán, que procesa la mayor parte de los combustibles del país, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del suministro si los conflictos persisten.
El plan para cerrar Bazán y reurbanizar la bahía de Haifa requiere inversiones significativas en puertos, oleoductos y almacenes para importar combustibles. Aunque el gobierno ha priorizado este proyecto, los avances son lentos. La Dirección para el Desarrollo de la Bahía de Haifa enfrenta críticas por los retrasos, mientras que los residentes de la zona exigen acciones inmediatas para reducir los riesgos ambientales y de seguridad. La combinación de amenazas externas, como los misiles iraníes, y las presiones internas, como las demandas ambientales, coloca a Israel en una encrucijada energética.