Arabia Saudita, el segundo mayor productor de petróleo del mundo, comenzó una guerra de precios, iniciada por el fracaso de las conversaciones entre la OPEP y Rusia. Las conversaciones tenían por objeto abordar el gran desafío que plantea la pandemia de coronavirus.
“El motivo de los saudíes para reducir la producción fue la caída de la demanda de petróleo, que es una consecuencia de los cierres aplicados en todo el mundo por el coronavirus”, dijo Danny Zaken, periodista y profesor del Colegio Académico Sapir, a The Media Line.
Rusia se negó a recortar la producción y, en consecuencia, las negociaciones fracasaron y la alianza entre la OPEP y Rusia se derrumbó. Rusia dice que está esperando a ver cuál será el impacto total del brote en la demanda.
En respuesta, Arabia Saudita ofreció precios inusualmente bajos a los compradores extranjeros, declarando que recortaría el precio de venta de abril en casi un 50% (de 14 a 8 dólares por barril), al tiempo que impulsaría la producción. El Dr. Yoel Guzansky, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, dijo a The Media Line que “el momento es malo, lo que deja a la economía saudita en mal estado”.
“La decisión fue impulsiva y es característica del liderazgo de [el príncipe heredero saudí] Mohammed bin Salman. Es extrovertido y mucho más liberal que sus predecesores”, dice Zaken.
Su motivo puede haber sido debilitar la posición de otros países productores de petróleo o desquitarse con Rusia. Guzansky argumenta que podría ser ambas cosas, mientras que Zaken sugiere que la primera es la razón principal. “Mohammed bin Salman está luchando por el control del mercado del petróleo y la OPEP” y siente que es financieramente capaz de soportar precios más bajos.
Se prevé que los ingresos de Moscú por concepto de petróleo y gas sean sustancialmente inferiores a los previstos debido a la drástica caída de los precios del petróleo. Es probable que los menores ingresos supongan un gran golpe para el presupuesto de Rusia, que incurrirá en un déficit en 2020.
Previsión del mercado
Con el telón de fondo de la actual guerra de precios del petróleo, los límites de producción de la OPEP quedaron en suspenso.
En consecuencia, los mayores productores del grupo producirán más petróleo para proteger sus cuotas de mercado. Por lo tanto, se está intentando compensar la disminución de los precios aumentando el volumen de ventas. Sin embargo, se trata de una tarea formidable, ya que la pandemia de coronavirus ha reducido considerablemente la demanda. Los consumidores de todo el mundo se ven obligados a quedarse en casa en un intento desesperado de los gobiernos para combatir la propagación del virus. Por lo tanto, los precios más bajos no necesariamente aumentarán la demanda de combustible.
Consecuencias en la geopolítica regional
Según Guzansky, “Una posible consecuencia de la guerra del precio del petróleo podría ser la formación de una alianza entre la OPEP y los EE.UU. para reemplazar la alianza OPEP-Rusia”.
“La actual guerra del precio del petróleo es probable que tenga consecuencias de gran alcance en las economías mundiales, incluyendo a los Estados Unidos”, dijo el profesor Andrew Grimaluk del Departamento de Teoría Económica General y Política Económica de la Universidad Nacional de Economía de Odessa a The Media Line.
El Prof. Nikolai Lastovenko, de la misma universidad, dijo a The Media Line que las consecuencias económicas de la actual guerra del precio del petróleo serían más profundas que las de 1973.
Las consecuencias para los Estados Unidos
“Los Estados Unidos están muy preocupados por el aumento de la producción”, dijo Guzansky. “La decisión de Mohammed bin Salman de bajar los precios y aumentar la producción de petróleo es mala para los Estados Unidos”.
Sin embargo, Zaken sostiene que, entre bastidores, los Estados Unidos respaldan la decisión saudita de disminuir la producción. “Es un juego de quién tendrá el control”, dijo Zaken.
Consecuencias para los países exportadores de petróleo
Si bien las acciones de Arabia Saudita están dirigidas a castigar a Rusia, también podrían tener repercusiones negativas para las naciones cuyas economías dependen de las exportaciones de petróleo, como Venezuela e Irán, y las economías emergentes como Brasil, Angola y Nigeria.
Consecuencias para Israel
La actual guerra de precios parece estar dando lugar a ganancias a corto plazo para la economía israelí.
Según Guzansky, “Los consumidores israelíes verán una disminución en el precio del petróleo el 1 de abril, lo que es bueno tanto para los consumidores como para la industria”. Sin embargo, a largo plazo, “la caída de los precios del petróleo puede llevar a la inestabilidad en Arabia Saudita y otras economías petroleras, lo que no es bueno para Israel”.