El derrumbe del crudo Urales a 50 dólares amenaza el presupuesto ruso y eleva los riesgos en medio de tensiones comerciales globales.
El petróleo ruso cae a mínimos y compromete el presupuesto nacional
Rusia atraviesa una etapa de alta incertidumbre económica tras la reciente baja en los precios internacionales del petróleo, fuente clave para sus finanzas. El Brent, referente global, perdió cerca de 10 dólares por barril en pocas semanas, arrastrando al crudo Urales hasta los 50 dólares, nivel no registrado en casi dos años. Esta situación representa un riesgo significativo para una economía estructuralmente dependiente de los hidrocarburos, que en 2024 aportaron alrededor del 30% del presupuesto federal, según el Ministerio de Finanzas ruso.
Durante una intervención ante el Parlamento, Elvira Nabiullina, gobernadora del Banco Central de Rusia, advirtió sobre las consecuencias económicas de esta caída de precios. Subrayó que la combinación entre la volatilidad del petróleo y las actuales tensiones comerciales globales podría causar un daño severo. También explicó que las políticas arancelarias de Estados Unidos están reduciendo la demanda mundial de energía, lo cual afecta directamente a Rusia, que produjo en 2024 un promedio de 10.8 millones de barriles diarios, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
El Kremlin expresó preocupación a través de su portavoz, Dmitry Peskov, quien calificó de “extremadamente turbulenta” la situación del mercado petrolero. Peskov atribuyó esta crisis a factores externos, especialmente a las medidas arancelarias de EE. UU., que provocaron una venta masiva en los mercados energéticos. Aunque no detalló estrategias, aseguró que el gobierno analiza la evolución de precios y prepara respuestas para proteger la estabilidad financiera del país.
El Ministerio de Finanzas ruso informó que en marzo de 2025 los ingresos por exportaciones de petróleo y gas cayeron un 17% respecto al mismo mes del año anterior. Este retroceso refleja tanto la caída de precios como la menor cantidad exportada, influida por sanciones y cambios en el comercio internacional. Las proyecciones para abril anticipan otro descenso, dado que el Brent se mantiene cerca de los 60 dólares por barril, mientras que el presupuesto de 2025 fue diseñado con una previsión de 70 dólares para el crudo Urales.
Rusia mantiene su dependencia energética pese a ingresos no petroleros
La economía rusa sigue siendo altamente dependiente del petróleo, que ha sido su principal fuente de divisas y soporte del gasto público. A pesar de ciertos avances en diversificación, los ingresos no energéticos, que crecieron un 26% en 2024 (equivalentes a 25.6 billones de rublos), aún no logran compensar las pérdidas derivadas de la caída del crudo.
Una situación similar ocurrió en 2014, cuando la combinación de precios bajos y sanciones tras la anexión de Crimea provocó una devaluación del rublo superior al 50% y una recesión. Las lecciones de ese episodio no han reducido la vulnerabilidad estructural de Rusia ante fluctuaciones externas en el mercado energético.
Factores clave de la crisis petrolera rusa
- El crudo Urales cayó a 50 dólares por barril, el nivel más bajo en casi dos años.
- En 2024, los hidrocarburos representaron el 30% del presupuesto federal ruso.
- En marzo de 2025, los ingresos por petróleo y gas cayeron un 17% interanual.
- El presupuesto de 2025 se diseñó con un precio estimado de 70 dólares por barril del Urales.
- China e India absorbieron el 60% de las exportaciones petroleras rusas en 2024.
- El Banco Central elevó las tasas al 21% y la inflación alcanzó el 9.5% en 2024.
- La “flota en la sombra” rusa enfrenta sanciones sobre más de 180 petroleros.
- El gasto militar representa el 41% del presupuesto público en 2025.
El comercio global también genera presión. Las disputas arancelarias impulsadas por la administración estadounidense de Donald Trump han elevado los temores de una ralentización económica mundial. Según el FMI, estas disputas podrían reducir el crecimiento global en un 0.5% en 2025, lo que implica una menor demanda de petróleo ruso por parte de sus principales compradores, como China e India, que absorbieron el 60% de sus exportaciones tras el embargo europeo.
Sin embargo, el aumento de los costos logísticos y la saturación de estos mercados limitan su capacidad de respuesta. Las sanciones contra la flota petrolera rusa dificultan aún más el acceso a esos destinos. Este obstáculo reduce el margen de ganancia y pone en riesgo el flujo de ingresos del país en un momento de alta necesidad fiscal.
Impacto interno: inflación, tasas altas y desaceleración industrial
Las consecuencias internas de esta crisis ya se reflejan en varios indicadores. El Banco Central de Rusia incrementó las tasas de interés al 21% para controlar una inflación del 9.5% en 2024, más del doble del objetivo oficial. Esta medida encarece el crédito y puede agravar la desaceleración económica.
De acuerdo con Rosstat, la industria rusa creció un 2% en el primer trimestre de 2025, frente al 4% del mismo periodo en 2024. La expansión fue impulsada principalmente por el gasto militar, lo que revela una limitada capacidad de crecimiento en otros sectores productivos.
El rublo también se ha debilitado. Desde enero, perdió más del 10% frente al dólar, lo cual refleja la presión sobre las reservas internacionales y la incertidumbre en los mercados financieros locales.
Además, la estrategia de transporte de crudo mediante la llamada “flota en la sombra” enfrenta mayores dificultades. Las sanciones impuestas por Estados Unidos en enero de 2025 a más de 180 buques duplicaron los costos de envío desde puertos rusos hacia Asia, según Reuters. Esta situación agrava la crisis de ingresos y logística en el sector petrolero.
Futuro incierto entre prioridades militares y urgencia económica
En el largo plazo, las autoridades rusas apuestan por una recuperación de la demanda global. El Ministerio de Energía prevé mantener una producción anual de 540 millones de toneladas de petróleo hasta 2030. No obstante, el entorno geopolítico y comercial introduce elementos de inestabilidad en esa previsión.
Según la OPEP, la demanda de crudo crecería un 4.5% hasta 2030, aunque advierte que conflictos regionales, como una eventual escalada en el estrecho de Ormuz, podrían interrumpir los flujos comerciales. Para Rusia, que depende del transporte marítimo para el 70% de sus exportaciones petroleras, este riesgo representa una amenaza crítica.
Las prioridades presupuestarias del Kremlin agudizan el dilema. En 2025, el gasto militar absorbe el 41% del presupuesto, según el Centro Carnegie. Esto reduce el margen para políticas económicas destinadas a estabilizar la situación interna y atender las presiones sociales derivadas de la crisis.
Mientras tanto, el Ministerio de Finanzas ajustó a la baja sus previsiones de ingresos por petróleo y gas, estimándolos en 10.9 billones de rublos en 2025, un 3% menos que en 2024. Esta reducción refleja el impacto combinado de precios bajos, sanciones y restricciones comerciales, dejando a la economía rusa en una situación especialmente vulnerable.