Las grandes petroleras que operan en Nigeria deben al Estado 4.000 millones de dólares, según ha declarado un funcionario del gobierno, citado por Reuters.
“Se espera que las compañías petroleras internacionales paguen el 3% de su presupuesto anual a la NDDC [la Comisión de Desarrollo del Delta del Níger] como principal ingreso, pero llevan mucho tiempo incumpliendo”, declaró Tayo Alasoadura a los medios de comunicación. “Se están haciendo esfuerzos para obtener de ellos los pagos pendientes, que ascienden a 4.000 millones de dólares. Todas ellas son deudoras”, añadió el funcionario.
Entre las petroleras extranjeras que operan en Nigeria se encuentran Exxon, Shell, TotalEnergies y la italiana Eni. A principios de este año, el gobierno firmó un acuerdo masivo con las cuatro grandes compañías para desarrollar el yacimiento de aguas profundas de Bonga, que podría aportar 10.000 millones de dólares en nuevas inversiones al país y 150.000 barriles adicionales a la producción diaria.
Sin embargo, las relaciones entre las grandes petroleras y las autoridades nigerianas no siempre han sido fluidas, y la manzana de la discordia suele ser el Delta del Níger, donde se concentra la producción de petróleo del país.
Este mismo mes, la anglo-holandesa Shell resolvió un litigio que se remonta a 1991 en relación con un vertido de petróleo de un oleoducto ocurrido en 1970. La supermafia acordó pagar 111 millones de dólares a una comunidad del Delta para resolver el caso. La empresa se encuentra actualmente en proceso de encontrar un comprador para sus activos en tierra y en aguas poco profundas en el país de África Occidental.
Esta no es la única demanda contra una gran petrolera en Nigeria. A principios de este año, una empresa local llevó a Shell a los tribunales, exigiendo 4.000 millones de dólares por el mal estado de la línea troncal de Nembe Creek que la empresa nigeriana compró en 2015 y por la supuesta infradeclaración de Shell del petróleo exportado desde la terminal de Bonny.
Esta última demanda a Big Oil puede agriar el sentimiento del sector hacia el mayor productor de petróleo de África en un momento en que la mayoría de las grandes petroleras se lo piensan dos veces antes de comprometerse financieramente con una nueva producción.