Las tarifas eléctricas subieron en abril un 8,6%, aunque según las estimaciones debían aumentar entre un 15 y un 20%. Tras la intervención de los ministros de Energía y Hacienda, se decidió entonces escalonar parte de la subida a principios de 2023 y 2024 para que los consumidores no sintieran de golpe un golpe masivo en sus finanzas.
La que sale perjudicada es la Compañía Eléctrica, que debe absorber la financiación del coste del aplazamiento. Sin embargo, como ya se ha dicho, ha llegado el momento de subir las tarifas, y el Gobierno tiene que decidir si las subirá o si esta decisión debe posponerse.
Se espera que el primer ministro electo Benjamin Netanyahu decida.
Congelación de los tipos impositivos
Netanyahu prometió justo después de las elecciones congelar las tarifas de la electricidad, el agua y el impuesto de bienes inmuebles, pero no está claro que pueda cumplir esta promesa. La congelación total de la subida de las tarifas eléctricas añade 2.000 millones de NIS al presupuesto anual.
El coste de financiar y ampliar la deuda puede recaer de nuevo en la Compañía Eléctrica, que es una empresa pública, o el coste puede financiarse con cargo al presupuesto del Estado. Un dilema similar existe en relación con los precios del combustible, cuyo impuesto especial está subvencionado a razón de un shekel por litro.