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Portada » Opinión » A la izquierda seudohumanista en Israel no le interesa el sufrimiento palestino

A la izquierda seudohumanista en Israel no le interesa el sufrimiento palestino

27 de julio de 2025
Casi la mitad de gazatíes dispuestos a emigrar con ayuda de Israel

Palestinos desplazados caminan por un campamento improvisado en la zona de Muwasi, en Khan Younis, en la Franja de Gaza, el 5 de mayo de 2025. (AP Foto/Abdel Kareem Hana)

Ni siquiera el director más perezoso se habría atrevido a programar la campaña del hambre en Gaza justo en la semana en que se conmemoran veinte años del plan de desconexión. Un año y medio después de haber quedado claro, sin lugar a dudas, que no es posible desligarse de Gaza en términos de seguridad, el sector seudohumanista israelí demuestra que tampoco es posible desligarse emocionalmente.

Desde que Hamás tomó el control de la Franja en 2007, ha acumulado una gran variedad de armamento. Parte de ello con conocimiento de las fuerzas de seguridad, parte sin que estas lo supieran. Pero hay un solo tipo de arma que estamos ansiosos por entregarle en bandeja de plata: nuestros valores.

Hamás sabe que solo estamos dispuestos a luchar cuando no hay otra opción, que valoramos la vida por encima de la muerte, y que preferimos acciones quirúrgicas que eviten víctimas civiles. Sabe que cuando un niño palestino muere por fuego de las FDI lo consideramos un fracaso y buscamos extraer lecciones. Sabe que hay un sector dominante en la sociedad israelí que le teme más que a nada, no a la guerra, ni a las masacres, ni al terrorismo, sino a “convertirse en Hamás”.

Ese temor ha llevado a Hamás a establecer su centro de operaciones dentro y debajo de hospitales, a enviar niños a los tejados de edificios utilizados con fines terroristas, y a atar a personas con discapacidad junto a casas cargadas de explosivos. Hamás comprendió, con razón, que el alma sensible del judío no aceptaría atacar a “no involucrados”, incluso a costa de exponer la vida de ciudadanos israelíes.

El objetivo del seudohumanismo de izquierda no es reducir el sufrimiento humano, sino perpetuar la narrativa de que el sufrimiento palestino es un destino cruel causado por Israel, que solo Israel puede y debe resolver.

Desde hace años se llevan a cabo potentes campañas orientadas a inducirnos culpa por la barbarie de Hamás. Mientras Sinwar torturaba hasta la muerte a sospechosos de colaborar; mientras se esperaba que la Autoridad Palestina combatiera el terrorismo con brutalidad, “sin Tribunal Supremo y sin B’Tselem”; mientras las facciones palestinas se arrojaban unas a otras desde los tejados, nadie enviaba barcos, recaudaba fondos ni se plantaba frente al Knéset con pancartas de rostros tristes. El sufrimiento palestino no interesa ni siquiera a las almas más nobles, si no puede atribuírsele a los judíos.

Sin embargo, durante la guerra, la izquierda seudohumanista, tanto en Israel como en el extranjero, nos exige asumir la responsabilidad por una situación causada por Hamás y perpetuada por Hamás. Incluso se ocupa de cumplir el trabajo sucio de Hamás, presionando a Israel para que “muestre flexibilidad” en las negociaciones, una expresión eufemística que encubre la exigencia de que Israel acepte poner en riesgo vidas humanas y abandonar a algunos de los secuestrados. La necesidad de protegernos y garantizar el futuro de nuestros hijos es presentada como una desviación extrema promovida por una minoría radical.

Lo asombroso es que todo esto deja al descubierto cuán absurdo, por no decir repugnante, resulta el concepto de que el palestino es realmente, y en toda la extensión del término, dueño de su destino. Se le puede dejar un territorio floreciente y desarrollado, pero seguirá siendo, como los niños hambrientos de Gaza, una víctima de fuerzas más grandes y poderosas: la Autoridad Palestina, Hamás, o las FDI.

El seudohumanismo no busca aliviar el sufrimiento humano, sino continuar retratando el sufrimiento palestino como un destino trágico que solo Israel puede, y por tanto debe, solucionar. El palestino es presentado como un nuevo Jesucristo, sangrando en la cruz por faltas ajenas, cargando sobre sus hombros los pecados de la humanidad y siendo víctima de los pecados del pueblo judío.

Mucho antes de hablar de maletas con dinero o de ayuda humanitaria, lo que debemos hacer es dejar de suministrar a Hamás su arma más poderosa: nuestra compasión. Nuestros valores deben ser una fuente de fortaleza, no el armamento que entregamos a nuestros enemigos mientras pagamos nosotros mismos el precio.

El sufrimiento interminable nos obliga a comprender que se necesita un cambio de política. La urgencia del momento exige endurecer el corazón. Debemos estar dispuestos a obligar a los habitantes de Gaza a enfrentar las consecuencias de sus acciones y las de sus dirigentes.

Es momento de interiorizar esta verdad: solo la capacidad de ignorar las manipulaciones de Hamás, y de abstenernos de asumir responsabilidades por su barbarie, puede garantizar un futuro para nosotros y nuestros hijos. Quien exija a Israel eximir al régimen de Gaza de su responsabilidad, permitirle seguir matando de hambre a su población –y a nuestros secuestrados– y torturando a niños indefensos, carece de toda autoridad moral para emitir juicios.

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