La dedicación de Bono, líder de U2 y figura destacada de la música, a la defensa de los más vulnerables en el mundo resulta genuina y digna de admiración. A lo largo de décadas, ha trabajado incansablemente por la condonación de la deuda africana, ha promovido la concienciación sobre el sida y ha alzado la voz contra la tiranía, desde el apartheid en Sudáfrica hasta la opresión de comunidades marginadas en todo el planeta. A diferencia de muchos en la industria del entretenimiento, sus palabras poseen un peso moral significativo en temas de justicia y dignidad humana. Precisamente por ello, resulta preocupante que su reciente enfoque sobre la guerra entre Israel y Hamás corra el riesgo de equiparar moralmente a un Estado democrático que se defiende con un grupo terrorista decidido a destruirlo.