El reto más importante para Estados Unidos en el siglo XXI es la rivalidad estratégica con la República Popular China (RPCh) en la región Indo-Pacífica.
Con la política de “una sola China” de la RPCh, que afirma que Taiwán es una parte inalienable del territorio chino, un enfrentamiento por la isla podría convertirse en la cuestión culminante que condujera a un conflicto mundial, si no se aborda de forma adecuada.
La globalización, la expansión fronteriza y las acciones agresivas de China son responsables de cientos de miles de millones de dólares en gastos de defensa entre las naciones del Indo-Pacífico y la alianza de la Organización del Tratado del Sudeste Asiático.
China es un desafío para el mundo libre
El poder de China ha crecido hasta el punto de desafiar las fronteras de la soberanía de otros países, al tiempo que los restringe socioeconómicamente con la acumulación de dinero y recursos naturales. Esto se debe al debilitamiento de las alianzas indo-pacíficas, que permite a China desarrollar un sistema que explota las divisiones entre los países de la región no pertenecientes a la OTAN.
La asamblea general de China ha hecho de la industrialización del gasto en defensa y de las fuerzas armadas uno de los principales objetivos del 14º plan quinquenal, haciendo hincapié en que la prosperidad económica debe ir de la mano del refuerzo de las fuerzas armadas.
“Para el centenario de la fundación del Ejército Popular de Liberación (EPL) chino, en 2027, debería alcanzarse el objetivo centenario del desarrollo militar, y para 2035 el país debería lograr la modernización de la defensa nacional y las fuerzas armadas”, según el informe Global Security que cita una sesión plenaria china.
¿Cómo contrarrestar el ascenso de China?
Estados Unidos, así como sus aliados y socios, deben hacer un esfuerzo significativo para contrarrestar el ascenso global de China, su expansión militar y su vulneración de la soberanía regional. La OTAN, de la que Estados Unidos es miembro, y la SEATO son las únicas entidades con el potencial y la capacidad legal para limitar la influencia de China. Una de las muchas soluciones disuasorias consiste en aumentar el gasto en defensa, habilitar canales diplomáticos y animar a aliados y no aliados a hacer lo mismo en lugar de acudir a China en busca de ayuda.
¿Y por qué la OTAN?
La alianza es duradera y, como organización democrática, los cimientos del marco de seguridad de la OTAN resultan esenciales y pueden reforzar la estabilidad regional al tiempo que refuerzan la disuasión en el Indo-Pacífico. Trabajar con los aliados, especialmente en la región Indo-Pacífica, forma parte de la solución a un mundo más peligroso e incierto.
La seguridad mundial está entrelazada, y Europa no puede seguir ignorando lo que ocurre en el Este. No hay más que ver la invasión rusa de Ucrania, que reforzó la lista de aliados democráticos e ilustró cómo la seguridad está interconectada.
Lo que ocurre en Europa influye en Asia Oriental, y lo que ocurre en Asia Oriental influye en la Unión Europea. En el siglo XXI, la percepción de que China ya no afecta a la OTAN no es válida.
Por su parte, la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos reconoce la amenaza inmediata de China, y aboga por una disuasión prolongada en el Indo-Pacífico a través del ejército. Como parte de ello, Estados Unidos debería seguir apoyando la política japonesa de no ser el primero en utilizar las armas nucleares.
Amenaza en el Indo-Pacífico
Por la misma razón, Estados Unidos debe ayudar a reforzar las capacidades de defensa y las asociaciones de Japón en el Indo-Pacífico, lo que podría reducir la dependencia de Tokio de Washington en materia de seguridad.
Los dirigentes de Estados Unidos, la OTAN y la SEATO deben colaborar para reforzar la disuasión en el noreste asiático. También pueden comprender mejor cómo la interoperatividad, los ejercicios militares y la gestión de los arsenales nucleares proporcionan garantías en el Indo-Pacífico.
Por último, Estados Unidos debe combinar sus conversaciones separadas sobre disuasión con Japón, Australia, Filipinas y Corea del Sur. Ese debate multinacional debería abordar temas como la preparación nuclear en caso de que falle la disuasión.