Desde todos los sectores del espectro político, tanto laicos como religiosos, soldados en servicio y mujeres de reservistas, nosotros, del movimiento de reservistas “Hombro con hombro”, nos mantenemos firmes contra el objetivo principal del gobierno: conceder una exención general y permanente a decenas de miles de haredíes para que no participen en la carga del servicio de defensa. No se trata solo de una cuestión de justicia, sino de una necesidad imperiosa.
A las Fuerzas de Defensa de Israel les faltan cerca de 12.000 soldados, y el único grupo capaz de suplir ese déficit es el sector haredí. Mientras falten combatientes para luchar y resguardar las fronteras, los reservistas seguirán acumulando cientos de días de servicio por año, y los soldados en servicio regular no tendrán oportunidad de regresar a casa. Así de claro.
Cuando Israel se vio envuelta en una campaña militar de múltiples frentes, las fuerzas de reserva acudieron con un profundo sentido del deber y un compromiso extraordinario, asumiendo costos personales inconcebibles: lesiones físicas y psicológicas, hijos que no ven a sus padres, negocios que colapsan y estudiantes cuyos estudios quedan estancados. Sin embargo, para nuestra sorpresa, vimos cómo el gobierno israelí dio un giro aberrante con tal de complacer a una cúpula haredí que carece de cualquier sentido de responsabilidad nacional.
En lugar de hacer entender al público haredí que la realidad cambió y que todos deben contribuir, el gobierno promovió una ley de evasión disfrazada de ley de alistamiento. En vez de imponer sanciones severas a quienes no se enlistan conforme a la ley, se intenta aprobar una legislación que apacigüe a los haredíes.
Solo para complacer a los llamados “socios naturales”, el último episodio de esta gestión, que pretende mostrarse como nacionalista y patriótica, es el más grave hasta ahora: Yuli Edelstein, con quien trabajamos durante muchos meses y a quien respetábamos aunque no siempre estuviéramos de acuerdo, fue destituido de la presidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa. No fue destituido por perjudicar al ejército, sino todo lo contrario: por defender los principios de seguridad de Israel y no alinearse con la línea política del gobierno.
De forma escandalosa, su reemplazo, Boaz Bismuth, fue designado por la dirigencia haredí como su sucesor. Así como lo leen: los rabinos señalaron al candidato que, según ellos, permitirá aprobar una ley de evasión, y el partido Likud acató su voluntad. No les interesa la seguridad, ni el ejército, ni los soldados que sirven; solo buscan satisfacer a sus “socios naturales”.
Nosotros, del movimiento “Hombro con hombro”, estuvimos en la Knéset para expresarles lo que pensamos. Desde allí fuimos a la casa de Bismuth, para que escuche a la generación que salvó a Israel y que hoy se ve aplastada por la carga. Estamos presentes en los pasillos y en las calles, y haremos todo lo necesario para salvaguardar la seguridad del país, y para que, en las décadas que aún nos quedan de servicio, no estemos solos bajo la camilla en la pesada tarea de defender a Israel.