El mundo judío —y, con esperanza, toda persona decente— lamenta la pérdida devastadora de Avraham Azoulay, asesinado con brutalidad por terroristas de Hamás en Gaza.
Avraham, reservista de 25 años, originario de Yitzhar, en Samaria, operaba un vehículo de construcción en Jan Yunis cuando terroristas de Hamás irrumpieron en la zona. En un momento que revela su valentía, intentaron capturarlo para sumarlo a su macabra “colección” de secuestrados, pero se resistió. No aceptó convertirse en otro número, en otra pieza dentro de su campaña de terror. Por eso, lo asesinaron.
Este relato es trágico. Pero cuando se conoce en su totalidad, el dolor se vuelve casi insoportable.
Avraham se había casado con su esposa, Ruth, apenas tres meses antes. Eran recién casados, comenzaban su vida en común, soñaban con un futuro compartido. Ahora ella es viuda. Y ya ha atravesado un dolor inconcebible: su hermano también murió en combate en Gaza.