El Premio Nobel de la Paz se concede en otoño a una persona viva que haya luchado por la paz. Si Volodymyr Zelensky vive hasta entonces, será sin duda el principal candidato a ese importante reconocimiento. Los criterios específicos enumerados en el testamento de Alfred Nobel se limitan a fomentar la “confraternidad entre las naciones”, ayudar a reducir los “ejércitos permanentes” y promover “conferencias de paz”. Pero el Comité los ha ampliado para incluir la protección del medio ambiente, la promoción de la libertad de expresión y otras actividades que se oponen a la guerra. Zelensky parece cumplir estos criterios ampliados.
El premio solo se concede a los galardonados vivos. La pregunta es si Zelensky estará vivo en otoño. Él mismo ha reconocido que es el “objetivo número uno” de Rusia, y sabemos por trágica experiencia cómo trata Putin a sus objetivos. Los envenena, los tira por la ventana, y los mata de otras formas brutales y a veces sutiles. En consecuencia, el Comité Nobel debería romper con la tradición, reunirse ahora y conceder el premio a Zelensky. Puede que esto no salve su vida, ni la de los heroicos ucranianos, pero puede hacer que sea un poco más difícil para Putin provocar la ira de todo el mundo asesinando al titular del Premio Nobel de la Paz.
A lo largo de los años, el Premio de la Paz ha sido concedido a las mejores personas, como Elie Wiesel, y a las peores, como Yasser Arafat. Al Comité le gusta decir que su nominación está diseñada no solo para premiar acciones pasadas, sino también para influir en el presente y el futuro de las actividades de pacificación. Ningún premio podría cumplir esos criterios con tanta eficacia como el Premio de la Paz para Zelensky.
En la guerra y en la paz, el momento lo es todo, y este es el momento para que el Comité Nobel haga su contribución a la paz en Ucrania. Puede que no tenga ninguna influencia en las masacres que se están produciendo. Putin parece ajeno a la condena internacional. Pero no está de más intentarlo. Incluso si la concesión del Premio Nobel de la Paz a Zelensky no consigue influir en la conducta de Putin, enviará un poderoso mensaje a un mundo mayoritariamente unificado, aunque no del todo.
El Premio Nobel de la Paz no lo concede Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni la OTAN. Es un premio universal que se ha concedido a personas de las naciones más dispares y de las opiniones políticas más diversas. Sería difícil incluso para Putin distorsionar el premio para convertirlo en un ataque de Occidente, de los imperialistas, de los capitalistas, o de -para usar su malapropismo- los nazis. Le mostraría a él y a su pueblo lo unido que está gran parte del mundo contra su creciente brutalidad.
En marzo de 2014, el propio Putin fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz. Hitler había sido propuesto en la década de 1930. Y otros villanos han estado en listas largas y cortas con la esperanza de que su inclusión pudiera influir en su comportamiento. Eso no ha funcionado. Tampoco la selección de Yasser Arafat cambió su mentalidad o acciones terroristas. Lo que está haciendo Putin es pura maldad sin justificación. Lo que Zelensky está haciendo y diciendo es puro bien con todas las razones para alentar tales acciones por parte de otros. Es raro, al menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que se produzca un choque semejante entre el mal y el bien. Sin duda, ha habido otras masacres e incluso genocidios, pero la invasión de una nación totalmente pacífica no puede pasar desapercibida para un comité cuya agenda incluye recompensar el pasado e influir en el futuro.
Si el Premio de la Paz espera el calendario habitual en otoño, es posible que Zelensky no esté vivo para aceptarlo. En ese trágico caso, podría entregarse al pueblo ucraniano por la masiva y costosa resistencia que está oponiendo a la agresión rusa. Un premio que reconozca este heroísmo colectivo bien podría alentar una resistencia aún mayor por parte de otras naciones amenazadas por una agresión desnuda.
Pero un Zelensky vivo y resistente, aceptando el premio más prestigioso del mundo en nombre de su pueblo, haría más por desalentar la agresión contra los inocentes que algún tipo de premio conmemorativo a un héroe martirizado.
Por lo tanto, la cuestión no es si Zelensky merece el Premio. Lo merece. La única cuestión es cuándo debería recibirlo. Y como el Comité Nobel no concede premios a título póstumo, la respuesta parece clara. En consecuencia, como profesor emérito de Derecho Público que puede presentar candidaturas, propondré a Zelensky para el Premio Nobel de la Paz de este año e instaré al Comité a que lo conceda ahora. Como dijo una vez el gran rabino Hillel: “Si no es ahora, ¿cuándo?”
Alan M. Dershowitz es profesor emérito de Derecho Felix Frankfurter en la Facultad de Derecho de Harvard y autor, recientemente, de The Case for Color-Blind Equality in an Age of Identity Politics. Es becario de la Jack Roth Charitable Foundation en el Gatestone Institute, y también es el presentador de “The Dershow”, en Rumble.