La crisis financiera y económica del Líbano arrastra al país hacia el caos a un ritmo acelerado, según diversos informes. El Líbano se está quedando sin medicamentos esenciales y sufre escasez de combustible. El colapso económico ha despojado a la moneda nacional de la mayor parte de su valor y ha dejado a cuatro de cada cinco ciudadanos libaneses por debajo del umbral de la pobreza.
El Banco Mundial ha descrito la crisis como una de las peores en más de un siglo.
Sin embargo, la crisis no ha impedido que las autoridades libanesas vuelvan a mostrar su hostilidad hacia Israel. En lugar de dedicar sus energías a resolver la crisis económica y poner fin al sufrimiento de su pueblo -ni siquiera para distraer a su gente de los problemas que no saben cómo solucionar-, el fracasado gobierno libanés está ocupado en combatir la “normalización” con Israel.
La “normalización” con Israel no es lo que está asolando al Líbano. A los libaneses que mueren por falta de medicamentos no les importa la “normalización” con Israel. A los libaneses que hacen cola durante horas para llenar sus coches de gasolina no les importa la “normalización” con Israel. Esta gente está desesperada por encontrar soluciones reales e inmediatas a la creciente crisis del Líbano.
Sin embargo, el gobierno libanés ha encontrado tiempo para castigar a los ciudadanos libaneses por promover supuestamente la “normalización” con Israel en un momento en que no consigue resolver los problemas de vida y muerte que asolan a su propio pueblo.
La semana pasada, un tribunal militar de Beirut condenó a tres hombres a prisión tras declararles culpables de “hacer negocios y participar en la normalización” con Israel.
La Agencia Nacional de Noticias oficial de Líbano dijo que el tribunal, dirigido por el general de brigada Mounir Shehadeh, dictó tres sentencias contra “traficantes con el enemigo israelí”.
El Dr. Jamal Ahmed Rifi, médico libanés residente en Australia, fue condenado en ausencia a 10 años de prisión por el delito de “normalización con Israel”, dijo la agencia.
El segundo hombre, Amin Mohammed Baydoun, que tiene la nacionalidad estadounidense, fue condenado a cinco años de prisión por el delito de “trato con el enemigo israelí”. Baydoun fue detenido el pasado mes de junio en el aeropuerto de Beirut.
La tercera sentencia se dictó contra Marc Charbel Tanios, que recibió dos años de prisión tras ser condenado por “comunicarse con el enemigo israelí e intercambiar mensajes electrónicos con él”, según la agencia.
El hermano del primer acusado, el general Ashraf Rifi, es un antiguo ministro de Justicia libanés y director general de Seguridad Interior.
Al comentar la sentencia de su hermano, el doctor Jamal Rifi, acusó al tribunal de estar “politizado”.
“La intención de la sentencia es empañar nuestra imagen como familia”, escribió el general Rifi.
“Mi hermano es un australiano-libanés que lleva más de 50 años viviendo en Australia. Es miembro de una institución médica australiana que trabaja en la organización Médicos sin Fronteras. Contribuyó, con el apoyo de la Autoridad Palestina, a ayudar al sector médico palestino y cumplió con orgullo su deber hacia su pueblo”.
Lo que el general Rifi está explicando es que su hermano fue condenado por el tribunal libanés por ayudar a los palestinos, no a los israelíes. También está diciendo que su hermano cumplió su deber como médico a petición de la Autoridad Palestina y con su apoyo.
Sólo hay una explicación para el absurdo veredicto del tribunal, que declaró al médico culpable del “delito de normalización” con Israel: algunos de los palestinos a los que trató aparentemente tienen ciudadanía o residencia israelí. En Israel hay casi dos millones de árabes, o sea, alrededor del 20% de la población, que son ciudadanos israelíes. Otros 300.000 árabes que viven en Jerusalén llevan tarjetas de identificación emitidas por Israel en calidad de residentes de Israel. Un residente no tiene la ciudadanía, pero tiene todos los derechos de un ciudadano israelí, con la excepción del voto en las elecciones generales.
En otras palabras, es evidente que las autoridades libanesas consideran a todos estos árabes como traidores y enemigos por el simple hecho de poseer la ciudadanía o la residencia israelí.
Si un médico árabe que prestó servicios médicos a árabes es condenado a 10 años de prisión, cabe imaginar lo que le habría ocurrido si hubiera sido declarado culpable de prestar servicios a judíos israelíes. Lo más probable es que hubiera sido condenado a muerte por el tribunal militar libanés.
En un primer comentario sobre su sentencia, el doctor Jamal Rifi fue citado diciendo:
“Desgraciadamente, me han condenado a 10 años de prisión, pero han condenado al pueblo libanés a una vida de pobreza y humillación. El tribunal militar de Líbano no me dio ninguna oportunidad de defenderme. El tribunal no informó a mi abogado en Beirut ni siquiera de la fecha del juicio. No me informó personalmente de nada. Lo mínimo que deberían haber hecho es informarme de la fecha del juicio para que pudiera defenderme”.
Rifi dijo que lo único que hizo fue emprender una “acción humanitaria” en favor del pueblo palestino, enviándoles 30 respiradores para los infectados por el COVID-19. “Ayudamos a los palestinos humanamente, mientras ellos (las autoridades libanesas) comercian con sus vidas y sus problemas”, dijo. “Quien esté detrás de este juicio está comerciando con la causa del pueblo palestino”.
El director de la Congregación Cristiana Australiana-Libanesa, Wali Wahba, dijo que las sentencias judiciales reflejan el “escenario de bancarrota en Líbano”.
El poder judicial libanés, añadió Wahba, “se ha convertido en un vehículo para objetivos políticos”. Cualquiera que conozca al doctor Rifi y su trayectoria es sin duda consciente de la trágica situación que sufre el Líbano en el tiempo de la lógica perdida. El Dr. Rifi seguirá siendo un héroe humanitario en el Tribunal Popular”.
El líder de la facción palestina de Fatah en Australia, Abdel Qader Qaranouh, dijo
“Es ciertamente una sentencia injusta e ilógica. Lo que el doctor Rifi ha hecho en los últimos años por el pueblo palestino no tiene precio, y lo consideramos parte de nuestra lucha humanitaria”.
El Centro Cultural Palestino-Australiano denunció el veredicto contra el doctor Rifi. Señaló que el veredicto se emitió sin concederle su derecho constitucionalmente garantizado a la defensa legal ante el tribunal.
“El doctor Rifi es uno de los líderes más importantes de la comunidad árabe e islámica de Australia por el papel que desempeña a todas horas en el servicio médico y comunitario”, añadió el centro.
“El doctor Rifi ha estado proporcionando un servicio médico gratuito a los estudiantes y refugiados palestinos que no están cubiertos por el seguro médico del gobierno, además de proporcionar medicamentos disponibles de forma gratuita en su centro de salud. El Dr. Rifi también trabaja para proporcionar servicio médico y apoyo social a los detenidos en los centros de detención de inmigrantes de forma regular. También ha liderado los esfuerzos y las iniciativas para asegurar la ayuda del gobierno a varios centros médicos en los campamentos palestinos del Líbano”.
El centro dijo que el doctor Rifi se había ofrecido como voluntario para trabajar en un proyecto destinado a proporcionar suministros médicos a los hospitales árabes de Jerusalén y a impartir formación al personal médico palestino de los hospitales de Judea y Samaria, así como en la Franja de Gaza.
“El doctor Rifi desempeñó un papel fundamental en la obtención de docenas de dispositivos de cuidados intensivos respiratorios para los hospitales de Judea y Samaria, así como en la Franja de Gaza, en coordinación con los Ministerios de Sanidad y Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, durante la pandemia de COVID-19 del año pasado… Es vergonzoso que se acuse de traición y normalización a quienes hicieron todo lo posible durante décadas para servir al pueblo palestino. El doctor Rifi es uno de los pioneros del voluntariado humanitario y social, y ha prestado a la causa palestina y a nuestro pueblo palestino durante décadas grandes servicios que son imposibles de enumerar y por los que sería difícil dar un agradecimiento suficiente. Por lo tanto, pedimos a quienes redactaron esta injusta sentencia que corrijan este pecado”.
El caso del doctor Rifi es un ejemplo más del odio ciego de Líbano y otros países árabes hacia Israel. Estos países están tan cegados por su odio a Israel (y a los judíos) que incluso están dispuestos a castigar a un médico que ayudó a los palestinos que viven en Jerusalén. Se puede decir con justicia de estos árabes que están dispuestos a luchar contra Israel hasta el último palestino.
Este fiasco tiene otro giro irónico. Mientras la mayoría de los países árabes hacen la vista gorda ante la creciente crisis del Líbano, hay un país que parece dispuesto a ayudar al pueblo libanés: Israel.
Un día después de que se emitieran los veredictos judiciales contra el Dr. Rifi y los otros dos libaneses, Moshe Arbel, miembro del parlamento israelí (Knesset) pidió al ministro de Sanidad, Nitzan Horowitz, que proporcionara al sistema sanitario libanés ayuda humanitaria de emergencia ante la crisis de salud pública derivada de la pandemia del COVID-19 y la crisis política y económica del Líbano. “El Estado de Israel y la sociedad israelí no pueden permanecer en silencio y de brazos cruzados cuando una catástrofe humanitaria está ocurriendo a pocos minutos de la frontera norte”, escribió Arbel al ministro. “Como judíos, se nos enseña que la bondad de todas las personas que han sido creadas a imagen de Dios son amadas, y que todas las personas tienen derecho a derechos naturales básicos que no deben ser arrebatados”.
Si un miembro del parlamento libanés hubiera hecho un llamamiento similar para proporcionar ayuda humanitaria a Israel, sin duda habría sido condenado a cadena perpetua en el mejor de los casos y a la muerte en el peor. No es de extrañar que Líbano -dominado por la milicia terrorista Hezbolá, respaldada por Irán- se haya convertido en un Estado fallido y esté al borde del colapso. Un país que prioriza la lucha por la “normalización” con Israel sobre el rescate de su propio pueblo del desastre nunca podrá recuperarse de su enfermedad crónica de fanatismo y odio.