La relatora especial de las Naciones Unidas, Francesca Albanese, no es académica. No es experta. Ni siquiera es una mediadora honesta. Lo que sí es —y siempre ha sido— es una negacionista progresista con una tribuna pública.
Sus informes sobre Oriente Medio se componen íntegramente de los argumentos de sus ONG favoritas, muchas de las cuales están abiertamente alineadas con Hamás. ¿Sus fuentes? El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás. La agencia de noticias WAFA de la Autoridad Palestina. Una red cerrada de organizaciones de “derechos humanos” con una trayectoria prolongada de sesgo antiisraelí.
No cita hechos históricos porque los desconoce. No informa sobre datos verificables porque interfieren con su relato. Y en lo que respecta a los judíos, su visión del mundo resulta inquietantemente familiar: dinero, poder, influencia, lobbies, racismo. Eso es lo único que percibe. Eso es lo único que comunica.