El régimen iraní aumentó su convicción de que la aniquilación de Israel era posible y estaba próxima. En la Plaza Palestina de Teherán, el reloj de la “Destrucción de Israel” marcaba una cuenta regresiva pública, como expresión de la creencia de los ayatolás en una victoria cercana. La masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023, aunque no coordinada con Irán, reforzó esta percepción. El ataque, que expuso la vulnerabilidad de Israel, consolidó la certeza de Teherán de que su objetivo estaba próximo a cumplirse. Los líderes iraníes evaluaron con determinación que la desaparición de Israel era factible, una conclusión que, aunque extrema, no se apartaba de una lógica interna.
Los altos mandos militares y de seguridad de Israel alertaron a sus líderes políticos sobre la urgencia de actuar. Informaron que Irán estaba a semanas de poseer armas nucleares y que su expansión en el arsenal de misiles balísticos representaba una amenaza existencial. Indicaron que la ventana para contrarrestar este peligro se cerraba con rapidez, con junio de 2025 como plazo ideal y finales de año como límite crítico. La dirigencia israelí, ya convencida, coordinó acciones con el presidente Donald Trump y la administración estadounidense. Israel tomó la decisión de declarar la guerra, una acción que evitó un resultado catastrófico para el país.
En octubre de 2023, una pancarta en la plaza Valiasr de Teherán mostraba a multitudes musulmanas que marchaban hacia la Cúpula de la Roca en Jerusalén, bajo banderas de países y grupos terroristas que Irán respaldaba. La imagen representaba la expectativa de una liberación inmediata de la ciudad del control israelí, como consecuencia del ataque de Hamás. Después del 7 de octubre, Irán aceleró su programa nuclear secreto, incrementó la producción de misiles balísticos y reforzó sus defensas antiaéreas. En abril y octubre de 2024, ejecutó ataques directos contra Israel, en los cuales evidenció su audacia y capacidad militar, aunque sin alcanzar resultados significativos. En privado, Israel reconoció la amenaza y examinó de qué forma Irán extraía lecciones de sus fracasos.
Al finalizar 2024, Irán sufrió reveses considerables. Israel eliminó a Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, y redujo de manera severa las capacidades del grupo en Líbano mediante ataques con explosivos y la destrucción de su arsenal de misiles. Hamás, a pesar de mantener presencia en Gaza, perdió la mayor parte de su fuerza militar. La caída del régimen de Assad en Siria permitió a Israel consolidar su control del espacio aéreo regional y evitar que armas clave llegaran a manos rebeldes. A pesar de ello, Irán aumentó sus actividades nucleares, aumentó el nivel de enriquecimiento de uranio al 60% y avanzó en la preparación de una capacidad militar, en contravención de tratados internacionales. Sus científicos llevaron a cabo pruebas que demostraban su proximidad al desarrollo de una bomba.
De forma paralela, Irán incrementó su arsenal de misiles hasta alcanzar las 2.500 unidades, con proyecciones de llegar a 4.000 en 2026 y a 8.000 en 2027. Estos misiles, muchos equipados con ojivas de una tonelada, tenían la capacidad de destruir ciudades en Israel y sobrepasar sus sistemas defensivos. A través del uso de drones y planes de ofensiva terrestre, Irán intentaba anular la fuerza aérea israelí y ejecutar una operación simultánea a la invasión efectuada por Hamás en varios frentes. El régimen estimaba que una ofensiva inesperada permitiría alcanzar su objetivo. No obstante, la respuesta inmediata de Israel, junto con la cooperación estratégica con Estados Unidos, neutralizó estos planes y preservó la integridad del país frente a una amenaza existencial.
Israel ataca el programa nuclear de Irán en un operativo sorpresa
En febrero de 2025, los líderes políticos de Israel autorizaron a los planificadores militares y de seguridad a ejecutar un ataque preventivo contra Irán, tras recibir información de inteligencia que superaba las estimaciones del régimen iraní. La operación, aprobada con máxima prioridad, representó un cambio decisivo en la estrategia israelí.
Durante años, Israel elaboró planes para neutralizar el programa nuclear iraní, pero la falta de presupuesto y la firma del acuerdo JCPOA en 2015, promovido por la administración Obama, relegaron esta prioridad. El pacto, que tenía como propósito impedir que Irán desarrollara armas nucleares, no cumplió su objetivo. En mayo de 2023, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo un simulacro masivo que representó un ataque multifrontal contra el país, como consecuencia de un bombardeo a instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, los preparativos serios se iniciaron en octubre de 2024, con un enfoque en objetivos nucleares, el sistema de misiles balísticos, las defensas antiaéreas y otras infraestructuras estratégicas de Irán.
En el pasado, Israel destruyó programas nucleares enemigos mediante ataques precisos: en 1981, la Operación Opera eliminó el reactor de Osirak en Irak, y en 2007, un operativo similar desmanteló un reactor en Siria. No obstante, el desafío actual no tiene precedentes. El ataque previsto contra Irán implica una operación de gran escala contra un adversario que anticipa las acciones israelíes, pero no calcula con exactitud su magnitud.
En abril de 2025, los estrategas israelíes establecieron junio como el momento óptimo para el ataque. La inteligencia sobre el programa nuclear iraní, según las evaluaciones, perdería precisión después de ese mes, en especial porque las fases finales de militarización podían trasladarse a lugares menos detectables. Las FDI alcanzarían su nivel máximo de preparación, mientras que las defensas antiaéreas iraníes, que resultaron debilitadas tras un ataque israelí en octubre de 2024, no habrían recuperado su plena operatividad. Además, el arsenal de misiles iraníes seguía en expansión, y los representantes del régimen exhibían señales de deterioro político.
De forma paralela a este plan, el presidente Donald Trump otorgó a Irán un plazo de 60 días para negociaciones diplomáticas, el cual finalizó el 12 de junio. Los planificadores militares israelíes, al conocer que Irán organizaba su propio ataque, concluyeron que el primer golpe debía ser lo suficientemente contundente para impedir cualquier reacción inmediata.
El ataque, llevado a cabo en las primeras horas del día, tuvo como propósito eliminar a los principales comandantes del régimen iraní y desarticular las redes de mando y control militar. Las defensas antiaéreas quedaron fuera de servicio para reducir la capacidad de respuesta de Irán. Entre los objetivos se incluyeron lanzamisiles, zonas de lanzamiento, depósitos de misiles, centros de combustible y personal clave, distribuidos desde el oeste de Irán hasta Teherán y otras regiones. Las instalaciones nucleares principales, junto con infraestructuras relevantes para el programa armamentístico, fueron alcanzadas por bombardeos intensivos. También se incluyó a científicos relevantes que participaban en las etapas finales del desarrollo de una bomba nuclear operativa.
Israel ejecuta ataque aéreo a 1.800 km contra Irán sin ser detectado
La clave para ejecutar un ataque aéreo a 1.800 kilómetros fue mantener el factor sorpresa. Israel dio prioridad al control aéreo hasta Teherán, lo que permitió a sus fuerzas llevar a cabo bombardeos sucesivos contra objetivos militares iraníes. Alcanzar este nivel de sigilo en una operación de tal magnitud requirió una planificación meticulosa y la aplicación de tácticas no convencionales.
Para evitar filtraciones, las autoridades redujeron al mínimo la difusión de la información. Solo un grupo limitado de líderes políticos conoció por completo el plan. Incluso altos mandos militares y de seguridad permanecieron sin información hasta el momento en que se dio inicio a la operación. Esta reserva impidió que los servicios de inteligencia iraníes identificaran alguna actividad sospechosa.
Israel aplicó medidas adicionales mediante maniobras orientadas a desviar la atención. Mientras Estados Unidos anunciaba el despliegue de bombarderos B-2 en Guam, Israel llevó a cabo operaciones de engaño de mayor complejidad, cuyos detalles aún no han sido divulgados. Estas medidas desviaron el foco de Irán, que no previó la ofensiva. La Fuerza Aérea Israelí, gracias a una planificación exacta, redujo los 1.800 kilómetros de vuelo a una trayectoria no detectada, lo que tomó por sorpresa a las defensas iraníes.
El 13 de junio, a las 3 de la madrugada, Israel dio inicio a su ofensiva. Alarmas se activaron en todo el país, y los portavoces del Comando del Frente Interno hicieron apariciones en televisión. Con semblantes serenos y sin información detallada, comunicaron a la población la posibilidad de un “ataque significativo desde el este”. La falta de certezas era evidente, ya que ni siquiera ellos disponían de información completa sobre lo que ocurría en territorio iraní.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estimaron que Irán reaccionaría con entre 300 y 500 misiles, con una posible ráfaga inicial de hasta 300 proyectiles en los primeros 15 minutos. Por esta razón, se emitió una alerta a la población sin proporcionar detalles concretos. No obstante, Irán no lanzó misiles durante las primeras 18 horas, lo que evidenció la desorganización generada por la operación israelí. No fue sino hasta las 9 de la noche cuando Irán disparó dos series de aproximadamente 50 misiles cada una.
Un alto mando iraní, Amir Ali Hajizadeh, jefe aeroespacial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, detectó una situación anómala antes del ataque. Identificado por Israel como el principal responsable militar de amenazas aéreas, Hajizadeh fue clasificado como objetivo prioritario. Aunque intentó ingresar en un búnker militar y convocar a sus oficiales, Israel logró localizarlo. En una acción precisa, eliminó a Hajizadeh junto con cinco oficiales superiores de la fuerza aérea iraní, lo que impidió una reacción organizada durante las primeras horas.
La operación mostró la capacidad de Israel para integrar medidas de sigilo, desinformación y exactitud en una acción aérea de largo alcance, lo que dejó a las fuerzas iraníes sin capacidad de respuesta inmediata en una fase crítica de la guerra.
Israel provoca daños extensos en el programa nuclear y de misiles de Irán
Los altos mandos militares de Israel valoran como exitoso el ataque inicial y los 12 días de operaciones coordinadas contra Irán. En una evaluación directa, el Jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, declaró que el programa nuclear iraní y su capacidad de misiles recibieron un daño considerable.
Cada objetivo previamente definido fue destruido o quedó con daños severos, lo que superó las proyecciones de los responsables militares israelíes. Durante las últimas horas de la guerra, antes de que el alto el fuego anunciado por el presidente Donald Trump entrara en vigor, cientos de instalaciones militares fueron destruidas. Trump calificó el ataque como una acción de bombardeo sin precedentes contra Irán.
El personal científico iraní vinculado al programa nuclear sufrió pérdidas definitivas, debido a la eliminación de figuras clave. La instalación de Natanz, junto con sus centrifugadoras, quedó inutilizada. Isfahán, considerada la única planta con capacidad para procesar uranio con fines de conversión a metal sólido para ojivas, fue destruida. Fordo, donde en 2023 se confirmó un enriquecimiento de uranio al 83,7%, por debajo del umbral militar, continúa fuera de servicio tras los ataques aéreos ejecutados por Estados Unidos.
El arsenal de misiles balísticos de Irán presenta un deterioro estructural grave. Las proyecciones actuales indican que aún dispone de entre 700 y 1.000 misiles, pero con solo 200 lanzadores operativos de un total inicial de 400. Las FDI dirigieron sus ataques contra misiles y lanzadores y también contra túneles de lanzamiento y plantas de fabricación de piezas, lo que afectó directamente toda la red militar de misiles de Irán.
Irán utilizó 1.000 drones con el objetivo de generar daños, pero la operación no logró resultados relevantes, con una única incidencia que causó la destrucción de una vivienda en Beit She’an.
Doce días antes, las evaluaciones indicaban que Irán se encontraba a pocas semanas, e incluso días, de disponer de una bomba nuclear operativa. Actualmente, Zamir ha comunicado a sus homólogos que Irán ya no posee capacidad nuclear efectiva y que sus planes para emplearla contra Israel han sido interrumpidos por un periodo prolongado.
Israel alcanza ventaja operativa frente a Irán tras conflicto de 12 días
En Israel se reconoce la necesidad de mantener una evaluación prudente después del resultado obtenido en la guerra de 12 días. El país enfrentó una amenaza directa a su seguridad, y aunque las acciones militares produjeron efectos relevantes, el riesgo continúa. Irán, bajo el gobierno de los ayatolás, conserva su objetivo declarado de eliminar a Israel. Naftali Bennett, exprimer ministro, señaló en una entrevista el sábado que “es evidente que ahora intentarán reactivar” su programa nuclear. El objetivo inmediato consiste en evitar ese desarrollo.
Los responsables militares y de seguridad israelíes, aunque muestran alivio por los resultados, no interpretan estos logros como una disminución de la intención del régimen iraní de atacar a Israel. La operación constituyó un impacto relevante dentro de un conflicto prolongado, pero no implica la resolución de la confrontación. Irán continúa operando, y su política hostil hacia Israel no ha sido modificada.
Aun cuando Israel inició los ataques con una ofensiva contundente, Irán logró restablecer parte de su capacidad de acción. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) emplearon más de 4.000 proyectiles guiados contra instalaciones estratégicas, incluidas sedes institucionales como la emisora estatal, lo que obligó a un presentador a suspender una transmisión y trasladarse a un refugio. A pesar de estos ataques, la estructura del régimen no se desmanteló, y su dirigente, Alí Jamenei, salió de su búnker para declarar que Irán no se retirará de la guerra y que, según su interpretación, obtuvo una victoria.
Israel mantuvo control aéreo sobre el espacio de Teherán, designó objetivos con precisión y retuvo la capacidad de sostener ataques adicionales. La capital iraní no había experimentado una operación militar de esta magnitud desde la guerra con Irak hace más de treinta años. La ejecución israelí de estas acciones contradijo los cálculos del régimen, que posiblemente evaluó de forma incorrecta la capacidad y disposición de respuesta de Israel.
Los misiles lanzados por Irán, de los cuales solo un 14% alcanzaron zonas urbanas e infraestructuras sensibles, produjeron daños importantes. La defensa antiaérea contó con respaldo técnico y operativo de Estados Unidos. Veintiocho personas murieron, la mayoría civiles, y más de 3.000 fueron hospitalizadas, 23 de ellas con lesiones graves. Numerosas viviendas quedaron destruidas o afectadas, estructuras residenciales y administrativas colapsaron, y aproximadamente 13.000 personas fueron evacuadas. Entre los sitios impactados se encuentran el hospital Soroka en Beersheba, una guardería en la misma ciudad, un edificio de investigación en el Instituto Weizmann en Rehovot, la refinería Bazán en Haifa y un centro de atención para menores con discapacidad en Bnei Brak.
El gobierno iraní ha optado por omitir los efectos sobre su infraestructura nuclear y militar. Por su parte, los líderes israelíes, al considerar las consecuencias humanas y materiales sufridas en su propio territorio, concluyen que el impacto recibido, aunque inferior en escala, resulta inaceptable. la guerra no ha finalizado, y el seguimiento continuo de las actividades hostiles se mantiene como prioridad operativa.
Israel alcanza objetivos en guerra contra Irán y detiene conflicto
Los altos mandos militares y políticos de Israel definieron metas claras antes de la guerra: frenar la nuclearización de Irán a largo plazo y consolidar la posición estratégica del país. Tras doce días de operaciones, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron el cumplimiento de dichos objetivos. Además, advirtieron que la prolongación de la guerra provocaría un debilitamiento de Israel y favorecería la expansión de la influencia iraní en la región.
Las FDI habían previsto posibles pérdidas, como la caída de aviones o la captura de pilotos, pero estos riesgos no ocurrieron. También calcularon que una guerra de 30 días provocaría 400 muertes en el frente interno, y las bajas ya mostraban un aumento sostenido.
El primer ministro Benjamín Netanyahu, identificado por las FDI como actor relevante en el contacto con Estados Unidos para autorizar el ataque, respaldó la decisión de evitar una extensión de la guerra. Con el presidente Donald Trump que promovió un alto el fuego, las hostilidades finalizaron. Netanyahu indicó que una guerra prolongada habría permitido a Irán restablecer su margen de acción militar.
A diferencia de la guerra en Gaza, donde los objetivos de anular a Hamás y rescatar a los rehenes siguen pendientes, en el caso de Irán se cumplieron las metas declaradas. Las FDI asumieron riesgos relevantes para hacer frente a una amenaza directa, pero suspendieron las operaciones una vez eliminado el riesgo inmediato, al considerar que una continuación habría generado pérdidas excesivas frente a beneficios limitados.
Israel prevé que Estados Unidos inicie una negociación formal con Irán y ha manifestado su disposición a proporcionar información técnica para definir las condiciones del acuerdo. Sin embargo, también estima que Irán intentará sortear cualquier limitación con el fin de reactivar su programa nuclear. Las FDI afirman tener la capacidad operativa necesaria para realizar nuevos ataques en un plazo breve si las condiciones lo exigen.
Irán instala nuevo cuadro en Teherán que exalta la unidad nacional
Un nuevo cuadro se encuentra en la plaza Valiasr de Teherán. En él, figuras de distintos sectores iraníes —desde militares asesinados hasta estrellas del fútbol, ingenieros y mujeres— observan las calles de la capital. La obra, que reemplaza una imagen de la marcha hacia Jerusalén, muestra a estas personas en actitud de saludo, con cohetes que dejan estelas de humo en la parte posterior. El lema que acompaña la escena dice: “Todos somos soldados de Irán”.
La composición se presenta como una manifestación del nacionalismo. En lugar de banderas extranjeras, solo están presentes enseñas iraníes. El fondo, que antes incluía la Cúpula de la Roca, ahora muestra el Monte Damavand, el pico más alto de Irán. Este cambio comunica una preferencia del régimen por priorizar temas internos.
Sin embargo, la amenaza nuclear continúa. Irán, un país 75 veces más grande que Israel, podría haber trasladado gran parte de su uranio enriquecido al 60% y sus centrifugadoras a ubicaciones fuera del alcance de los sitios más monitoreados. La amplitud de su territorio permite la construcción de instalaciones nucleares pequeñas para llevar a cabo el enriquecimiento de uranio y el desarrollo de armas sin generar atención. Nuevos científicos ocuparán el lugar de los anteriores, y existe la posibilidad de que países como Pakistán o Corea del Norte intenten suministrar armas nucleares a Teherán.
El régimen, a pesar del resultado adverso durante 12 días en junio, conserva su propósito. Nuevos dirigentes, posiblemente con posturas más extremas, podrían asumir funciones mientras se mantenga la estructura de poder. La intención de obtener la bomba nuclear, o al menos de reconstruir su programa mediante una estrategia de avance gradual, no ha desaparecido. Rafael Grossi, jefe del OIEA, informó el sábado que Irán estaría en condiciones de reanudar el enriquecimiento de uranio en los próximos meses. Israel, sin embargo, considera probable que ese proceso ya haya comenzado.
La operación israelí resultó determinante. Sin ella, el país habría enfrentado un riesgo inmediato. La decisión de Yahya Sinwar de no coordinar el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 con Irán y sus aliados, por temor a filtraciones, constituyó un error de planificación. Sinwar supuso que la operación induciría al resto del eje a iniciar una ofensiva conjunta contra Israel, pero Irán no participó por razones que aún no se han esclarecido.
Israel Katz, ministro de Defensa, indicó la semana pasada que la Fuerza Aérea atacó el reloj en la Plaza Palestina de Teherán, el cual señalaba la “Destrucción de Israel” para 2040. Aunque no se dispone de confirmación sobre la destrucción del reloj, se estima que Irán lo restaurará. El objetivo de eliminar a Israel antes de esa fecha sigue presente.
El martes, el primer ministro Netanyahu definió la guerra como una victoria de alto valor estratégico. Según su declaración, esto permitiría establecer nuevos acuerdos de normalización y producir consecuencias prolongadas. También aseguró que Israel neutralizó el programa nuclear iraní, una afirmación que el aparato de seguridad no ha respaldado de manera unánime. Sin embargo, todos coinciden en un aspecto: si Israel no hubiera ejecutado la operación, la eliminación del país habría sido inminente.