A medida que se acerca la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, son frecuentes las noticias sobre victorias militares de los talibanes, y el movimiento parece estar preparado para consolidar su control sobre la mayoría de las provincias afganas.
Esto plantea importantes cuestiones sobre la naturaleza de la situación política y de seguridad en Afganistán tras la retirada de las tropas estadounidenses, y sobre si el país volverá a estar bajo el dominio de los mulás. ¿Aprovecharán las organizaciones terroristas el vacío de seguridad que deja la retirada de las fuerzas extranjeras?
¿Podría Afganistán volver a convertirse en un refugio para organizaciones terroristas como Al Qaeda o ISIS, ya sea bajo el gobierno talibán o debido a la falta de control total sobre el territorio afgano?
Las pruebas apuntan a una tendencia creciente de compromiso internacional con los talibanes.
La referencia más importante la hizo el ministro de Defensa británico, Ben Wallace. El ministro declaró que Gran Bretaña estaba preparada, si era necesario, para trabajar con los talibanes si éstos tomaban el control en Afganistán.
“Sea cual sea el gobierno de turno, siempre que se adhiera a ciertas normas internacionales, el gobierno británico se comprometerá con él”, dijo Wallace en una entrevista con The Telegraph. Sin embargo, un enfoque pragmático puede ser la base de una paz duradera. “Todos los procesos de paz requieren que se llegue a un acuerdo con el enemigo”.
Dijo que lo que los talibanes “quieren desesperadamente” es el reconocimiento internacional. “Necesitan desbloquear la financiación y el apoyo (para) la construcción de la nación, y eso no se hace con un pasamontañas terrorista puesto”, añadió Wallace.
Estas declaraciones apuntan a la convicción internacional de que los talibanes recuperarán el poder en Afganistán y serán aceptados siempre que abandonen sus ideas y políticas extremistas que anteriormente les llevaron a albergar elementos terroristas de Al Qaeda y a permitir que el grupo planeara los atentados del 11 de septiembre desde dentro de Afganistán.
El enviado especial del presidente ruso para Afganistán, el subdirector del Tercer Departamento sobre Asia del Ministerio de Asuntos Exteriores, Zamir Kabulov, dijo que la advertencia sobre la situación actual en Afganistán ha sido hecha por Moscú desde hace años. Reiteró el total rechazo de su país al restablecimiento de un emirato islámico en Afganistán.
Pero sugirió que era posible aceptar la presencia de los talibanes en la escena política afgana si abandonaban su forma tradicional de gobierno. El enviado ruso reconoció que el control por parte de los militantes talibanes de muchas partes de Afganistán ha privado a Daesh del terreno para lanzar ataques y sabotajes en los países de Asia Central.
Señaló que los talibanes dicen que no utilizarán Afganistán como punto de lanzamiento de ataques contra los países vecinos.
Los actores: China, Pakistán, Rusia, Estados Unidos y el ISIS
La idea de la presencia de los talibanes en la escena política afgana ya no es rechazada ni por Occidente ni por Rusia. Mientras tanto, China sigue vigilando la evolución de los acontecimientos en Afganistán.
La situación allí puede ser de importancia estratégica para China. La influencia de los talibanes ha llegado a la provincia de Badakhshan, cerca de la región china de Xinjiang. Las autoridades chinas temen la coordinación y cooperación entre los talibanes y los movimientos armados en la provincia china, aunque el grupo ha tranquilizado a China y ha enviado varias señales de que no quiere preocupar a Pekín.
Algunos observadores asiáticos creen que Pakistán podría desempeñar el papel de “patrocinador” del acercamiento entre China y los talibanes en virtud de los estrechos vínculos de Islamabad con el movimiento y su voluntad de garantizar dicha cooperación, en interés estratégico de Pakistán. De hecho, China apoya al gobierno del presidente Ashraf Ghani.
Está satisfecha con la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán. Mantiene claros vínculos con los talibanes, cuyos representantes han realizado varias visitas a Pekín. China se ha ofrecido incluso a acoger las conversaciones de paz entre las partes afganas.
Es posible que China quiera establecer relaciones sólidas con cualquiera de las partes que gobierne Afganistán en la próxima fase, dada la importancia de aprovechar Afganistán como parte del “Cinturón y Ruta”. Afganistán podría ser un corredor ideal para el transporte de mercancías chinas a Pakistán.
La próxima generación de talibanes quiere demostrar al mundo que ha aprendido la lección y que practica la política según las reglas del juego aceptadas internacionalmente. Pero estas visiones siguen siendo meras suposiciones de los analistas. Todavía no se han puesto a prueba en la práctica.
Los talibanes se han comprometido a no interferir en los asuntos internos de China, a pesar de la actitud comprensiva del movimiento hacia los musulmanes uigures y su larga relación con los militantes en suelo chino.
En febrero de 2020, los talibanes se comprometieron con Washington a no permitir el uso del territorio del país contra otros países y a no aceptar a ningún refugiado o exiliado al margen de la ley internacional de inmigración, según declaró su portavoz, Suhail Shaheen. Cabe señalar que durante su estancia en Qatar, Shaheen se refirió a Afganistán como un “emirato islámico”.
Los servicios de inteligencia estadounidenses advierten que el gobierno afgano se derrumbará a principios del próximo año debido a los continuos ataques de los militantes talibanes. Los funcionarios estadounidenses afirman que Estados Unidos está dejando una capacidad aérea remota para apoyar al gobierno afgano.
Pero la objetividad exige queEstados Unidos se centre en mantener la capital, Kabul, únicamente bajo el control del gobierno. Las experiencias del pasado reciente sugieren que el apoyo aéreo, por muy grande o superior que sea, no garantiza por sí mismo el control de un gobierno legítimo sobre el terreno.
La guerra no convencional suele conducir a resultados diferentes de los esperados por los expertos. Está claro que el gobierno afgano está perdiendo rápidamente las provincias que controla una a una, sabiendo que la retirada de Estados Unidos del país aún no es completa.
Los talibanes han reclamado recientemente el control de 218 de los 370 distritos de Afganistán, y el grupo afirma controlar cerca del 85 por ciento del territorio afgano, mientras que el gobierno cuestiona la veracidad de estas afirmaciones.
Otro escenario es que Afganistán recaiga en una guerra civil muy parecida a la que siguió a la retirada soviética en 1989. Los talibanes han negado su intención de tomar militarmente la capital, Kabul, al tiempo que afirman que el gobierno afgano está “agonizando”, lo que sitúa el futuro de Afganistán más allá de la retirada estadounidense ante escenarios abiertos a cualquier posibilidad.
Los elementos de ISIS estacionados en el norte de Afganistán, según los círculos oficiales rusos, añaden aún más complejidad. Esto abre la puerta a una posible intervención rusa para golpear al grupo dentro del territorio afgano antes de que entre en los países centroasiáticos de Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán.