Cuando Estados Unidos se unió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la condena de los asentamientos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, trazó el lunes una línea roja para la administración Biden. Debido a la abierta injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Israel en materia de reformas judiciales, la respuesta de Netanyahu era previsible.
Se tardó demasiado en obtener una respuesta. La decisión de Estados Unidos de permitir que el Consejo de Seguridad emita una declaración que resta importancia a los actos terroristas palestinos, la incitación diaria de la Autoridad Palestina al asesinato de judíos y la glorificación del terrorismo y de los terroristas contribuyeron al estallido de violencia.
Parece que la llamada “mayor democracia del mundo” es todo menos eso. No muestra ninguna deferencia por el resultado de las elecciones israelíes ni por el proceso democrático interno que ha tenido lugar y continúa en el país. Además, en los últimos meses ha quedado cada vez más claro que la afirmación del gobierno de Biden de que el apoyo y la colaboración de Estados Unidos con Israel se basan solo en “ideales democráticos compartidos” es falsa. Estados Unidos invierte en Israel no solo porque sus principios coinciden, sino también porque tiene muchos intereses comunes con el país.
El embajador estadounidense, Thomas Nides, se muestra hipócrita y prepotente en sus amonestaciones. Estados Unidos no ha intervenido en los asuntos de otras naciones de Oriente Medio, sino que ha ofrecido ayuda en diversos ámbitos. Algunos países no son realmente democracias; sus tribunales son solo para aparentar y están bajo control gubernamental, y los derechos humanos se han violado sistemáticamente en ellos durante décadas. Sin embargo, la democracia y el sistema político israelíes son motivo de preocupación para Nides, Antony Blinken y Joe Biden.
En cuanto a la cuestión de los asentamientos, hemos estado “acostumbrados” a enfrentamientos recurrentes con gobiernos demócratas y a complicados acuerdos diplomáticos, como este publicado ayer (una congelación de varios meses de los poblados adicionales). Sin embargo, cuando se trata de la injerencia de Estados Unidos en la reforma judicial de Israel, todos los partidarios y detractores de la reforma deberían estar de acuerdo y decir no. El precedente creado por la intervención de Estados Unidos es muy preocupante, ya que podría dar lugar a más intromisiones en otros asuntos internos importantes de Israel.
Debería haber normas que no deben romperse en esta relación, ni siquiera entre amigos, a pesar de nuestra dependencia de Estados Unidos para ayuda militar, de inteligencia y económica. Estados Unidos ha ido demasiado lejos en repetidas ocasiones en los últimos meses.