El régimen iraní ha convertido a Siria en un campo de batalla indirecto a medida que aumentan las tensiones entre Estados Unidos y Teherán en ese escenario. Una de las principales políticas de Irán es convertir a otros países de la región en campos de batalla indirectos para promover sus intereses políticos y sus ambiciones hegemónicas.
El ejército estadounidense llevó a cabo la semana pasada ataques aéreos en la provincia siria de Deir Ezzor que tuvieron como objetivo “instalaciones de infraestructura utilizadas por grupos afiliados al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán”, según una declaración del coronel Joe Buccino, portavoz del Mando Central estadounidense. La orden provino directamente del presidente Joe Biden, quien “dio la dirección para estos ataques en virtud de su autoridad del Artículo II para proteger y defender al personal estadounidense interrumpiendo o disuadiendo los ataques de los grupos respaldados por Irán”.
A principios de este mes, un ataque con drones alcanzó un complejo dirigido por tropas estadounidenses y combatientes de la oposición siria respaldados por Estados Unidos en la parte oriental de Siria, cerca de las fronteras con Jordania e Irak. El general de división John Brennan, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Combinada – Operación determinación inquebrantable, señaló que tales ataques “ponen en riesgo la vida de civiles sirios inocentes y socavan los importantes esfuerzos de nuestras Fuerzas Asociadas para mantener la derrota duradera de (ISIS)”.
Siria es un pilar fundamental de la estrategia del régimen iraní en Oriente Medio. Algunos dirigentes iraníes incluso consideran que Siria forma parte de Irán. Por ejemplo, Mehdi Taeb, un confidente del líder supremo Alí Jamenei, dijo en una ocasión que Siria es la “35ª provincia de Irán… si perdemos Siria, no podremos mantener Teherán”.
El régimen iraní parece haber penetrado en todas las organizaciones gubernamentales sirias, incluidas sus infraestructuras de seguridad y militares. El IRGC de Irán y su Fuerza Quds de élite, que lleva a cabo operaciones más allá de las fronteras de Irán, son los actores clave. El régimen también se apoya en sus grupos paramilitares y en las milicias chiítas proxies.
Aunque los partidarios de la línea dura de Irán están a favor de las políticas intervencionistas, no hay diferencias significativas entre las facciones políticas iraníes en lo que respecta a la política del régimen en Siria, que muy probablemente está dirigida por Jamenei personalmente, así como por los cuadros superiores del CGRI y la Fuerza Quds. Para infiltrarse y controlar más eficazmente Siria, el régimen iraní ha estado construyendo y abriendo escuelas e intentando convertir algunas mezquitas suníes en chiíes con el fin de alterar la demografía del país a su favor.
El régimen iraní también utiliza Siria como campo de batalla por delegación para ganar puntos contra Israel. Al explotar la inestabilidad en Siria, el CGRI y la Fuerza Quds disfrutan de una presencia militar cerca de la frontera de Israel. El CGRI también ha establecido bases militares permanentes en Siria y tiene un importante control sobre algunos de los aeropuertos del país. Desde la perspectiva de los líderes iraníes, esto ayuda a inclinar el equilibrio de poder regional a su favor.
El régimen iraní también ha ido más allá y ha creado fábricas dedicadas a la fabricación de misiles balísticos avanzados y otras armas dentro de Siria. Entre ellas se encuentran misiles guiados de precisión con la tecnología necesaria para atacar objetivos específicos. Las fábricas de armas de Irán en el extranjero le dan una capacidad militar ventajosa para librar guerras o golpear a otras naciones a través de terceros países, como Siria.
Una de las formas más eficaces de reducir la influencia del régimen iraní en Siria es cortar el flujo de fondos al gobierno, al CGRI y a la Fuerza Quds. El acuerdo nuclear propuesto, en cambio, aumentará los ingresos de Teherán. Por ejemplo, en 2013 y 2014, el establecimiento teocrático se encontraba en una situación financiera difícil debido a las cuatro rondas de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La presión sobre Teherán se reflejaba en los discursos de Jamenei, que pedía angustiosamente a Assad que controlara la situación en Siria. Por desgracia, el acuerdo nuclear de 2015 cambió las cosas. Miles de millones de dólares entraron en el tesoro de Irán, proporcionando un alivio significativo. El apoyo financiero y militar a Assad aumentó y, posteriormente, Teherán reconoció públicamente tener fuerzas sobre el terreno en Siria.
El nuevo acuerdo nuclear no moderará la política regional del régimen iraní. Por el contrario, los partidarios de la línea dura -principalmente el líder supremo y los dirigentes del CGRI- actuarán para reforzar su monopolio sobre los sistemas político y económico. Y los principales beneficiarios de la mejora de la situación económica de Irán van a ser el círculo dorado de Jamenei, el CGRI, la Fuerza Quds, el Ministerio de Inteligencia, la fuerza militar Basij y los aliados de Irán, incluidos Bashar Assad en Siria y los apoderados de Teherán en toda la región. En otras palabras, el acuerdo nuclear significará que el régimen iraní dispondrá de más fondos para invertir en su ejército y en sus grupos proxy y para seguir interfiriendo en los asuntos internos de otros países.
La administración estadounidense debe aplicar una política global, que incluya la reducción del flujo de fondos al CGRI, para contrarrestar eficazmente la política desestabilizadora de Irán en Siria.