En un ambiente tenso y cargado de expectación, el general Mark A. Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, se dirigió al Subcomité de Defensa de la Cámara de Representantes el 23 de marzo de 2023. Su voz grave y decidida anunciaba un “punto de inflexión” en el programa nuclear de Irán, un enemigo que se esconde en las sombras.
El juego de la culpa
El progreso de Irán hacia un arma nuclear en los últimos dos años es un secreto a voces. Los dedos acusadores se cruzan entre los partidarios de los presidentes Joe Biden y Donald Trump, mientras el pulso geopolítico se acelera. La verdadera razón de este progreso, sin embargo, es la decisión de Biden de poner fin a la “presión máxima”.
La bomba en ciernes
Con un enriquecimiento del 90 %, Irán ha cruzado la línea de lo necesario para la generación de energía civil y ha alcanzado el nivel necesario para un arma. El testimonio de Milley revela un cambio en la política de Estados Unidos: ya no se trata de negar a Irán un arma nuclear, sino de no tomar medidas para que no despliegue sus armas nucleares.
El juego peligroso de Biden y compañía
Las maniobras astutas de Biden, Milley y sus colaboradores no logran engañar a quienes observan con atención. Esta nueva política estadounidense erosiona la credibilidad de Estados Unidos en la región, dejando a las naciones circundantes en un estado de incertidumbre. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, conscientes del cambio en la política de EE. UU., se encuentran en una encrucijada, considerando sus relaciones con potencias rivales como China, Rusia e Irán.
El mensaje peligroso que emana de la nueva postura de Estados Unidos siembra la desconfianza y la duda en las alianzas previamente sólidas, lo que podría conducir a una reestructuración del equilibrio de poder en la región. En este juego de alto riesgo, las decisiones tomadas ahora podrían tener consecuencias de larga data.
El momento crítico
Milley insinúa que Estados Unidos solo intervendría si Irán se convierte en una potencia nuclear. Pero esto plantea una pregunta escalofriante: ¿está la administración Biden dispuesta a arriesgarse a una guerra nuclear? Si la fuerza militar está sobre la mesa, sería más estratégico actuar antes de que Irán adquiera disuasión nuclear.
Inconsistencias fatales
La política estadounidense es incoherente. Aunque Corea del Norte ya posee armas nucleares, Estados Unidos no ha atacado al Reino Ermitaño. La falta de sinceridad de las declaraciones de Milley es evidente. Además, no está claro si Estados Unidos podría detectar el despliegue de armas nucleares iraníes.
Un verdadero y doloroso despertar
En este ambiente de traición y engaño, los aliados árabes e Israel deben enfrentar la amarga realidad: Estados Unidos ya no es un baluarte confiable en esta lucha. Ahora deben enfrentar el desafío por sí mismos.
Las naciones de la región se ven empujadas hacia un callejón sin salida, forzadas a actuar unilateralmente para evitar que el mayor Estado patrocinador del terror del mundo desarrolle un arsenal nuclear. El reloj no se detiene, y mientras las horas pasan, la tensión se acumula.
Los líderes árabes e Israelitas, conscientes del riesgo que representa un Irán nuclear, saben que el tiempo se acaba y que las decisiones que tomen ahora sellarán el destino de sus naciones.