Se supone que los pacificadores cristianos promueven la no violencia, pero cuando llegan a la presencia de los palestinos que dicen cosas odiosas contra Israel y promueven actos de violencia contra sus ciudadanos, algunos de estos se emocionan de una manera malsana. Es espeluznante.
No son tan malos como los adolescentes que gritaban en adoración a los Beatles y los Rolling Stones durante la invasión británica en la década de 1960, pero ya son lo suficientemente malos. Son más como el crítico de rock Jon Landau, quien después de asistir a un concierto de Springsteen en 1974 escribió: «Vi el futuro del rock and roll y su nombre es Bruce Springsteen».
El activista Sabeel de mucho tiempo, Don Wagner, tuvo su momento de Springsteen después de conocer a Yasser Arafat en la Casa Blanca en 1992. En un libro de 1993 que coescribió con Dan O’Neill, cofundador de la organización benéfica cristiana Mercy Corps, Wagner escribió: «Yasser Arafat es, sin duda, la personalidad más intrigante en el Medio Oriente. Dan y yo nos hemos reunido con Arafat y lo consideramos un líder carismático que se dedica exclusivamente a establecer un Estado para los palestinos. Intrigante y carismático». Ese es el tipo de cosas que verías escritas en las páginas de Tiger Beat en el día. Como dije, espeluznante.
Una adulación similar se mostró en una Conferencia reciente en el punto de control organizada a principios de este año por Bethlehem Bible College. El 29 de mayo de 2018, el segundo día de la conferencia, los organizadores afiliados trajeron tres autobuses llenos de activistas pacifistas cristianos de Europa y América del Norte a la casa de Bassem Tamimi en Nabi Saleh, una aldea árabe cerca de Ramallah. El objetivo era exponer a los cristianos sobre la «resistencia no violenta en el pueblo«.
El miembro más prominente de la familia Tamimi, Ahed, se encuentra actualmente en prisión por abofetear a un soldado israelí. En un video de YouTube producido alrededor del momento de su arresto, Ahed hizo un llamado a los palestinos para que se involucren en apuñalamientos y «operaciones de martirio» (también conocidos como ataques suicidas) y arrojar piedras contra los israelíes.
Según Petra Marquardt-Bigman, Nariman, madre de Ahed, publicó un gráfico que indicaba a atacantes potenciales dónde apuntar sus cuchillos para obtener el efecto más dañino y letal durante la «Intifada de apuñalamiento» en 2015. También ha expresado su apoyo a la masacre de Sbarro perpetrada por el primo de su marido, Ahlan Tamimi, en agosto de 2001. (Esto se debe al compromiso de los Tamimis con la «resistencia no violenta»).
Los activistas están muy emocionados de visitar a los Tamimis, incluso si no pueden conocer a su héroe encarcelado, Ahed. Todavía son capaces de conocer a su primo más joven que se hace llamar «Jana Jihad». Y también tienen la oportunidad de escuchar al patriarca de Tamimi, Bassem, hablar sobre cómo es vivir en Nabi Saleh. Bassem es un polemista veterano. En un evento en Cambridge, Massachusetts, en octubre de 2015, Tamimi habló de cómo los sionistas «intimidan» a los medios en los Estados Unidos y acusó a Israel de usar el Holocausto como excusa para sus acciones.
«Se enferman», dijo. «No pueden sentir el sufrimiento palestino debido al Holocausto. No pueden reconocer que son terroristas contra los palestinos porque es menos que Hitler. Los israelíes matan a los palestinos con balas de 22 milímetros pero no los ponen en los hornos», dijo. «Para eso son diferentes».
De pie en su porche frente a una audiencia de unas 200 groupies cristianas, Tamimi habla sobre el sufrimiento que él y su familia han soportado como resultado del “conflicto”. «He estado en la cárcel nueve veces en mi vida», dice. «Mi primo, cinco veces. Mi esposa, cinco veces».
Él relata una larga lista de parientes que han resultado heridos o muertos en actos de violencia contra soldados israelíes y habla de haber sido torturado por los israelíes en 1993 y como consecuencia de ello quedó paralizado durante 14 días. Él dice que el día en que fue liberado, su hermana fue asesinada por un israelí. «Mataron a mi cuñado frente a la familia en 2012», dice. Previsiblemente, Tamimi no menciona el papel que jugó su primo Ahlan en la masacre de Sbarro de 2001, que mató a 15 civiles e hirió a 130 personas.
Después de que Tamimi haya terminado de hablar, Janna Jihad tiene la oportunidad de hablar y ella, al igual que Bassem, cuenta una historia de sufrimiento. Considerado como el «periodista más joven del mundo», Little Miss Jihad lamenta que los niños palestinos de tan solo 12 años sean arrestados e interrogados por soldados israelíes. No se menciona a los israelíes que han sido asesinados por lanzadores de rocas palestinos.
Sami Awad de Holy Land Trust interviene para preguntar. Levanto la mano y me llaman primero. «Escuché algunas historias sobre un terrible sufrimiento», le dije. «Creo que mi pregunta es, ‘¿Cuánto de ese sufrimiento podría haberse evitado si Arafat hubiese dicho sí a los Parámetros de Clinton?’. Es una pregunta justa. Si Arafat hubiera aceptado el plan presentado por el presidente Bill Clinton, los palestinos habrían alcanzado la condición de Estado y pondrían fin a una guerra que causó el sufrimiento que él describió. En cambio, dijo que no, y miles de personas murieron como resultado.
Tamimi hace una pausa antes de contestar. Finalmente, encuentra su equilibrio. «¿Por qué debemos aceptar tener menos tierra de la que merecemos? Por qué debemos olvidar nuestra tierra y nuestra patria y nuestros derechos. Por qué todo el tiempo todo el mundo quiere que los palestinos cambien su agenda para ser aceptables en la sociedad israelí y el gobierno israelí. Por qué toda la presión viene sobre los palestinos. ¿Por qué quiere victimizar más a los palestinos? »
Y sobre Tamimi se queja del crecimiento de asentamientos en Cisjordania, el colapso del proceso de Oslo y la expectativa de que los palestinos se vean obligados a aceptar un Estado en el 22% de lo que habían sido originalmente ofrecido bajo el plan de Partición de la ONU (que los líderes árabes rechazaron). «Este es el problema normal», dice.
En respuesta a su diatriba, el público recompensa la truculencia de Tamimi con aplausos. Alguien más, un anciano con acento inglés, hace una pregunta. «Todos estamos del mismo lado aquí», declara antes de preguntar si la gente de la audiencia puede firmar una petición. Tamimi acababa de dejar en claro que estaba listo para otra ronda de conflicto, y sin embargo, aquí estaba uno de sus groupies respondiendo a él como si fuera George Harrison cantando «My Sweet Lord».
Y en eso va. Más tarde, una mujer levanta su mano y declara: «No tengo una pregunta tanto como quiero decirte lo honrado que estoy de estar aquí con tu familia. Te agradezco tu historia». Ella dice que, como estadounidense, su corazón es pesado y que, como cristiana, reza por la paz para los palestinos porque “Dios es más grande que cualquiera de estos establecimientos políticos y por eso solo quería agradecerte a ti y a mí. Me siento honrada de estar con ustedes hoy.»
Ahí está: Una mujer que expresa un deseo de paz, habla con la misma hondura de cuán honrada está por ser una invitada de una familia que ha incitado la hostilidad y la violencia contra los israelíes durante años.
Estas personas no son pacificadores. Son groupies espeluznantes y tristes que premian a los extremistas palestinos que persiguen agravios con una adulación perversa e inmerecida que solo alimenta el fuego de la hostilidad en Tierra Santa.
El escritor es un analista cristiano de medios del Comité para la Precisión en la Información Medio Oriente en América (camera.org). Sus opiniones son suyas.