Irán está intensificando sus esfuerzos para establecer una red mundial de terroristas, ya que los ayatolás están sometidos a una presión económica y política cada vez mayor como resultado de las sanciones de Estados Unidos.
Mientras los funcionarios estadounidenses continúan investigando la participación de Irán en una reciente serie de ataques a varios petroleros que operan en el Golfo Pérsico, los expertos en antiterrorismo han encontrado pruebas de que Irán también está haciendo todo lo posible para desarrollar su infraestructura terrorista mucho más allá de Medio Oriente.
Los servicios secretos están especialmente preocupados por las actividades de Irán en Europa, donde han identificado un reciente aumento de la actividad terrorista patrocinada por la República Islámica.
La primera sugerencia de que Irán estaba utilizando Europa como un nuevo escenario para llevar a cabo sus operaciones terroristas se hizo en 2012, cuando la célula terrorista de Hezbolá explotó en un autobús turístico en Bulgaria, que transportaba a un grupo de turistas israelíes a un aeropuerto local. En el ataque murieron cinco israelíes, el conductor búlgaro del autobús y otras 32 personas resultaron heridas.
Las pruebas posteriores proporcionadas por los servicios de seguridad búlgaros a la Unión Europea demostraron que dos terroristas de Hezbolá con sede en el Líbano fueron los responsables del atentado, lo que llevó a la UE a dar un paso sin precedentes al incluir oficialmente a la unidad militar de Hezbolá en la lista de organizaciones terroristas.
Más recientemente, el personal de seguridad europeo ha visto un aumento significativo de la actividad terrorista respaldada por Irán. En junio del año pasado, dos diplomáticos iraníes fueron expulsados de Holanda por organizar asesinatos políticos en el país, y en el mismo mes el ministerio de inteligencia francés frustró un plan para bombardear una manifestación de la oposición iraní en París. Luego, en octubre, las autoridades danesas acusaron a Irán de “conspiración inusual y grave” para asesinar a un líder separatista árabe.
Además, todos estos planes tuvieron lugar después de que Teherán firmara un acuerdo nuclear con las principales potencias mundiales en 2015, un acuerdo que, según la administración Obama, animará a los ayatolás a comprometerse de forma más constructiva con el mundo exterior.
Por el contrario, la situación se ha invertido: las organizaciones terroristas vinculadas a Irán, como Hezbolá, han intensificado y ampliado sus operaciones terroristas mucho más allá de su hábitat natural en Medio Oriente, y Europa es cada vez más objetivo de las mismas.
Uno de los descubrimientos más inquietantes sobre los horizontes cada vez más amplios del terrorismo en Irán tuvo lugar en Londres, donde a principios de este mes el Daily Telegraph informó de que una célula terrorista vinculada a Irán había sido detenida en una fábrica secreta de explosivos en las afueras de Londres, donde se habían acumulado toneladas de explosivos.
Se descubrió que una célula de Hezbolá había escondido miles de bolsas de hielo desechables que contenían nitrato de amonio, un ingrediente común en las bombas caseras. El nitrato de amonio se utilizó en el bombardeo de la ciudad de Oklahoma en 1995 que mató a al menos 168 personas.
En particular, en otoño de 2015, poco después de que el Reino Unido se convirtiera en signatario del controvertido acuerdo nuclear con Irán, se abrió una célula de fabricación de bombas en Londres.
Aunque tanto el ex Primer Ministro David Cameron como la entonces Primera Ministra Theresa May fueron informados de este descubrimiento, que no se había hecho público, estaban interesados en no revelar ninguna información que pudiera haber socavado el acuerdo nuclear.
El servicio secreto británico concluyó que estos arsenales formaban parte de la conspiración internacional de Hezbolá para sentar las bases de futuros ataques terroristas en Europa. Establecieron paralelismos entre el alijo químico descubierto en Londres y un caso similar en Chipre, al mismo tiempo que Hassan Bassam Abdallah, de 28 años, miembro del ala militar de Hezbolá, fue condenado por posesión de 65.000 bolsas de nitrato de amonio que había considerado adecuadas para futuros ataques terroristas. Posteriormente fue detenido durante seis años.
El descubrimiento de la célula terrorista de Londres vinculada a Hezbolá llevó sin duda a las autoridades antiterroristas británicas a reconsiderar radicalmente su evaluación de la amenaza terrorista que representa Irán para el Reino Unido.
Uno de los resultados positivos de la creciente actividad terrorista de Irán fue que convenció al gobierno británico para que finalmente declarara a toda la organización de Hezbolá una organización terrorista.
Anteriormente, Londres había intentado distinguir entre las “alas política y militar” del grupo, y solo esta última designaba una organización terrorista, lo que permitía que el “ala política” mantuviera vínculos con políticos británicos prominentes.