Los iraníes utilizarán en su lucha hasta el último jihadista, el último miembro de Hamás y el último combatiente de Hezbolá. No tienen ningún problema en sacrificar a los chiítas empobrecidos en el altar de sus ambiciones imperialistas; combatientes de países que terminan en “-stan” que se unen a las milicias que reciben órdenes de Irán. Pero cuando se trata de Irán en sí, la historia es diferente. Se preocupan mucho por sí mismos. Irán es responsable de los ataques contra Israel desde Gaza, Líbano y Siria, pero como esta violencia no emana del territorio iraní, son los secuaces de Irán los que llevan la peor parte de nuestra respuesta.
Nuestra política actual es disparar solo contra los que nos disparan. Eso tiene que cambiar. ¿Por qué deberían vivir los israelíes bajo los ataques instigados y financiados por Irán, que incluso suministra algunas de las armas, mientras los iraníes duermen sanos y salvos en sus camas? ¿Es solo porque los disparos se hicieron desde otro lugar? A Irán no le importa si los habitantes de Gaza o los miembros de Hezbolá son golpeados por las represalias israelíes, o si la población local paga el precio de la agresión iraní. No nos disparan desde Irán y nosotros no les dispararemos desde Israel. Hay que enseñar a los iraníes que mientras sean responsables de los ataques contra Israel tampoco estarán a salvo.
Si los soldados israelíes en Galilea están amenazados por la actividad iraní en el Líbano, ¿por qué deberían los soldados iraníes estar seguros en su propio país? Y si los israelíes de Sderot están sentados en refugios antiaéreos por culpa de Irán, ¿por qué los iraníes de Shiraz deberían poder sentarse en sus salas de estar? Si Tel Aviv o Haifa están amenazadas, ¿por qué debería ser posible caminar libremente por los mercados de Teherán? ¿No hay milicias sunitas con rencores contra Irán? Los hay, y muchos de ellos. Si usted orquesta ataques contra nosotros, nosotros orquestaremos ataques contra usted. Así es como debe ser; así de simple, así de simétrico.
Nuestra respuesta en Gaza ha sido débil, supuestamente debido a la tensión en el norte. Pero las amenazas del Norte y del Sur son obra de Irán. ¿Quién dice que solo podemos atacar las malas hierbas sobre la tierra? ¿Qué hay de malo en prestar atención a las raíces también? Una respuesta dirigida a la fuente del mal será mucho más eficaz. Irán no podrá aceptar ataques contra su propio país, al igual que nosotros no deberíamos aceptar ataques contra el nuestro. Ningún país lo haría. Los responsables tienen que pagar, tanto los que apretan los gatillos como los que dan las órdenes. Una posición de Hamás no debería ser la única respuesta a un misil. Una aldea siria no debería ser el único objetivo de un ataque con drones. Y el Líbano no debería ser el único país que sufre las consecuencias de la agresión de Hezbolá.
La guerra salvaje entre sunitas y chiítas tiene más de 1.300 años. Los iraníes odian a los sunitas, y los sauditas que representan al mundo sunita, mucho más de lo que nos odian a nosotros. Para los chiítas, el conflicto con los sunitas es una batalla por la vida y la muerte. Pero a diferencia de los sunitas que los persiguieron durante siglos, nosotros no constituimos una amenaza real para ellos. Persia es una nación astuta y antigua con una gran riqueza de tradiciones y cultura. Por eso su absurda política antiisraelí es tan incomprensible.
¿Por qué les importamos a ellos? ¿Por qué los iraníes tienen que soportar tanto sufrimiento, pobreza y angustia? Están malgastando su dinero en Gaza, Líbano y Siria, y colapsando bajo sanciones internacionales. Podrían estar viviendo una vida decente y feliz. Lo que necesitan es una lección de historia: en última instancia, nadie salió victorioso después de meterse con los judíos.