Entre 1993 y 2005, Israel se retiró del 40% de las cadenas montañosas de Judea y Samaria y de toda la Franja de Gaza. Su retirada transformó estas regiones en plataformas para el terrorismo palestino y el lanzamiento de misiles sin precedentes, con el apoyo de Irán, Turquía y Corea del Norte.
También ha intensificado las amenazas letales a todos los regímenes árabes pro-estadounidenses, reforzando sus lazos de seguridad con Israel, que consideraban los “agentes de seguros de vida” más creíbles de la región.
Como era de esperar, los gestos hacia los regímenes deshonestos y los terroristas alimentan aún más la violencia.
Desde 1967, el control israelí de los Altos del Golán, que atraviesan el norte de Israel, ha limitado los perfiles estratégicos de Rusia, Irán, Corea del Norte, el Estado Islámico y Turquía en Siria. Además, la postura israelí de disuasión ha reforzado la seguridad nacional del régimen hachemita de Jordania y de todos los demás regímenes árabes pro-estadounidenses, de ahí la cooperación sin precedentes entre Israel y estos regímenes.
Por ejemplo, la invasión pro-soviética siria a Jordania en septiembre de 1970 fue revertida principalmente debido al despliegue de tropas de Israel a las Alturas del Golán, a 37 millas de Damasco. La invasión siria tenía por objeto derrocar al régimen hachemita y producir un escenario de dominó pro-soviético en la Península Arábiga, en un momento en que Estados Unidos dependía en gran medida del petróleo del Golfo Pérsico.
Así, el control israelí de los Altos del Golán le ahorró a Estados Unidos la necesidad de desplegar sus propias tropas para salvar a su aliado jordano, a la vez que evitó un posible enfrentamiento entre las superpotencias y negó a la URSS una bonanza geoestratégica.
La importancia del control israelí de los Altos del Golán para la seguridad nacional de los Estados Unidos ha aumentado con los años, debido a los siguientes fenómenos:
– La violenta guerra civil en Siria que estalló en 2011.
– La escalada de la participación de Irán en Siria y Líbano, con Teherán aspirando a extender su dominio al Mediterráneo y a Europa.
– El afianzamiento de las células ISIS en Siria, independientemente de sus recientes reveses.
– La creciente participación en Siria del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, que pretende resucitar el Imperio Otomano.
– La alianza Rusia-Siria y la expansión de la presencia rusa en el Mediterráneo y en todo Oriente Medio.
– Desde el decenio de 1960, Corea del Norte ha sido uno de los principales aliados de Siria, comprometido en la cooperación militar y tecnológica ilícita, incluidos los misiles balísticos y la guerra química. Pyongyang facilitó la construcción del reactor nuclear sirio que fue destruido por Israel en 2007.
En noviembre de 2019, el potencial explosivo de Siria trasciende las fronteras de Oriente Medio. El régimen pro-ruso, pro-iraní, pro-corea del Norte y antiestadounidense sirio, que proporcionó refugio a los criminales de guerra nazis, se ha convertido en un epicentro mundial del terrorismo y el narcotráfico globales.
La realidad endémicamente turbulenta de Siria en particular y de Oriente Medio en general pone de relieve la naturaleza autodestructiva de los Estados Unidos y de los regímenes árabes pro-estadounidenses de los intentos de sacar a Israel de los Altos del Golán.
Los acuerdos celebrados con Damasco son tenues (¿comprarías un coche usado a Assad?). Por ejemplo, desde 1953, Siria ha violado todos sus acuerdos de suministro de agua con Jordania. A pesar del estado oficial de paz entre Jordania y Siria, Siria invadió el reino hachemita en 1970, amenazó con volver a invadirlo en 1980 y 1989, y apoya periódicamente la subversión anti-hashemita y el terrorismo.
Durante 30 años (1976-2006), Siria ha violado una serie de compromisos internacionales e intraárabes para evacuar el Líbano, hasta que se vio obligada a retirarse por factores internos e internacionales.
En 1973, Siria violó el acuerdo de armisticio de 1967 con Israel, así como el Acuerdo de Desenganche de 1974 con Israel, aterrorizando a Israel a través de grupos terroristas palestinos y chiítas en Jordania y el Líbano.
El control israelí de los Altos del Golán, al igual que su control de las montañas de Judea y Samaria, ha reforzado la postura de disuasión de Israel y ha ampliado el alcance estratégico de los Estados Unidos. La retirada de Israel de los Altos del Golán erosionaría su postura de disuasión, convirtiendo al Estado judío de productor/activo de seguridad nacional a consumidor/responsable de seguridad nacional, en detrimento de los Estados Unidos.