Irán está cometiendo por fin errores graves. Esperemos que alcancen una masa crítica suficiente para convencer a la administración Biden y a Europa de que la República islamista es una amenaza para el orden mundial.
Parece que Teherán ha llegado a la conclusión de que Occidente es tan patético y su afán por volver a un acuerdo nuclear es tan lamentable que puede actuar de forma que ni siquiera regímenes como Corea del Norte y Rusia se atreven.
Asumir la responsabilidad, aunque sea de forma indirecta, del ataque al buque mercante de propiedad israelí frente a las costas de Omán, además de prometer venganza por el exterminio de terroristas por parte de Israel, es un salto adelante en la lucha contra la amenaza iraní.
El mortífero régimen ya ha demostrado hasta qué punto está dispuesto a llegar a la guerra, con el atentado de 1994 en Buenos Aires, el intento de asesinato del embajador saudí en Washington Adel al-Jubeir y el intento de secuestro del periodista estadounidense disidente iraní Masih Alinejad. También opera una red terrorista latente a nivel mundial.
En los últimos meses, Teherán ha amenazado el comercio mundial atacando barcos de propiedad civil sin ni siquiera alegar que de alguna manera perjudican a Irán o ponen en peligro sus intereses.
Israel no es el único que debería estar preocupado por el último ataque de Irán al barco. Ya en la década de 1980, Teherán dejó claro que no solo apuntaba a los ciudadanos israelíes en una guerra, sino a todos los judíos, sin importar dónde vivieran.
Ni siquiera un barco japonés, con ciudadanos europeos a bordo y bandera liberiana, está a salvo, mientras la compañía que lo opera sea en parte propiedad de un empresario israelí.
La última acción de Irán no solo obliga a Israel a intensificar sus esfuerzos políticos, sino también su ofensiva.
En el ámbito político, debe seguir pronunciándose en contra del levantamiento de las sanciones a Irán, subrayando que un acuerdo nuclear renovado no solo no reducirá la amenaza nuclear, sino que dará a Irán las herramientas para progresar en sus aspiraciones regionales.
En cuanto a la ofensiva, Israel no solo debe aumentar sus ataques en Siria, sino también sus contramedidas, y ampliarlas mucho más allá del ámbito nuclear.
No se puede llegar a ningún acuerdo con el régimen iraní sin autoengañarse. Todo lo que es bueno para Irán perjudica a Israel, a los países árabes, a Europa y a Estados Unidos. Y viceversa.
Ahora es el momento de convencer a todos los países que quieren mantener seguras las rutas marítimas internacionales, de aislar política y económicamente a Irán e impedirle a toda costa que acumule activos estratégicos.