El Tribunal de Distrito de Jerusalén acaba de admitir cargos penales contra los judíos que rezan la oración del Shemá en un lugar público del Monte del Templo, el lugar más sagrado del pueblo judío. En su sentencia, la jueza Einat Avman-Muller escribió que la libertad de oración “no es absoluta, y debe ser superada por otros intereses, entre ellos la salvaguarda del orden público”. En otras palabras, la razón de esta obscena sentencia es la oposición antisemita a dichos rezos por parte de los radicales musulmanes.
Está claro que la oposición al rezo judío en el Monte, ya sea por parte de Jordania o de la Autoridad Palestina, es el epítome del antisemitismo virulento. ¿Por qué alguien se opondría a la oración judía pacífica si no es un antisemita virulento? ¿Y por qué debería Israel capitular ante el antisemitismo en lugar de proporcionar seguridad a los fieles judíos?
El registro histórico demuestra que el Monte del Templo es el lugar más sagrado del judaísmo, el lugar hacia el que los judíos miran cuando rezan y el lugar de los dos templos judíos. En un pequeño rincón del Monte del Templo se encuentra la mezquita de Al-Aqsa, pero los musulmanes no reclamaron históricamente ninguna otra parte del Monte del Templo hasta después de que Israel lo liberara en 1967.
En 1925, el Consejo Supremo Musulmán publicó una guía del Monte del Templo para turistas. En ella se decía que la “identidad del lugar con el sitio del Templo de Salomón es indiscutible”. Este también es el lugar, según la creencia universal, en el que “David construyó un altar para el Señor, y ofreció holocaustos y ofrendas de paz”. La guía afirma además que el dominio musulmán sobre el Monte del Templo comenzó en el año 637 de la era cristiana, el “año en que el califa Omar ocupó Jerusalén”. Al parecer, en 1925 los líderes musulmanes ofrecieron una visión histórica precisa del Monte del Templo, reconocieron la conexión histórica de los judíos con el lugar y admitieron que existían dos templos en él.
No es de extrañar, pues, que cuando liberó el lugar en 1967, Israel se encontrara con el Monte del Templo en desorden, porque ningún líder árabe visitó el Monte del Templo entre 1948 y 1967: no se consideraba lo suficientemente importante.
Hoy en día, la narrativa que los musulmanes han inventado durante el último siglo es muy diferente. Debido a sus afirmaciones falsas y antisemitas, el lugar más sagrado del judaísmo, un lugar público, el Monte del Templo, se ha convertido ahora en el único sitio de cualquier democracia donde es ilegal que los judíos recen.
Esta prohibición se basa en la falsa afirmación de que no solo la mezquita de Al-Aqsa, sino todo el Monte del Templo y el Muro Occidental son sagrados para los musulmanes. Esta afirmación se ve agravada por el argumento antisemita de que el Monte del Templo no es sagrado para los judíos, enunciado de forma notoria por el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, el 17 de julio de 2000 en la Cumbre de Camp David. Arafat sorprendió al presidente Bill Clinton cuando negó que los templos judíos estuvieran alguna vez en el Monte del Templo. El embajador israelí en Estados Unidos, Danny Ayalon, que estaba presente, contó que el presidente Clinton estaba furioso y desolado. Le gritó a Arafat: “Bueno, déjeme decirle algo, señor presidente: cuando mi mesías Jesucristo caminó por el Monte del Templo, no vio ninguna mezquita. No vio Al-Aqsa. No vio la Cúpula de la Roca. Solo vio el Templo judío”.
Es lamentable que Israel no haya respondido a ese negacionismo antisemita como debería. De hecho, mediante una política de apaciguamiento, ha envalentonado las revueltas e intimidaciones de los musulmanes radicales que han cambiado el statu quo en el Monte, y dicha violencia solo ha aumentado debido a su éxito. Yisrael Medad escribió recientemente que el “fideicomiso religioso islámico Waqf ha alterado los horarios de entrada y ha prohibido las visitas en Shabat a los judíos. … El Waqf creó nuevos periodos de festividades, plantó huertos de árboles, pavimentó nuevos caminos, construyó plataformas de oración al aire libre y construyó tres nuevas mezquitas en el Monte del Templo”.
Está claro, pues, que la decisión de Israel de permitir estas acciones por miedo a la violencia no ha funcionado. Por el contrario, la situación ha empeorado. Los funcionarios jordanos y de la Autoridad Palestina han dejado claro que continuarán con estas acciones punitivas para acabar con la oración judía no solo en el Monte del Templo, sino también en el Muro Occidental.
Tayseer al-Tamimi, expresidente del Tribunal Religioso de la Autoridad Palestina, dijo recientemente: “La bendita mezquita de Aqsa es islámica y pertenece solo a los musulmanes… y los judíos no tienen derecho a ella… ni a rezar en ninguna de sus partes”. Añadió que “la Mezquita de Al-Aqsa incluye todos sus patios … y específicamente su Muro Occidental”. El ministro de Asuntos Religiosos de la Autoridad Palestina, Mahmoud al-Habbash, también afirmó que Al-Aqsa “no se compartirá con nadie, y nadie más que los musulmanes rezará en ella”. El pasado diciembre, Habbash declaró que el Muro Occidental es “solo una parte auténtica de la mezquita de Al-Aqsa”.
El primer ministro jordano, Bisher Al-Khasawneh, dio todo su apoyo a los ataques contra los fieles judíos en el Muro Occidental. En una sesión parlamentaria, dijo: “Felicito a todos los palestinos y a todos los trabajadores del Waqf islámico jordano que se mantienen firmes como una torreta, y a los que lanzan piedras a los pro-sionistas [adoradores del Muro Occidental] que profanan la mezquita de Al-Aqsa”. Hace pocos años, Jordania pidió al Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco que reclasificara el Muro Occidental como sitio musulmán. También intento clasificar la Tumba de los Patriarcas en Hebrón y la Tumba de Raquel cerca de Belén como santas solamente para los musulmanes, para borrar su santidad para los judíos.
Está claro, pues, que las concesiones de Israel no han funcionado porque la única concesión que satisfará a quienes se oponen a la oración judía en el Monte es la destrucción de Israel. Los disturbios y la violencia terminarán cuando los radicales musulmanes aprendan que los disturbios y la violencia no lograrán sus fines políticos. Cuando Israel elimine la discriminación contra la oración judía y deje claro que su política se basará en lo que es correcto y justo, no en el miedo a la violencia. Si Israel lo hace, el derecho fundamental de los judíos a rezar en su lugar más sagrado se hará realidad por primera vez en 2.000 años.
Farley Weiss es presidente de la Israel Heritage Foundation (IHF) y expresidente del National Council of Young Israel, así como abogado de propiedad intelectual del bufete Weiss & Moy. Las opiniones expresadas son las del autor y no representan necesariamente al NCYI.